PARTE NUEVE

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Clem trataba de atar sus agujetas mientras que cierto chico a sus espaldas buscaba su camisa por algún lado del sótano. Ya era de día y lo sabía por los rayos de sol que se colaban por el las rendijas del sótano. Habían cometido la estupidez de quedarse dormidos después de todo aquello, así que ahí estaban. Probablemente los demás se molesten cuando no vean a alguien haciendo guardia como pensaban. Era una mañana en la que se despertaba cansada y no tenía ganas de aguantar los gritos de Violet o las quejas de Aasim, pero era algoque enfrentar ya que eran las consecuencias de sus acciones. Pero lo cierto es, que no se arrepentía de nada.

Aquella noche con el pecoso no la cambiaría por nada en el mundo.

Es cuando la muchacha termina de ajustar sus botas que ve a Louis de espaldas contrario a ella. Como toda adolescente hormonal, se siente con el derecho de disfrutar de la buena vista que tiene enfrente, de la forma en que la espalda del joven se flexiona para ponerse su ropa.
No es necesario aclarar que se queda como una boba mirándolo, e incluso que se muerde el labio inferior al observarlo con descaro.

Pero todos sus pensamientos impropios se esfuman cuando de pronto nota ciertas marcas rojas que abarcan en su espalda, rasguños.

Son tantos que la joven se reprende por haberle hecho eso, debía doler. Tampoco entiende porqué no le dijo nada antes o le pidió que parara. Por lo que hace una nota mental de recortar sus uñas para la próxima vez, y también a Aj. Este último porque debía de enseñarle sobre higiene.

— ¿Qué? — lo escucha preguntar cuando la sorprende mirándolo. Entonces Clem se recompone y trata de actuar normal.

— No, nada.— Dice jugando con el borde de su blusa, tratando de disimular que no se había engatusado con respecto al chico. Y el otro le cree, por lo que se encoge de hombros al no recibir otra respuesta.

— Sabes, admito que mi abrigo te queda fenomenal, mejor que a mí. Pero lastimosamente te lo tengo que pedir de vuelta.— Le dice y esta asiente, por lo que se quita el abrigo café que tenía en sus hombros y se le regresa para que el contrario se lo ponga.— Y aquí está, tu gorra.— Le dice sonriendo y poniendo su sombrero encima de su cabeza rizada. La contraria le sonríe agradecida por aquel gesto, y más aún sus mejillas se encienden cuando Louis acomoda un mechón de pelo que estaba suelto. Pero más allá de estar sonriendo o ruborizada como al chico se encontraba esta estaba sería y sin ninguna expresión en su cara, por los que luego pone sus manos en sus hombros y la obliga a mirarlo.— ¿Estás bien? — Le pregunta con preocupación, los últimos minutos está había tomado cierto comportamiento, algo raro en ella que no se atreviera a verlo a los ojos. O que apenas hubiera hablado con él después que ambos despertaron juntos en el frío suelo del sótano.
Pero todo tenía una razón, y estaba segura que Louis no adivinaría siquiera lo que pasaba por su cabeza. Era un como un rompecabezas, uno muy difícil de conseguir.

— Estoy... Bien.— Es lo único que responde, realmente no está segura si le creyó, pero después toma una lámpara en el piso y se acerca a la puerta del sótano.

—Parece que los demás se han levantado, vamos.- El chico abre la puerta y sale de ahí pensando que la joven le seguía. Pero la verdad era que Clementine se queda varios segundos esperando que vuelva, no sabe por qué razón se lo debe, tal vez sigue en trance después de lo que había pasado anoche y lo que le había dicho, lo único que quería era que este se devolviera y se lo repitiera varias veces hasta que le entrara en la cabeza. Pero después de un tiempo, se dio cuenta que no lo haría. Aquello la ponía en evidencia, más aún cuando el frío la envolvía y deseaba que el otro regresara para abrigarla.



Louis venía con todos los ánimos posibles, parecía un buen día para empezar y y realmente tenía grandes expectativas también, se sentía relajado; había dormido mejor que nunca a pesar de haber descansado en el frío suelo de un sótano, y al despertar lo primero que vio fue a una linda chica vistiéndose. Vaya que se deleitó al ver cómo la rizada se cubría con su propio abrigo y trataba de acomodar con suma gracia su cabello revoltoso, aunque claro, cuando se dio cuenta que estaba todo el tiempo mirándola, ella en lugar de enojarse y golpearlo solo le aventó su ropa en la cara para que también se vistiese.  

Darling || CLOUIS || TWDGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora