I: I'll never love again

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No debería hacer falta decirlo, pero por si acaso allá va. Son personajes de ficción que nada tienen que ver con las personas con las que comparten nombres. Sus reacciones, opiniones,  y sentimientos  son mías.

Esta es una historia un poco diferente. A ver a donde nos lleva.

Como en otras ocasiones gracias Lou por tus palabras de aliento y, así en general, por existir.

¿Arrancamos?

Debería estar lloviendo.

El día debería ser triste y horrible Debería haber rayos y truenos y estar tan oscuro que pareciese que nunca más iba a llegar la luz del día.

Pero es agosto y luce un sol espléndido en Galicia. Y hace un calor sofocante.

Por eso no puede respirar.

Tiene que ser por eso.

No hay ningún otro motivo.

Porque ya no eran nada.

Desde que la llamaron hace dos días se esfuerza en llenar su pecho de aire para encontrar siempre un bloqueo. Algo que obstruye su tráquea o sus pulmones o vete tú a saber qué.

Todos llevan gafas de sol. Algunos para evitar que los deslumbren los rayos. Otros para mal disimular las lágrimas.

La mayoría ni tan siquiera se molesta en disimular.

Afortunadamente alguien ha frenado a los fotógrafos en la entrada. Una inmensa entrada de piedra encalada sobre la que rezaba el lema "El término de la vida aquí lo veis, el destino del alma según obréis".

Aitana sabe que por el resto de sus días siempre recordará esa frase. Hasta el día que ella misma exhale su último aliento.

Como recordará tantas otras cosas.

Algunas de ellas que juraba haber olvidado ya.

Porque ellos ya no eran nada cuando sucedió, no ocupó uno de los primeros bancos durante el funeral.

Se alegraba. No hubiera soportado mirar a Encarna, Luis padre o María a la cara. Aún no ha sido capaz de acercarse a darles el pésame siquiera. Hacerlo seria igual a reconocer que realmente ha pasado.

A su izquierda, Ana se apoya en Roi y los dos se deshacen en un llanto inconsolable.

El sacerdote recita una letanía sobre el polvo que somos y el polvo al que volvemos.

Él no era religioso y hubiera odiado eso. Tampoco quería un entierro, era más partidario de la incineración le explicó en una ocasión.

Pero no está para tomar esas decisiones y sus padres las han tomado por él. Son quienes tienen derecho de hacerlo.

Hacía un tiempo que no le veía y desconoce si había alguien más importante en su vida.

Intenta una vez más que el aire llegue a sus pulmones sin éxito.

Mira a su alrededor discretamente. Reconoce algunas caras entre la multitud. Pese a la insistencia de la familia de mantener su duelo en la intimidad, no han podido evitar la marea de gente que ha acudido.

Algunos le querían de verdad y necesitan decir su último adiós. Otros le admiraban desde la distancia y quieren presentar sus respetos.

Después está ella. Que no sabe siquiera dónde esta o qué esta sintiendo en ese preciso instante.

Sin tierra ni sueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora