Destinos II

834 32 1
                                    

Perspectiva de Hygan

Había un silencio sepulcral en la sala de juicio, mientras que yo estaba parado como un idiota con mis manos esposadas; de repente, sentí acidez en el estomago ¿la causa? Ni yo mismo lo sabía, o yo mismo no lo quería reconocer: estaba a punto de ser sentenciado y no tenía, en absoluto, algo a mi favor.

No puedo decir que me siento arrepentido o feliz de “haber aprendido la lección” pero es algo que algún día me iba a pasar. De eso estaba claro. Estaba solo en esa mesa, ningún abogado, ningún familiar o amigo…nada, no dio tiempo ni de ponerme a hacer un resumen de lo hecho durante estos dos meses.

El juez siguió leyendo algo…no sabía que era, pero todo tenía que ver conmigo; solté un suspiro ante los gestos que hacía.

-          Señor Stein – finalmente acaparó la atención de toda la sala, comenzaron los murmureos y hasta me percate de la presencia de la madre de Lenz – de verdad usted es un monstruo vengativo

-          Lo se su señoría – le di la razón

-          ¿se ha preguntando la cantidad de daño que ha hecho? ¿Sabe usted a cuantas niñas y mujeres arruino en su vida? ¿Sabe lo que le espera?

Trague saliva, un recuerdo se me vino a la cabeza.

-          Si, si y no – respondí según el orden de las preguntas.

El corazón parecía que no tenía frenos, los fantasmas del pasado volvían y la acidez se hacía mas intensa; la vocecilla de Lenz también me atacaba, comencé a reírme bajo.

-          ¿me quieres joder, cierto? – le murmuré a Elena

El juez me miro molesto.

-          ¿Qué le sucede? ¿Le parece gracia lo que esta a punto de pasar? – pregunto

-          No, su señoría – le respondí con un poco mas de control- es solo…nada- preferí no confesar algo.

-          Proseguiré con el juicio

A continuación, el murmureo se hizo mas intenso; eran como millones de zumbidos de mosquitos en mi oreja, maldita sea…mire por encima de mi hombro y estaba la madre de Lenz. No lograba descifrar su expresión, pero era lógico saber que estaba contenta por lo que me pasase dentro de 5…4…3…2…

El juez retomo la atención dando un martillazo.

-          ¡Orden! – Proseguí a reírme como el propio maniaco, pegando gritos, me sentía como el guasón – señor Stein le pido que controle sus nervios- me pidió con aquel carácter…poniéndose sus gafas para la vista, no pude resistir verlo así: serio, amargado, cascarrabias…así que solté otra carcajada alocada

Nunca Hables con ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora