Destinos I

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-          Oliver Roger Stein – pronuncio una voz fría, un detective.

-        Si me va a llamar por mi nombre, prefiero que sea Roger, Oliver jamás me ha gustado; gracias – dijo con aquella amabilidad, como si de ayudar a una persona se tratase

El detective lo miro con cara de pocos amigos.

-          Por lo que veo, usted es uno más del montón ¿o me equivoco?

-          ¿En que sentido amigo? – enarcó una ceja Hygan

-          La típica sabandija sin remordimiento ¿me explico?

Hygan soltó un suspiro y prefirió observar la única fuente de iluminación, que era una lámpara vieja colgada justo en el centro de la sala de interrogatorios.

-          ¿Qué carajo me harán?

-          Sentenciarte

-          ¡Vaya! ¿Acaso no tengo derecho a un abogado o algo así? – preguntó curioso

-          ¡Eres todo un descarado! – Exclamó el detective soltando una risa irónica- ¿acaso piensas que un abogado puede defender todas las atrocidades que has hecho?

-          Para eso están ¿no? Para defender a las personas jurídicamente – respondió Hygan observando como una mosquita se acercaba a la lámpara

El detective carraspeo para llamar su atención, se notaba muy molesto.

-          Lo escucho – afirmo el payaso

El oficial soltó un suspiro.

-          ¿Qué le han hecho a usted para que se haya convertido en un autentico monstruo? – le pregunto con un aire de lastima

Hygan lo miro directamente a los ojos, molesto.

-          ¡Ja! – Exclamó- más bien ¿Qué no me han hecho en esta maldita vida? ¿Usted no cree que esa deba ser la pregunta correcta?

-          Si usted lo dice – le concedió la razón, esta vez mas calmado por su atención- créame que los años de experiencia me hace concluir que todas las personas así…

-          …como yo tienen una historia perturbadora ¿cierto? – corto Hygan con malcriadez

El detective siguió leyendo su expediente.

-          Vaya…graduado en medicina forense…y es de nacionalidad alemana…-pronuncio el hombre sin quitar la vista de la hoja- tienes un excelente curriculum ¿Por qué arruinar tu vida asi, Roger?

-          ¿Usted piensa que estoy arrepentido?

El oficial abrió los ojos como platos.

-          Entonces no lo esta

-          En absoluto, sentía que si no hacia mis asuntos, jamás dejaría salir al verdadero Roger

-          ¿Qué le apasionaba de hacerle daño a las mujeres?

-          Sus gritos, sus suplicas…era una manera de…vengarme por lo que ellas me hicieron…- respondió con una hostilidad escalofriante, sin duda, no tenia remordimiento alguno- ellas dos…esas…malditas…

-          ¿Se refiere a Elena Vickers?

-          No – respondió en seco- Elena Vickers es otro asunto

Hygan fijo su mirada a las esposas que esclavizaban sus manos, un montón de flashbacks volvían a su mente.

-          ¿Qué significa el amor para usted? – pregunto el detective tratándolo de analizarlo psicológicamente

-          Una tontería

-          ¿una mujer?

-          Un engaño

-          ¿Elena Vickers?

-          Diferencia

-          ¿Jane Swan?

-          Mi desahogo

-          ¿Albert Stein?

-          ¡Ja!  Un futuro yo

-          Y ¿Roger Stein? – quiso culminar el detective

-          Un caso perdido, una persona que justo ahora, no le interesa nada

Albert Stein, hijo de Jane y Hygan, se encontraba encerrado en el baño que estaba en su habitación. Se contemplaba al espejo, llorando, lleno de remordimiento, tristeza, arrepentimiento. En fin, una depresión nada normal.

-          No sabes lo mas que me siento, Lenz – sus lagrimas se desbordaban- no sabes cuanto lamento haberte perdido, jamás, jamás me lo perdonaré -  contemplo un frasco de pastillas que estaban en el lavamanos

Albert abrió el chorro y vio como el agua salía casi a borbotones.

-          No se si esto sea una decisión correcta…-soltó un suspiro- pero de verdad, no puedo vivir sin ti, saber que en cierta parte fui autor de tu muerte, de tu desilusión…no, no tengo ni perdón de Dios ¡no tengo perdón de nadie! – grito

¡No lo hagas Albert! – dijo una vocecita cálida, angelical

Albert volteo, pensando que era su madre, pero no había nadie a su alrededor.

-       Estoy bien, a partir de ahora todo estará bien, no te preocupes…yo me siento feliz aquí. Tú debes seguir tu vida, olvida lo que paso y si del perdón se trata, yo te perdono.

-          ¿Lenz? – pregunto asustado

Pero la vocecita se desapareció, al menos a Albert le quedo más que claro el mensaje: suicidarse no seria una buena opción, sino que, duplicaría su cobardía. Ahora lo que importaba era seguir adelante…

-       Elena, te prometo que todo saldrá bien. Él tendrá que pagar por lo suyo, y, aunque, el no vaya al mismo lugar que tu…ahora tu eres un ángel, mí  ángel…

Nunca Hables con ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora