Nunca Hables con Extraños

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-       ¿Te gustaría terminar de conocer mis trucos? – preguntó el payasito, viendo a su espectadora, aterrada

-       ¡N-no! – gritó aterrorizada

Éste soltó un suspiro de decepción.

-       Por favor, suélteme – pidió la rubia con lágrimas en los ojos, causados por los grilletes que estiraban sus manos

La joven, de unos diecisiete años estaba concentrando su peso sobre una silla de madera vieja; los grilletes apretaban con demasiada fuerza sus muñecas.

-       ¿Qué pasaría si pateo la silla? – soltó una risa maquiavélica, pero ese joven era tan hermoso… ¿Quién demonios pensaría que este individuo es un loco psicópata?

-       No, no, no – pedía ella

-       Creo que si lo hago, quedarías…en el aire; bueno, los grilletes te sostendrían y…- paso la lengua por sus labios: mucho placer de ver esto- desprenderían tus brazos y ese divino crujido…me indicaría que te desmembraría por completo

La chica comenzó a gritar con desesperación, lloraba y lloraba. El payaso sacó un pañuelo de su bolsillo y comenzó a quitarse el maquillaje.

-       Puedes gritar cuanto se te antoje – le dijo- nadie te escuchará en este sótano- tiró el pañuelo, no se quitó todo el maquillaje, lo que hizo que se viera mas aterrador que nunca

El hombre comenzó a rodear la silla, puso su mano sobre la barbilla, pensando si la patearía o no.

-       Se lo suplico, suélteme – pidió ella- prometo que no le diré nada a nadie, se lo juro

-       Créeme que me da igual que hables – contestó con frialdad- se que no lo harás, muñeca

-       ¿Q-que est…? – no pudo terminar, ya que, su raptor tumbó la silla

Un grito de dolor estremeció todo el sótano y tal como ese maldito payaso predijo, el crujido de los huesos se escuchó. El hombre, cruzado de brazos la miro muy satisfecho, pero no le parecía suficiente. Se acercó y la soltó. La cargo y sus brazos parecían como los de una muñequita de trapo. Ella apoyó su cabeza sobre el hombro de su secuestrador.

-       Veo que te dolió mucho ¿eh? – preguntó

No podía articular palabra alguna, simplemente balbuceaba; el payaso la acostó en el suelo y prosiguió a desabrocharse el pantalón. La joven lo miró más aterrada que nunca al ver su miembro erecto, para defenderse, comenzó a lanzar patadas para herirlo.

-       ¡Hey! – exclamó apartándose un poco- Mmm.....por lo visto, eres virgen – volvió a pasar su lengua por los labios.

-       N-no…- dijo ella entre llantos- n-no me haga nada, p-por favor

-       Está bien – dijo resignado levantándose- no quieres que te…tu sabes

Ella soltó un suspiro de alivio al escuchar esto, el hombre le dio la espalda y caminó un par de centímetros, la chica levantó un poco la mirada y vio que él se aproximaba a una mesa de madera, mugrienta y con una maleta encima. El malvado payaso comenzó a registrar a ver que demonios conseguía.

La chica comenzó a ver por todas partes, buscando una salida, y, si era necesario se arrastraría. Usando sus piernas, comenzó a moverse; él dio la vuelta en el acto, parecía que hubiese detectado el intento de la joven.

-       ¿Cómo es que te llamas, cariñito? – preguntó quitándose la nariz roja, la patética peluca roja y los exagerados zapatos

-       Elena- respondió enseguida- ¿Qué es eso? – pregunto tratando de distinguir el objeto

-       Bueno, ya que no quieres que yo te penetre…usemos esto – mostro un tubo fino de metal

La chica quedó en shock. La mirada de su raptor era una mezcla de psicopatía, sadismo, deseo…Elena comenzó a retroceder como podía. Él tomo sus pies y la arrastro, parecía una de esas típicas escenas de películas de terror: la victima acostada en la cama y el demonio le jalaba de la pierna para atraerlo hacia él. Así mismo, hizo el payaso malvado.

-       ¿Lista? – preguntó acercándose a ella con objeto en mano dispuesto a desgarrarla, o hacerla reconsiderar.

-       ¡Detente, por favor! – gritó aterrada, lagrimas comenzaron a salir descontroladamente, no le quedaba otra alternativa.

El payasito sonrió.

-       Has cambiado de opinión ¿verdad? – se dibujó una sonrisa en su rostro.

A Elena no le quedó más opción.

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