3.3K 263 104
                                    

Quién hubiera pensado que cinco años pasarían volando, a pesar de eso, estoy absolutamente segura de que mi pequeña _____ está con vida. Su cuerpo nunca fue encontrado por los ninjas que fueron a buscarla.

Se que Hokage-sama no esperaba encontrarla. Pero sé que ella está por ahí, respirando y viva, solo no sé donde.

—Señorita Hana, Hokage-sama la esta llamando.

Ahí vamos de nuevo.

Después de un mes de estar en la aldea, el Hokage me hizo realizar una serie de pruebas con base al ninjutsu médico, no obtuve los resultados suficientes para ser considerada una prodigio, pero si fueron lo suficientemente destacables para una niña de 7 años, desde entonces él me persuade para ingresar a la academia ninja.

No me llama mucho la atención, pero es desesperante que siga intentándolo a pesar de todos estos años y, siendo sincera, necesito ser fuerte para ir en busca de mi hermana así que está vez aceptaré, ya me retrasé demasiado.

—Enseguida voy —le respondí al AMBU que estaba en el borde de mi ventana, tras mi respuesta desapareció en una bocanada de humo.

Agarre mi billetera y mis llaves y salí rumbo a la torre del Hokage.

Mientras caminaba miraba a mi alrededor, la aldea en sí era muy pacífica (excepto, claro, cuando un rubio con marcas de bigotes en ambas mejillas caminaba por las calles (las personas inmediatamente cambiaban su actitud)), a veces me preguntaba cómo sería si hubiera llegado junto a mi hermana aquí, si ambas hubiéramos podido vivir en paz.

Divisé la torre Hokage y pronto me adentré en ella (¿Cuántas veces había sido llamada aquí ya? Estaba seguro que podía caminar con los ojos cerrados y aún así sabría dónde estaba cada una de las cosas en ese lugar (¿y no era eso peligroso?)), a los pocos minutos me detuve frente a la puerta de su oficina y la golpeé con los nudillos, después de recibir el "Pase", ingresé.

—Buenos días Hokage-sama —hice una reverencia en señal de respeto —¿para que me necesita, señor?

El hombre exhalo el humo de su pipa antes de hablar, me pregunté distraídamente si alguna vez dejaba de fumar.

—Sabes perfectamente por que estas aquí —respondió —, necesito una respuesta ahora, Hana.

—Esta bien —susurre rascandome la nuca —, iré a la academia como usted me pide.

Rápidamente cambió su semblante de tranquilidad por una sonrisa que se extendió por su arrugada cara, se le veía satisfecho (bueno, obtuvo lo que quería ¿no?).

—Eso es lo que quería escuchar, mañana sera tu primer día, puedes irte.

Me despidió de inmediato, con su propósito cumplido ya no me necesitaba en ese lugar.

—Como ordene Hokage-sama —hice una reverencia y luego salí.

Caminando de regreso a mi departamento me di cuenta de que mañana iba a ser un día agotador.

• • • • • • • • •

Desde que llegué a Suna, hace cinco años ya, muchos cosas sucedieron. No todas habían sido experiencias agradables.

Al año de mi llegada, Gaara y yo empezamos a salir, se que suena tonto, y lo es, porque eso comenzó con una completa tontería y una muy mala explicación sobre lo que es el noviazgo por parte de Yashamaru. Sin embargo, lo que empezó como un simple malentendido pronto fue evolucionando hacia algo un poco más real, se que aún somos pequeños, pero es más un gusto inocente entre dos niños que un enamoramiento apasionado en sí.

Obviamente nadie sabe sobre esto, exceptuando a Yashamaru claro (aunque el ya no está aquí).

Y de todas formas no pudimos contarlo puesto que el dichoso Kazekage decidió adoptarme sin mi consentimiento, Gaara y yo tuvimos algunos problemas gracias a eso, pero pudimos arreglarlo a tiempo (antes de que nuestro vínculo se desmoronara).

