Atente a las Consecuencias

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Elena comenzó a forcejear para zafárselo de encima; pero tenía una fuerza tan sobrenatural, que todos los intentos fueron inútiles.

-       Compórtate – ordenó; Elena lo hizo en el acto.

La chica comenzó a llorar en un volumen mudo, Hygan soltó un suspiro y prosiguió a abofetearla; pero esto hacía que  aumentara mas las ganas de llorar. El hombre, nuevamente comenzó a manosearla.

-       No me haga nada, por favor – pidió ella en voz extremadamente baja, temblorosa.

Hygan soltó una risita.

-       Atente a las consecuencias…-le advirtió

-       ¿d-de que hablas? – preguntó

El hombre no contestó, prosiguió a acariciar sus piernas y, con la otra mano, encendió una lámpara que estaba en la mesita de noche. La chica bajo la mirada y cerró los ojos, no quería encontrarse con ese chillón maquillaje negro con rojo y blanco. Tampoco quería toparse con la peluca roja, y muchísimo menos con aquella sonrisa: tan peligrosa y seductora…

-       Mírame – ordenó

-       No quiero – contestó, segundos después se arrepintió.

Hygan volvió a reírse.

-       Ah…-musitó – prefieres ver abajo que verme la cara ¿eh?

-       ¿está disfrazado, verdad? – preguntó subiendo lentamente la cabeza; éste la detuvo

Elena sentía que le iba a dar un paro cardiaco, su arritmia no era normal…

-       Hygan…yo…

-       ¡Silencio! - dijo cortante, luego sonrió con malicia y acaricio su mejilla- …ya que no quisiste subir la cabeza…-Elena temblaba - es por que te gusta mas ver lo que tengo aquí guardado ¿eh?- bajó el cierre de su pantalón de tela lino color negro

-       ¡No, no, no! – se apartó pero él la jalo del cabello

-       Ven acá, perra – saco su miembro, la jalo del pelo y… - ¡Admite que te gusta!

La chica comenzó a golpearle las piernas, pero para Hygan, esos “golpes” los sentía como cosquillas. Sintió como el miembro dentro de su boca le provocaba ganas de vomitar, quiso morderlo para quitárselo de encima, pero el miedo la dominaba, y no quedó más que aguantar aquella humillación.

-       Vamos, mueve la lengua, anda – continuó ordenando

Elena sentía que se estaba ahogando, lagrimas gruesas se desbordaban de sus zafiros ojos, pero nada de esto conmovía al hombre. Minutos después, la soltó. Sacó de sus bolsillos una cinta adhesiva color negro.

-       Mis padres se darán cuenta –le amenazó

-       Eso no me intimida, muñeca – le colocó la cinta. Bajó su ropa interior y comenzó a manosear

Elena lo jaló del cabello y éste se dejo atraer. Y ahí, pudo estudiar sus facciones físicas con más detalle. Toda una belleza de hombre…su castaño cabello llegaba hasta el mentón, ojos de un color esmeralda, le daba esa mirada felina, coqueta, intimidante, peligrosa…

-       ¿Qué? ¿quieres que te de un  beso? - ¡y esa sonrisa! Era aniquiladora

¿Cómo puede este hombre ser un violador psicópata? Elena quedó perpleja, no podía quitarle la mirada de encima.

-       Responde – comenzó besándola desde la barbilla hasta el cuello- oh, cierto – jalo la cinta

-       ¡Ay! – se quejó ella- d-duele

Hygan la cargó y la puso sobre sus piernas, le rodeó la cintura.

-       Váyase…-pidió ella

-       ¿será que puedes dejar de  llorar? – enarcó una ceja

-       Vete…o juro que grito. No me busque más…

-       Si gritas, te violo – dijo sin rodeos.

-       No lo hará, mi papa vendrá y lo sacara de aquí a golpes – lo miró

Del bolsillo de su pantalón Hygan sacó un arma.

-       Le vuelo los sesos…- paso el cañón del revolver por el pecho de la chica- y, te violo. Te advierto que tanto tu madre como tu hermanita puede formar parte de esto. No tengo problema en violármelas a las tres. Seria un menage a trois

-       No lo hará – una lagrima se desbordó.

-       Entonces grita, ¡vamos! ¿o quieres que te haga gritar? – puso el cañón en la frente de la joven.

El hombre sonrió malignamente. Elena comenzó a temblar.

-       No dejaré que le haga daño ni a mi madre, ni a mi hermana…-prometió

-       Eres una ternura – se burló- eso significa…que serás mía ¿no?

Elena suspiró y el hombre la liberó, la chica cayo al suelo, y permaneció arrodillada, llorando.

-       ¿Qué? – enarcó una ceja-¿te gustó la mamada? ¿no?

-       ¡Eres un sucio, asqueroso y maldito! – se atrevió a decir

-       ¡AH! – hizo sus típicas muecas circense - ¡has herido los sentimientos de Hygan, el payaso!

-       Váyase, por favor…se lo suplico- Hygan suspiró y prosiguió a retirarse

Hygan caminó hasta la ventana.

-       Atente a las consecuencias…- recordó, le guiñó el ojo y finalmente se lanzó.

Nunca Hables con ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora