Aitana
Mi piel se estaba empezando a arrugar después de tanto tiempo sumergida en aquella bañera pero, ¿acaso existía algo mejor en el mundo que poder darse un baño caliente, con música relajante de fondo y una cantidad de espuma con olor a vainilla que me envolviese casi hasta la altura de mis ojos? Sí, sólo una cosa; que mi asistente no entrase en la habitación, alterando mi momento de paz y desconexión a gritos diciendo que íbamos a llegar tarde a aquel maldito evento.
En menos de una hora debía estar en el photocall de los premios de moda de una de las revistas más importantes del país, pero el plan me apetecía poco después del día de mierda que llevaba y que ni el mejor baño del mundo había podido mejorar.
-Aiti, ¿el negro o el naranja?- pregunta Gloria mostrándome dos conjuntos en sus manos. El primero era un vestido ajustado de color naranja y apliques negros en la zona del pecho. Ni de coña me iba poner eso. Y el otro era un traje masculino ancho sin gracia alguna. Parecería una bolsa de basura con eso puesto...
-No me gusta ninguno, ¿esto es lo mejor que tenían?- digo con cara de desagrado mientras recoloco sobre mi cabeza algunos mechones rebeldes que se habían escapado del moño improvisado que me había hecho antes para no mojarme el pelo.
-Fueron los que más te gustaron en el fitting- me recuerda con un tono de voz conciliador.
-Pues ya no me gustan, búscame otra cosa- ordeno sin dejar de extender por mi cuerpo mi aceite corporal favorito. –Y date prisa que llegamos tarde.-
Gloria se da la vuelta y se encamina hacia la puerta pero antes de perderla de vista recuerdo algo más. –¡Y tengo sed, tráeme un zumo de piña!- grito aún desde dentro del baño.
Al cabo de unos minutos, y cuando ya tengo mi pelo perfectamente planchado, vuelve mi asistente con otro vestido en sus manos. –Este es el que te ibas a poner para el shooting de mañana pero he hablado con la casa y te lo dejan llevar a los premios, ¿qué te parece?- dice mostrándome un vestido corto, pero con vuelo, con base negra y rayas verticales de colores.
-No está mal, trae- añado cogiéndolo de sus manos y retomando mi camino hacia al baño. –Y dile al maquillador que pase, que a este ritmo nos dan las uvas...-
[*]
Los flashes, las fotos y las entrevistas de este tipo de eventos eran soporíferos, si por lo menos te preguntaran algo interesante... pero siempre era igual, como vivir en un deja vú continuo; lo único bueno era que si se trataba de una marca importante, solía haber cena y a la buena comida no se le dice que no.
-Aiti, nos toca en la mesa siete- dice Gloria guiándome por uno de los accesos laterales de Florida Park. –Compartiremos velada con los directores de GHD y con los otros embajadores de la marca.
-Genial- murmuré para mí. Vaya planazo compartir mesa con señores trajeados que sólo saben hablar de negocios y con los cabezahuecas de Anthony y Leti, dos influencers con los que ya había coincidido antes y cuyo tema de conversación favorito era la cantidad de laca que necesitaban para que el tupé, o el recogido, les durase toda la noche.
Llegamos a nuestros asientos y, tras los saludos protocolarios de rigor, decido sacar mi móvil para fotografiar la decoración otoñal de la mesa y subirla a mis stories de Instagram. Es al levantar la vista de la pantalla cuando mis ojos se quedan clavados en la figura que se muestra sonriente en la mesa de enfrente.
Traje azul oscuro, con un ligero efecto satinado, que se adapta perfectamente a su figura sobre una camisa blanca que concede a los botones superiores la licencia de permanecer desabrochados. Su cabello rubio cobrizo está perfectamente sujeto en un male bun que permite que su penetrante mirada azul se clave en mí sin barrera alguna. Sin darme cuenta, mi labio inferior ya ha caído preso de mis dientes; antes incluso de que me salude con un extremadamente calculado guiño de su ojo izquierdo.
La cena transcurre sin más entretenimiento para mí que robar sonrisas furtivas y caídas de ojos a quién me las devuelve con mucho mayor descaro una mesa más allá. Incluso en un par de ocasiones Gloria me ha tenido que sacar de mi ensimismamiento, dándome algún que otro disimulado codazo, cuando la conversación que tenía lugar a mi alrededor esperaba alguna respuesta por mi parte y ésta no llegaba.
La música empieza a sonar y el resto de invitados se dirigen hacia la platea guiados, más que por las melodías, por la barra libre que acaban de instalar al borde de la pista.
-¿Me concedes este baile, preciosa?- su voz inconfundible resuena contra mi cuello desde detrás de mi silla a la vez que su mano se tiende expectante boca arriba ante mí.
-Claro- digo aceptando su propuesta y dirigiéndonos hacia la pista.
-No sabía que venías- susurro cerca de su oreja cuando sus brazos envuelven mi cintura y los míos apresan su cuello.
-Yo tampoco sabía que venías tú- responde paseando el pulgar de una de sus manos por el contorno de mi cintura. –Pero no podría haber una sorpresa mejor - añade con una sonrisa que podría quitaría el habla a cualquiera.
Nuestros cuerpos se dejan llevar al ritmo de la música, contoneándose sin dejar más de un par de centímetros entre ellos, sobre todo cuando los ritmos latinos comienzan a inundar la sala.
Decido darme la vuelta y pegar todo lo posible mi espalda a su pecho, rozando mi trasero contra su pantalón, con toda la intención del mundo; mientras él continúa cantándome "La cintura" de Álvaro Soler al oído e intercala besos, cada vez más húmedos, por mi cuello al mismo tiempo que sus manos se deslizan descaradas por mis caderas.
-Te echaba de menos- exclama su inconfundible voz erizándome la piel. –Mucho, de menos- apostilla reforzando el agarre de sus brazos sobre mi estómago, estrellándome contra él y permitiéndome notar que mis intenciones habían sido perfectamente captadas.
Una risa nerviosa se escapa desde lo más profundo de mi garganta cuando Gloria se acerca y al indicarme que ella ya se va, me pregunta si me quiero ir con ella.
-No te preocupes Gloria, yo me quedo un poco más que hace mucho que no salgo de fiesta. Ya me cogeré un Cabify luego- respondo sonriente tratando de despegarme un poco de Mateo y que la situación no fuera tan obscena. Ella asiente y sin más se da la vuelta, mezclándose entre el gentío y desapareciendo de mi vista.
Giro sobre mis propios pies y vuelvo a clavar mi vista en el hombre que me esperaba con el ceño ligeramente fruncido; pero no le doy opción a hablar porque en cuanto su boca se abre ligeramente estampo mis labios sobre los suyos dejándole claro cuál era mi verdadero plan. Nuestras lenguas, viejas amigas, se reencuentran como si de agua y sed se tratasen; saciándonos y dejándonos con ganas de más a la vez.
-Vámonos de aquí- suplico en su oído antes de dejar un mordisco en su cuello.
Él no tarda ni medio segundo en coger mi mano y guiarnos hacia la parte trasera del local.
-Vamos por aquí que tengo el coche en el párking.- Son las últimas palabras completas que saldrían de su boca aquella noche, el resto serían gruñidos y suspiros ahogados en placer.
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Jamás, en tu vida
FanfictionÉl, un concursante de Operación Triunfo venido a menos. Ella, una concursante de Operación Triunfo venida a más. El destino, o el dinero, decide juntarlos en el mismo tiempo y espacio. ¿Saldrá bien?