Poco después decidimos no contárselo a nadie, a menos que el Kazekage muera (me niego a llamarlo el padre de Gaara, ciertamente ese tipo no se merece el título) o seamos considerados lo suficientemente grandes para mantenernos por nuestra propia cuenta.

No pasó mucho tiempo para que todos en la aldea nos tuvieran miedo, no sabemos de dónde salió pero ahora nos llamaban 'Los Shinigami de la Arena', de verdad, los aldeanos tienen una imaginación muy creativa.

Y para hacer honor a nuestro apodo, cada que salimos a pasear por la aldea, nos vemos fríos y amenazantes, es gracioso ver cómo tiemblan ante nuestra presencia (¡apenas tenemos 10 por todos los cielos!). Sin embargo una vez que volvemos y estamos solos, las cosas cambian, Gaara se aferra a mi mano como si temiera que desapareciera en algún momento y cuando lo abrazo se derrite ¿y no es eso tierno?

—¿Qué tanto piensas? —una voz infantil muy conocida suena tras mio, seguido de unos brazos que me rodean, está tan hambriento de tacto que aprovecha cada oportunidad para pegarse a mí.

—En lo feliz que he sido desde que llegue aquí y de haberte conocido —me giro y sonrió encantada cuando veo su tierno sonrojo —¿como es que nadie se da cuenta de lo lindo y amable que eres? son unos ciegos —le doy un pequeño y corto beso en los labios.

Eso solo logra sonrojarlo un poco más, pero de todas formas me sonríe.

—No es cierto —susurra avergonzado —, la verdad es que no se que haría sin ti Dara —entierra su cabeza entre mi cuello y mi hombro antes de abrazarme un tanto fuerte, se ve tan tierno así —, te quiero.

—Yo también te quiero Gaara-kun —le doy unas palmaditas en la espalda sabiendo que no me soltaría hasta dentro de un rato.

Hasta que, por supuesto, unos golpes en la puerta hicieron que nos separáramos, es molesto cuando nos interrumpen, aunque resignada le hago señas a Gaara para que se esconda y así lo hace.

Respire hondo y borre todo rastro de emoción de mi rostro, además de Gaara, no había mostrado otra cosa que no sea frialdad a todos los que me rodeaban. Me acerque a la puerta y la abrí, y un pelinegro se encontraba ahí.

—¿Qué quieres? —tembló al escuchar mi voz irritada.

Corrigió rápidamente su compostura antes de hablar.

—El Kazekage nos esta llamando a todos, ¿podrías avisarle a Gaara por favor? —asentí y me irrite más ante su evidente terror por, el que se supone es, su hermano menor, sin reparos le cerré la puerta en la cara, miedoso despreciable.

Unos minutos después de asegurarme de que no había nadie cerca hice una seña para que Gaara dejara de esconderse.

—¿Qué crees que nos dirá? —pregunto Gaara con molestia, saliendo de su escondite.

Se notaba que no lo quería en lo más mínimo, todo rastro de aprecio o anhelo por su atención que alguna vez tuvo desapareció tan pronto como se dió cuenta de que no intentó detener a los ninjas que le atacaban o intentaban matarlo, más aún cuando el que estaba tras los ataques resultó ser el mismo Kazekage.

—No lo se, ni me interesa —una  mueca de desagrado se formo en mi rostro —, todo lo que tenga que ver con el es repugnante —dije con desprecio hasta que note como el semblante de Gaara cambiaba, me apresure a corregir mis palabras, no quería crear malentendido entre nosotros—, excepto tú, es lo único bueno que podrá tener en la vida —sonreí aliviada cuando un sonrojo pintó sus mejillas.

—Eso fue lindo —susurro avergonzado antes de darme un beso en la frente.

—Gracias —le sonríe encantada —, vamos, deben estar esperándonos.

En mi mente suplicaba que no fuera algo malo.







EDITADO: 01/03/2022

EDITADO 2: 02/11/2023

Siempre Te Amare (Gaara Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora