Capítulo 21: Una parvada

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La tenue luz del día se filtraba entre las hojas de los árboles, un pequeño rayo de sol dio de lleno en la cara de Kouta, despertándolo. Había dormido acurrucándose dentro de su bolsa de dormir. El frío de la noche no debía afectarle tanto gracias al traje confeccionado por Aura, pero no era del todo infalible.

Abrió los ojos lentamente. Chikara dormía plácidamente a su lado, envuelta en una gruesa manta que no le conocía. Quizá la había prestado de alguien más, o la compraron antes de venir aquí. Estaba muy cerca de él, con una mano muy cerca de su hombro, ¿habría dormido aferrada a él?

Con calma, se giró para darle la espalda, con la intención de levantarse. Sus ojos se toparon de lleno con una profunda mirada azul, pertenecientes a una chica que, sonriendo de modo inocente, estaba recostada justo a su otro lado.

—¡Ya es de día! —saludó Odette.

—¡Waaaa! —tomado por sorpresa, Kouta retrocedió violentamente, aplastando a Chikara.

—¡Auch! ¿¡Qué pasa ~degozaru!? —por instinto, Chikara se sobresaltó, golpeando lo primero que tenía a su alcance.

Al recibir el golpe de la niña, Kouta fue arrojado algunos metros. El chico no podía ver otra cosa que no fueran luces y sombras. Escuchaba las disculpas incesantes de Chikara, así como las risas divertidas de Odette.

—¿Se puede saber qué te pasa? —se quejó Kouta, mientras a su alrededor algunos guardias de Azelleb los miraban con curiosidad.

—Ajajaja, perdón, perdón —aunque no parecía que Odette lo sintiera en verdad—. Solo quería ver cuando despertaras.

Las risas de Odette terminaron por contagiar a la pequeña Chikara. Kenji y los otros, qué parecían tener más tiempo despiertos, miraron al chico con gesto burlón. Por suerte esto pasaría a segundo plano.

El sonido de un aleteo pesado fue escuchado por todos. Momentos después, una gran sombra pasó por encima. Al mirar hacia el cielo, solo pudieron ver a uno de los guardias de Azelleb volar sin control para luego impactar en las copas de un árbol.

—¡Nos atacan! —escucharon gritar a Gaspar—. ¡Defiendan a los herederos!

—Tenía que ser... —Kouta se reincorporó rápidamente. No era lo mejor que le podía pasar al despertar—. ¡Chikara, ve con Safina!

Kouta no tenía tiempo de mirar donde estaba cada uno de sus acompañantes. De entre los árboles emergieron cuatro mujeres, sobrevolando. Sus extremidades eran completamente de aves, pero el torso y la cara eran completamente humanas, quizá con las orejas un poco más alargadas de lo normal.

—¡Anthony! —Kouta miró a su alrededor, buscando al aventurero—. ¿¡Son estás las harpies!?

—¡Largo de aquí!

Una chica de plumajes verdes y dorados se cernió sobre él. De cerca eran más grandes de lo que aparentaban en un principio, siendo bastante más altas que Kouta. No pudo esquivarla. Fue apresado de ambos brazos antes de ser elevado. No duró mucho en el aire, fue arrojado con inercia contra el tronco de un árbol. Sufrió un considerable dolor al impactar.

—¿Estás bien? —preguntó una voz inexpresiva.

Shizuka le tendió una mano, con su rostro eternamente sereno. Sujetaba su espada con firmeza usando su mano derecha. Kouta aceptó el gesto para incorporarse.

—No debes distraerte —reprendió la chica, con voz monocorde.

—Lo sé.

No eran un blanco inmediato de ninguna de las harpies, por lo que Kouta tuvo tiempo para analizar la situación. Una sombra tras otra bajaba en picada, tomando a cuantos pudieran para arrojarlos contra los árboles. Luego emprendían vuelo, saliendo del alcance de los guerreros.

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora