Parte sin título 45

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Cepeda

Llegaba tarde, eso seguro, pero por más que intentase apurar ajustando la velocidad del motor al límite legal y trazando las rotondas por la izquierda, el denso tráfico de Barcelona sumaba enteros a mi retraso. Eran las diez y cuarto de la mañana cuando, por fin,enfilaba las escaleras del autobús y mi móvil ya vibraba en el bolsillo delantero del pantalón, anunciando una bronca que llegó sin siquiera tener que descolgar. Asentí con la cabeza a las palabras del delegado de la discográfica, dejando pasar el chaparrón y asumiendo mi culpa, y me recosté en el primer asiento que encontré libre. Normalmente era de los que se peleaba por coger la última fila, la de las risas y el jaleo, pero no esta vez. No era mi hábitat pues mis amigos viajaban desde Madrid y, además, tampoco quería empeorar las cosas. Bastante tenía ya en la cabeza.

No la había visto pero suponía que estaba a un número indefinido de espaldas por detrás de mí y eso fue detonante suficiente para que mi mente viajase por unos milisegundos al momento futuro que en sólo unas horas sería realidad. De nuevo la canción, esa que nos había unido por capricho del destino o de quién manejase los hilos. De nuevo juntos, desterrando las distancias autoimpuestas. Y de nuevo sobre un escenario. Ahora ya no seríamos solo nosotros dos lidiando con orgullos, rencores, corazas y corazones rotos al compás de la música; ahora esta tragicomedia también tendría público observando, alentado por los innumerables rumores de los últimos meses.

Hice el amago de mirar para atrás pero, de nuevo, el teléfono me interrumpió antes de poder divisar nada. Era un correo electrónico, de mi productor, y los nervios se apoderaron de mí. Normalmente nos comunicábamos a través de mensajes, así que el cambio de formato prendió una tenue ilusión que iluminó mi rostro.
Y así era, varios ficheros adjuntos remataban un texto que decía más o menos así:

"Hola Luis,

Acabo de terminar los arreglos de las canciones y, aunque pretendía esperar al próximo día para enseñarte los resultados en persona, me quemaban demasiado en las manos. Échales un vistazo y ya me dirás que opinas. Creo que hemos encontrado el single...

Enhorabuena por el trabajo; estoy muy orgulloso.

R. Melendi"

Y ahí estaba. La versión final de tanto esfuerzo reducido a unos pocos pares de minutos. Me habría gustado compartir ese momento, no iba a mentir, por lo que verme solo en aquel asiento camino de la nada hizo que pellizcos de tristeza golpearan mis entrañas. Tenía muchas cosas que arreglar en mi vida pero paso a paso; esta ya era una de ellas.

Saqué los auriculares de mi mochila y los coloqué sobre mis oídos, contando en dos suspiros el tiempo que tardé en darle al play. Alegría, satisfacción, vergüenza, vértigo, nerviosismo, calor, recuerdos malos, momentos buenos, reafirmación personal... una montaña rusa de emociones me sacudió al ritmo de los compases, acabando por volcar en una lágrima todo eso que tanto tiempo llevaba conteniendo dentro de mí. 

Y sí, tenía clarísimo cuál quería que fuera mi primer single.

[*]

Silencio. Murmullos. Cambios de luces. Gritos. La banda colocándose en el escenario. Más gritos. El comienzo de "Livin' on a prayer", la grupal que abría el show, desató la locura, disparando mis niveles de adrenalina hacia valores estratosféricos. Y así ocurría cada vez que ponía un pie sobre las tablas. Daba miedo, sí, pero era un miedo bonito.

Justo cuando nos disponíamos a entrar en escena, siguiendo la fila marcada, la vi pasar por mi lado, fugaz, pero lo suficiente como para dejarme clavado al suelo. Wow. Estaba diferente, saltaba a la vista, pero seguía siendo espectacular. Por muchos añicos que me hubiera hecho, seguía siendo capaz de admirar su belleza que, aunque se diga que es una cuestión subjetiva, a ella esa regla no se le aplicaba. La belleza de Aitana era un dato objetivo sin derecho a réplica.

Se había ausentado de los ensayos, alegando por boca de Amaia que estaba indispuesta, y ni siquiera la había podido ver al bajar del autobús pues Roi y su efusividad me placaron nada más bajar el último escalón, por lo que me había topado con su sorprendente nueva imagen a escasos segundos de empezar a cantar. 

Todo siguió su curso hasta que el momento clave llegó. Dos extraños mirándose a unos ojos que conocían demasiado y que trataban de rehuir sin más éxito que el de puertas hacia fuera de aquellos escasos cuarenta centímetros cuadrados en que nos encontrábamos. Ella buscaba distancia sin moverse del sitio; yo intentaba acercarme con el tono de mi voz, pero la temperatura alrededor seguía cayendo en picado. La festividad atronadora  con la que el público me había recibido con las primeras notas del NPVST, había ido cediendo hacia leves sonidos que cada vez se asemejaban más al réquiem. Y con razón.

Cada uno salió por su lado, sin despedida. Ella yéndose lejos, yo quedándome cerca para cantar "Esta vez".  Un punto y aparte o el cierre de un paréntesis, dependiendo de cómo se quisiera mirar y, canción tras canción, el telón volvió a tocar el suelo. Mañana la noria giraría de nuevo. 

[*]

No tenía hambre así que, después de hacer el paripé mareando tres míseras patatas en el comedor del hotel, me excusé aprovechando una llamada entrante en mi móvil.

Garcés. 

Mis pulmones dejaron de bombear y todo a mi alrededor se detuvo. No era muy creyente pero en ese momento rezaría hasta al Dios más desconocido de todos porque la voz al otro lado de la línea tuviese un mensaje positivo para mí.

—Dime —ni saludo ni nada, el desasosiego era demasiado como para parapetarme tras absurdas cortesías innecesarias con alguien de la familia.

—He estado investigando un poco sobre tu caso, Luis.

—¿Y? Venga, por favor, dilo ya -le apremié mordiendo mis uñas, preso de la impaciencia.

—No figura que nadie haya solicitado ese expediente desde que se sobreseyó.

Respiré. Más que hablar lo que necesitaba en ese momento era volver a darle vida a mis vías respiratorias que habían permanecido inertes, contraídas, durante toda la llamada.

—Luis...

—¿Qué? Eso es algo bueno, ¿no? —repliqué desconcertado por el tono de su voz.

—Normalmente sí, pero esta vez me preocupa. El archivo parecía intacto pero yo, que me lo conozco como la palma de mi mano, sé que falta una foto y quien haya sido se ha tomado muchas molestias en no dejar rastro alguno.

—¿Qué foto?

—LA foto —enfatizó—la del 29 de agosto.

—¡No, joder! ¡No! —grité descargando la rabia en forma de puñetazos contra la pared.

—Haré todo lo que pueda por saber quién está detrás de esto pero, ten cuidado. ¿Vale? 

Un resignado "sí" salió de mis labios antes de que mi visión se fundiese a negro y mi cuerpo fuera llevado en volandas lejos de allí.

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¡Holi!

Perdonad el retraso a la hora de actualizar pero a veces me saturo y necesito desconectar unos días para que se me pueda ocurrir algo "decente".

Siento la falta de azúcar pero era necesario. ¿Tenéis teorías sobre el secreto de Luis? ¿Y sobre lo que ha pasado al final? Me encantaría saberlo.

Nos leemos pronto, aquí o en Twitter (@_MsLullaby)

¡Mil gracias! 

Jamás, en tu vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora