Lo Siento

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Elena logro cruzar la calle y dejo atrás la casa de Albert; camino un par de cuadras más, pero ya las piernas no le daban más; se sentía débil y tenía hambre. Quiso tomar un descanso. Así que se sentó en la acera, mientras veía a un par de niños jugando con bicicletas alrededor de sus casas. Ahora empezaba a sentir miedo, y la paranoia formaba parte de aquello ¿Qué pasaría si él la llegase a encontrar? De cualquier manera la obligaría a realizarse el aborto; y ella no quería eso.

Noto que el cielo comenzaba a nublarse y los niños, quienes estaban jugando se metieron rápidamente a sus casas; luego, comenzó a llover. Elena se levanto con rapidez, quería evitar en lo posible, llegar a su casa. No quería poner a su familia en peligro, aunque ella admitía que extrañaba a su hermana y a su madre….aun quedaban algunos cabos que atar, pero ahora ella no tenía tiempo para eso. Tampoco sabia como explicarle a su madre de que quedo embarazada del payaso de la fiesta de su hija menor… algún día lo haría, pero hoy no.

Trato de correr y se refugió debajo de un gran árbol. Un chico venía a espaldas de ella y le pasó de lado, aconsejándole que se apartara de allí. Elena hizo caso y comenzó a caminar rápido, cruzo un par de calles más y llego empapada a una zona comercial. Se adentro en un negocio y comenzaron a pasar las horas a toda velocidad; por suerte, había culminado la lluvia. Prosiguió a seguir su camino a la nada, cruzando miles y miles de calles; entro por un callejón y cayó de rodillas, no le quedaba otra alternativa que llorar en silencio, protegiendo a lo único que la motivaba a seguir con vida.

-       ¿Elena? – preguntó una voz familiar, masculina

-       “¡viene, viene por mi!” – exclamaba ella en sus pensamientos, sin tener fuerzas para levantarse, solo podía escuchar los pasos a sus espaldas

-       ¿Qué sucedió? – se aproximo a ella y la abrazo con fuerza, era Albert

-       Suéltame, por favor – pidió un poco calmada al percatarse de que era él; pero sentía resentimiento por todo lo ocurrido anteriormente

-       Déjame ayudarte

-       ¡No! – esta vez logro levantarse- ¿Cómo puedes tener aun las agallas para dirigirme la palabra? – quiso saber

-       Necesitamos hablar, Elena – contesto Albert, herido- de verdad nos urge una charla

Elena rio con amargura.

-       Estas loco…-musito- no me molestes

-       ¡basta Elena, contrólate! – la tomo por los brazos.

Albert llevo a Elena a su casa, por suerte la madre del joven no estaba; se sentaron el la sala; el joven estaba dispuesto a aclarar todo con tal de recuperar a Elena. La chica no lo quería ver a la cara, prefirió concentrar la vista en el piso de madera.

-       Se que no tengo perdón, Elena – dijo el, arrepentido, sonaba muy sincero

-       Tu lo haz dicho – coincidió ella, con mucha amargura- ni se para que demonios vine contigo…

-       Porque en el fondo, también quieres conversar y aclarar todo – respondió segundos después

Nunca Hables con ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora