Haz dejado escrito tu nombre en cada parte de mi piel,
Grabado en mis cuerdas vocales,
Recurrente en cada momento,
Palpitante en mi vientre,
Deseante en mis labios.
En la penumbra sigo buscando tu ausencia,
En la calidez me topo con tu frialdad,
En la adversidad ya no encuentro tu esperanza.
Tu voz susurrante entre ruinas,
Clamante en las desdichas,
Prometedora,
Acusadora,
Vivaz,
Cargada de ternura,
De pasión,
Llena todos los espacios oscuros dentro de mí.
Quizá lo pasajero,
Lo furtivo,
Lo prohibido,
Es lo que me ha mantenido con vida,
Quizá tu proximidad me ha calmado, cuál bálsamo, las heridas.
Sé que al mismo tiempo estás dejando tus propias marcas,
Nuevas en mi piel,
Nuevas en dolor,
Permanentes en recuerdos,
Cálidas mientras dure el ahora.
Y sabiendo que esto es todo lo que tenemos,
Tómame como si no existiera el mañana,
Como si esta oleada de desventura y desolación nos cubriera en la eternidad,
Que si la seguridad pasajera es lo único que puedo tener de ti,
Es lo único que puedo pedir para siempre.
