Deseos de Morir

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Parecía que los minutos pasaban con lentitud, la misma Elena sentía como su cuerpo comenzaba a enfriarse de tanto pánico y horror. El payaso parecía estársela pasando bien con su cuerpo: violándolo sin piedad alguna, golpeándola como si ella le hubiese hecho males anteriormente.

-       Basta, basta – pidió ella gimiendo de dolor- n-no mas

El hombre hizo caso omiso a la suplica de la chica; ratos después podía notarse la mezcla de sangre y semen entre sus piernas. El malvado payasito se levantó complacido. Miró a la chica y le propuso.

-       ¿Quieres que nos demos una ducha romántica? – esbozo una sonrisa maligna

-       No – contestó sin mirarlo a la cara- maldito, payaso…-jadeaba de dolor

-       Hygan, dime Hygan…- le dijo

-       Ah ¡con que ese es tu nombre! – exclamó ella, sintiendo un poco de rabia

Hygan se inclinó y la jalo de los cabellos, Elena tenía en frente de sus narices el enorme miembro erecto del hombre; sintió un poco de arrepentimiento de haberle contestado mal al payaso, ya que, ahora iba a pagar las consecuencias. Hygan, la hizo ponerse de pie, pero la chica ya no tenia muchas fuerzas, sus piernas, temblaban, tenía un terrible dolor en su vientre, sus brazos…no respondían.

-       ¡Vamos, vamos! – decía el hombre con aquella voz tan intimidante

-       L-lo siento – se disculpó

El hombre tocó su brazo derecho, empezó a jugar con el. Vio como se balanceaba, Elena estaba haciendo lo  posible para controlarlo y darle un puñetazo si era posible. Pero Hygan se le adelanto, tomo el brazo y…

-       Prepárate, puede que te duela un poco – advirtió

-       ¿Q-que?

A la velocidad de la luz, Hygan llevó el brazo a su sitio. Elena soltó un grito de absoluto dolor, jamás había sentido semejante tortura; el hombre prosiguió con el otro y tiró a la chica en el suelo.

-       Mmm, vaya…-meditó el hombre- necesitarás un cabestrillo en el brazo izquierdo- creo que lo coloque mal…

Elena temblaba, parecía que hubiese entrado en un estado de shock. Hygan se desnudó por completo, otra vez tenía deseos de violarla. Aunque este no era el momento de estarse fijando en ese tipo de cosas, la joven admitía que el físico de ese hombre era perfecto; en vez de estar trabajando como payaso psicópata mas bien debería estar en las revistas de Vogue para hombres o siendo actor. Cualquier cosa menos lo que era ahora…

-       Hygan, p-por favor. No me haga daño…-comenzó a lloriquear.

-       ¿con que confianza me llamas Hygan? – le jalo las piernas para atraerla hacia él. Elena las mantenía  juntas, pero la fuerza de sus musculosos brazos no le permitió seguir así durante mucho tiempo.

-       Usted me dijo que le dijera así en vez de payaso…- continuó en llantos

-       ¡Ya maldita sea, deja de llorar! – exclamo abofeteándola.

-       ¡No! – forcejeó, jaló del castaño cabello del hombre para apartarlo

Hygan mordió sus pezones y bajó por todo su torso, llegó a su intimidad, tomo la camiseta que tenía puesta y la limpió; luego introdujo su lengua allí. Elena a pesar de sentir su lengua, también podía percibir el piercing que llevaba.

-       ¡Basta! –exclamó.

Hygan siguió en su perversión, luego, hizo que se volteara.

-       No, no. Por ahí no –suplicaba Elena al sentirse penetrada analmente- ¡Me duele, Hygan, me duele!

El hombre soltó una risita malévola. Elena cerró los ojos… ¿acaso este hombre le haría a Claire lo que ella está viviendo en este preciso momento?

-       Oh, si…-gimió el hombre acabando nuevamente dentro de la chica.

Se levantó y gozaba viéndola sangrar, llorar, sufrir…al menos tuvo la delicadeza de bañarla minutos mas tarde. Pasaron los días y Hygan decide dejarla ir.

-       Puedes irte – le dijo señalando la puerta del sótano

La chica sin pensarlo dos veces huyó, aunque no tenía mucha ropa encima; subió con dificultad las escaleras pero logró ver la luz del sol. Estaba en una cabaña, salió y miro el bosque. Corría sin rumbo, pero eso no importaba, miraba cada segundo atrás para ver si su secuestrador la perseguía. Si Elena llegaba viva hasta su casa contaría todo. Absolutamente todo.

Hygan, cruzado de brazos vio como huía su victima. Sabía que no sería capaz de decir nada.

Él tenía mejores planes, el secuestro solo sería el principio…

Nunca Hables con ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora