Aitana
—Oye, se me ha ocurrido una idea. ¿Cómo tienes la agenda esta semana? —oí a lo lejos.
—...
—Aitana, ¿me estás escuchando? —insistió Luis zarandeando su mano por delante de mis ojos, interponiéndola entre mi vista y la pantalla que, desde que habíamos salido de Ourense, había captado toda mi atención.
La verdad es que no le estaba haciendo mucho caso. Cuando estábamos juntos trataba de disfrutar del momento, de no romper la burbuja que se creaba alrededor pero, por más que lo intentase evitar, el mundo seguía su curso y no podía obviar la inmensa cantidad de mensajes y noticias que esperaban a ser leídos en mi móvil. Y en eso llevaba un buen rato, cerciorándome de cómo estaban las cosas y, aunque doliese, no era capaz de dejar de leer uno tras otro.
Empecé por las críticas que había recibido "Joy"; ninguna bonita. "Una presuntuosa carta de presentación que no es más que un pastiche sin coherencia alguna entre unos temas mal entonados por una cantante descontrolada, sin presencia ni personalidad alguna" fue lo más light que tuve que leer. Y sabía que llevaban razón, yo misma lo había dicho, pero no por ello el trago, a pesar de ser voluntario, era menos amargo. Pero la cosa no quedaba ahí, no, la ola era mucho más alta. Los medios también se hacían eco de una supuesta conversación con una fan en la que le respondía airada ante las opiniones recibidas:
"No me importa en absoluto. Saque la mierda que saque la van a comprar igual..."
Algo a lo que reaccionaban adjuntando fotografías de las firmas de discos que había hecho y que habían sido un completo desastre. Vallas vacías y colas de no más de 50 personas afirmaban: "¿Estamos ante el ocaso de la fugaz estrella, Aitana Ocaña?"
Todo eso daba como resultado una gran cantidad de artículos que, sumados a los anteriores sobre mi cambio de look, mi desaparición en redes, mis malas formas, o mi vida personal, dejaban por los suelos mi imagen. Y eso para las marcas que me habían contratado como "nueva princesa del pop" no era, en absoluto, beneficioso.
Olga se desesperaba exigiéndome que reactivase mis redes sociales, que mostrase cotidianeidad e hiciese frente a las críticas con profesionalidad y glamour mientras tenía que ir borrando de mi agenda los eventos que se caían porque esas empresas decidían rescindir los contratos que tenían conmigo. Pero no lo iba a hacer, mis redes era de lo poco que no había cedido a Universal y así iban a seguir, desactivadas, por decisión propia.
—Sí, sí, claro que te estaba escuchando —respondí cuando mi ensimismamiento me lo permitió.
—Susu... y, a ver, ¿qué te estaba diciendo? —me retó con una sonrisa pícara. Me había pillado pero yo no estaba dispuesta a tirar la toalla tan fácilmente.
—Pues que me adoras, ¿qué me ibas a decir sino? —repliqué intentando parecer seria.
—Más quisieras...
—¿No me adoras? —exclamé indignada—. Ay, Luis, este golpe sí que no me lo esperaba. ¡No merezco este dolor! —añadí llevándome una mano al pecho.
—No aproveches para darle la vuelta y hacerte la víctima —afirmó recogiendo mi mano y devolviéndola a su posición.
—¿No ha colado, no?
—Pues no. Yo sí que tendría que sentirme dolido porque no me hagas ni caso...
—Que noooo, Luisín, que yo siempre te hago caso —respondí mimosa mientras enredaba mi mano izquierda en los rizos de su nuca —. Ahora en serio, ¿qué decías?
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Jamás, en tu vida
FanfictionÉl, un concursante de Operación Triunfo venido a menos. Ella, una concursante de Operación Triunfo venida a más. El destino, o el dinero, decide juntarlos en el mismo tiempo y espacio. ¿Saldrá bien?