Sálvese quién pueda

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Cepeda

Los planes no siempre salen bien —fue cuanto pensé al llegar al hall del hotel. Ago y Ricky esperaban sentados sobre sus maletas con la misma cara de preocupación que seguramente mostrase mi rostro. Tan solo llevaba un par de horas despierto, pero el día ya se podría calificar como desastroso; y lo peor era que no tenía pinta de que fuese a mejorar.

Después de la intensa charla con Roi, y de su arsenal de vaciles, me había convencido para hablar con Aitana e intentar solucionar las cosas. No sería fácil, de eso estaba seguro, pues siempre estábamos los dos a la defensiva y el orgullo llevaba la voz cantante; pero, esta vez, estaba dispuesto a reconocer mis errores.

Nada más salir de la ducha me encontré a mi amigo metido en la cama y tapado hasta las orejas. La vitalidad de un rato atrás había sido sólo un espejismo. Verle allí, tan pequeñito, me dio tanta ternura que no pude evitar imitarle. Podíamos pasarnos el día haciendo el idiota, pero de vez en cuando también nos salía la vena achuchable.

No me lo pensé dos veces y puse la cámara frontal en el móvil, capturando la instantánea. En ella, la sábana cubría parte de mi torso desnudo de la misma manera que la cabeza de Roi reposaba adormilada sobre mi hombro derecho. Me pareció, simplemente, una imagen divertida.

Siempre me había comportado de forma natural en mis redes sociales, sin artificios, tratando de reflejar mi día a día, pero había gente que no. Gente que esperaba agazapada y cuyo único objetivo en la vida era atacar a los demás buscando hacer el mayor daño posible, parapetados tras un escudo en forma de pantalla electrónica, por supuesto.

Entendía las críticas y las agradecía siempre que fuesen con respeto pues sabía que estaba expuesto a ellas al ser un personaje público, aunque estuviese en el olvido. Incluso toleraba alguna que, aunque tuviese un poco de mala baba, por lo menos la envolvían de forma graciosa. Está claro que no puedes agradar a todo el mundo y que todos tienen derecho a opinar pero, a veces, se cruzaban límites que en la vida real tendrían consecuencias muy diferentes. El mundo virtual, de momento, era una jungla.

Sálvese quién pueda.

Cientos de comentarios hirientes plagaron mis notificaciones, llenos de graves acusaciones tanto para mí como para Roi. Intenté explicar que no había ningún trasfondo tras la foto, que simplemente era algo habitual entre dos amigos pero no pareció importar. Éramos culpables sin necesidad de juicio. Pero no la pensaba borrar, a mi entender no habíamos hecho nada malo y no me arrepentía.

Cuando me quise dar cuenta, ya pasaban varios minutos de las doce de la mañana y, por lo que recordaba, a esa hora vendría un autobús a recoger a los de Barcelona para llevarlos de vuelta a casa. Genial. Ella se había ido y cuando nos volviésemos a ver sería más difícil todavía.

Suma y sigue a mi lista de éxitos.

Me entretenía dando vueltas por la recepción subido sobre mi maleta, esquivando plantas de plástico y turistas desnortados como si del Mario Kart se tratase. Por desgracia, Roi se había tenido que ir y a los demás hacer carreras de maletas no les parecía divertido. Pobres aburridos —pensé.

Paré mi entretenimiento en seco, quedando a punto de caerme dentro de la fuente que decoraba la entrada, cuando se abrió uno de los ascensores y Armand hizo acto de presencia. A algunos nos habían retrasado el viaje de vuelta para tener una especie de reunión todos juntos. Me esperaba lo peor.

Nos invitó a pasar a una especie de sala de juntas, que por su amplitud diría que en ella cabían cientos de personas, y al ser nosotros solamente cuatro, el eco se imponía, aumentando la incómoda frialdad de la estancia.

Comenzó su discurso dando rodeos sobre lo bien que estaba funcionando la gira y lo felices que estaban en la discográfica de tenernos de vuelta. A cada palabra más falsa que la anterior mientras yo intentaba disimular las arcadas que me provocaba. Cuando vio que sus descaradas adulaciones no estaban teniendo el éxito esperado, decidió pararlas y dar a conocer el verdadero motivo de la reunión.

Mi risa se podría haber escuchado a kilómetros de distancia, estaba seguro, pero su idea me parecía un auténtico chiste. Las caras de desconcierto de Agoney y Ricky denotaban que pensaban lo mismo que yo aunque no lo expresaran de una manera tan entusiasta.

Su maravilloso plan era que los tres formáramos un trío, "El trío" según él, como si fuéramos Il Divo en versión cañí y roquera. Definitivamente se tenía que haber bebido hasta el agua de los floreros si pensaba que iba a aceptar semejante estupidez. Teníamos voces distintas y estilos opuestos, era imposible que aquello funcionase. Una cosa era tragar con la gira con la esperanza de volver al mundo de la música, aunque fuera por la parte de atrás y otra muy distinta era aparecer directamente en el cubo de la basura. Por ahí sí que no iba a pasar. Prefería seguir viviendo como hasta ahora que subirme a un barco con destino el fondo del mar.

Puede que lo mandase a paseo unas cuantas veces y que me acordase de toda la estirpe de Universal ante la mirada atónita de mis amigos. Puede ser. Pero algo de efecto creo que surtió cuando dijo que dejáramos la idea en stand by mientras barajaban otras opciones. Aunque si esto era lo mejor que se les había ocurrido no me quería imaginar las otras...

—Mamaíña... —balbuceé cuando salió un momento al pasillo a responder una llamada.

Aprovechamos que no estaba delante para comentar todo lo que nos habíamos callado en su presencia. Le debían de estar pitando los oídos cosa fina. Decidimos montar de forma improvisada una especie de estrategia para intentar sacar algo provechoso de esta pérdida de tiempo llamada reunión; al fin y al cabo, si queríamos volver a vivir de la música tendría que ser de la mano de esta gente, por mucho que nos disgustase la idea. Optamos porque yo forzase un poco más las cosas y que Ago propondría una alternativa para tratar de calmar las aguas. Poli bueno, poli malo.

Como era de esperar, nuestra propuesta fue desterrada al instante pero conseguimos que diesen el visto bueno a dejarnos preparar cosas individuales por nuestra cuenta y volver a reunirnos en un par de semanas. Menos da una piedra.

Salimos de allí con prisas camino al AVE, nos iba a tocar correr por la estación si no queríamos perder el tren. Lo bueno de que casi nadie se acordase ya de nosotros era que no nos pararían para pedirnos fotos, retrasándonos más todavía.

El oportuno taxista nos amenizó el viaje con "...la artista del momento, Aitana Ocaña..." sonando en la radio pero no le hice mucho caso, mi atención estaba puesta en la pantalla del móvil.

Ya era 16 de noviembre....




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¡¡¡Hola!!! 

Quería daros las gracias por las más de 20000 lecturas en la historia. Me hacéis muy feliz acompañándome en esta aventura. 

Como agradecimiento os quería pedir, si queréis, que me dejaseis en los comentarios una palabra que os guste (preferiblemente que NO sean nombres) y yo trataré de incluirlas de alguna manera en la historia, para haceros un poco más partícipes. No me lo pongáis muy difícil 😂😂😂

Nos leemos pronto.

¡Gracias!

Jamás, en tu vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora