Te Amo

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Kristen permaneció abrazada con Hygan, parecía una niñita pequeña, con una mirada descarada y muy retadora hacia Elena. La joven permaneció parada, con unos celos realmente incontrolables. Hygan terminó su cigarrillo y estaba a la espera de la menor.

-       ¿Y bien? – preguntó ella- ¿Qué piensas hacer?

Elena no respondía, parecía que la ira la hubiese bloqueado ante los reflejos de la realidad. Sus lágrimas comenzaron a desbordarse sin control; Hygan apartó a la mujer y se levantó del sofá. Se dirigió a la joven con voz fría.

-       Se supone que deberías estar descansando, Elena – dijo

-       Eso no importa, me siento bien – bajó la mirada para que ninguno de los dos la vieran.

Elena les dio la espalda y al no sentirse capaz de cumplir la petición de Hygan se retiró.

-       ¡Lo sabía! – Kristen exclamó triunfante mientras Elena tiraba la puerta estremeciendo el lugar.

La mujer comenzó a carcajear, Hygan le siguió el paso durante unos segundos, y luego, la calló con un bofetón, suficiente como para dejarla sentada en el sofá. Kristen quedó sorprendida y subió a ver su rostro: había enfurecido por completo, sus manos se convirtieron en puños amenazantes.

-       Cálmate. Fue solo un chiste – le espetó cubriéndose con la camisa

-       Quiero que te vayas – señalo la puerta- ya me aburrí

Kristen sin mas nada que decir, se preparo para luego marcharse con cara de pocos amigos; ella, al igual que Elena, cerró la puerta de mala gana.

-       ¡Con  cariño maldita sea! – exclamó molesto el hombre al ver el comportamiento de ambas- ¿no ven que lo compro haciendo payasadas en fiestas de niños? ¡Agh!

En breve, el hombre comenzó a hacer señas y a romper cualquier cosa que se le atravesara. Mientras tanto, Elena, en la habitación lloraba descontroladamente, y algo que la hacia sentirse peor, era la gritería furiosa del hombre. Cada vez los sonidos se hacían más y más cercanos, hasta que Hygan pateó la puerta; Elena dio un respingo, asustada por la descarga.

Se sentó en la cama, dándole total espalda a la puerta. Hygan la abrió con rapidez. Ninguno de los dos hablo, él se acostó y trato de relajarse un poco, comenzó a murmurar pero la chica no lograba entender que decía; ella seguía dándole la espalda.

-       ¿Qué demonios te está pasando Elena? – preguntó Hygan con los ojos cerrados, respirando profundamente

-       No es nada – respondió con indiferencia

-       ¿Qué no es nada? – preguntó con sarcasmo seguido de una risa- parecías…poseída

-       Te odio – admitió- te odio como no tienes idea

-       Eso es mentira – contesto segundos después- tu y yo sabemos perfectamente lo que sentimos

Nunca Hables con ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora