Rostros borrados. Rostros sin nombre.
Cuyas lágrimas abren surcos, dejando ver cicatrices.
Una por cada batalla. Perdida. ¿Ganada?
La sangre corre cual ríos, llenando las calles.
Cayendo suplicando por paz. Por piedad.
Mexicanos al grito de guerra. ¿Proclamada hacia quién?
¿Por qué buscar vencer al hermano vencido?
¿Qué tan limpias crees tener las manos para no extenderlas hacia el otro?
Mejor levantar barreras para protegernos del enemigo. ¿No está ya adentro? ¿Sabemos si quiera quién es?
Pprque siempre es más sencillo ignorar la sangre, las lágrimas, el sufrimiento.
Justo el que llevas reflejado.
Y no son solo ellos, somos todos: los externos, los que sufren, y los que sueñan.
Porque nadie te quita más que tú al negarle al otro.
Porque la noche ha caído, pero aún queda la luz de las estrellas.