25. I Will

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Who knows how long I've loved you
You know I love you still
Will I wait a lonely lifetime?
If you want me to, I will.
'Cause if I ever saw you
I didn't catch your name
But it doesn't really matter
I will always feel the same.
I love you forever and forever
Love you with all my heart
I love you whenever we're together
Love you when we're apart.
When I finally find you
This song will fill the air
Sing it loud so I can hear you
Make it easy to be near you
All the things you do endear you to me
Oh, you know i will

Sería muy ridículo si se desmayase en ese momento.

Habría cierta justicia poética, cierto, pero considera que ya ha sufrido lo suficiente en la vida como para merecerse superar ese momento con algo de dignidad.

De modo que se apoya en el quicio de la puerta y respira profundamente, con los ojos cerrados, para asegurarse de no perder equilibrio.

Y de que no ha empezado a tener alucinaciones.

Y es que normalmente ella solo le visita en sueños.

Pero esos breves instantes que utiliza para recuperar la calma finalizan cuando nota sus manos en su rostro y entiende que los espejismos no pueden imitar su tacto suave o el olor a coco que inunda sus fosas nasales.

- ¿Qué coño... - acierta a susurrar.

No se desmaya, no, pero tampoco tiene fuerzas para hacer mucho más que cerrar la puerta tras de sí y dejar resbalar su cuerpo por la pared hasta quedar desmadejado en el suelo.

- ¿Qué coño?- repite.

Aitana se pone en pie y vuelve al sofá de donde coge algo. Le acerca solícita una botella de agua sin hacer ningún comentario. Con total naturalidad. 

Como si lo que está sucediendo no fuese una puta locura.

Después se sienta frente a él en el suelo, cruzando las piernas y le da unos instantes adicionales para procesar la situación.

Es entonces cuando se da cuenta de los cambios en los que no había reparado hasta el momento porque estaba preocupado teniendo lo que, aparentemente, es un ataque de nervios.

El cabello de Aitana está corto. Muy cortó y rizado y mucho más oscuro de lo que lo haya llevado jamás. Y sus ojos ya no son sus ojos, sino que también son mucho más oscuros.

- No.

No sabe el cómo, sospecha el porqué, pero no está dispuesto a aceptar esa situación. No la arrastrará a ella a su condena.

Aitana se limita a ladear la cabeza y Luis se queda embobado por la curva de su cuello que con el cabello tan corto parece eterna.

- No es tu decisión- replica con una suave sonrisa.

Son esas palabras las que parecen arrancarle por fin de su estupor. Se pone en pie de un salto.

- ¡Y una mierda no es mi decisión!

Se dirige alterado hacia la ventana y la abre en busca de algo de aire fresco para respirar. Una bocanada de viento congelado y cargado de copos de nieve le empuja de nuevo hacia el interior del apartamento.

Cuando se gira nuevamente hacia ella descubre que no se ha movido desde su posición en el suelo. Solo ha borrado la sonrisa y le observa pensativa.

- Bueno, que me quede contigo es tu decisión claro- empieza- no había pensado la posibilidad de que no me quisieras a tu lado supongo.

Luis escucha sus palabras confundido. Conoce cada una de ellas por separado pero no acierta a comprender el significado de la frase en su conjunto.

Sin tierra ni sueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora