21. The end of the road

1.9K 127 157
                                    


 Although we've come
To the end of the road
Still I can't let go
It's unnatural
You belong to me
I belong to you  

El olor de la hierba recién cortada

Reposar la cabeza sobre una almohada de algodón fresco y cerrar los ojos

Una ducha caliente después de empaparse en la lluvia

El punteo de guitarra de Brian May en We will rock you.

La sensación de la arena caliente bajo los pies.

Hay pequeños placeres en la vida que uno tiende a dar por supuestos.

La última vez que beso a Aitana, Luis no sabía que era la última vez y dio por sentado que volvería a pasar.

Lo sospechaba, porque las cosas no andaban bien entre ellos. 

Pasado el tiempo, deseó poder haber disfrutado de aquel último beso, recrearse en la suavidad de sus labios, sentir sus pestañas contra sus mejillas y recorrer como un explorador cada centímetro de lengua con la suya propia haciendo un mapa en su memoria. 

Pero también llegó a pesar que no podían ser tan increibles como los recordaba. Estaba bastante seguro que sus recuerdos de aquellos besos, desde los besos suaves de buenos días hasta los besos lentos de buenas noches, eran un producto de la distancia y de la imposibilidad de que volviera a repetirse.

¡Y tanto que estaba equivocado!

Eran mucho mejores.

La ve acercarse mientras cuenta hasta diez y piensa en las muchas más de diez razones que tiene para detenerla.

Pero al sentir los labios de ella sobre los suyos sabe que está perdido.

Solo quiere quedarse en ese instante para el resto de los latidos que le queden a su maltrecho corazón.

O quizás en el siguiente instante cuando siente que la lengua de ella pide permiso para bailar con la suya.

O puede que no se pueda alcanzar mayor perfección que el momento en que ella entrelaza sus dedos por detrás de su nuca jugando con su pelo.

Y no es que él se quede quieto. Porque necesita saber si su pelo sigue siendo igual de suave al tacto y si aún es capaz de arrancarle un gemido al recorrer su paladar con la punta de su lengua.

De modo que imita su posición y se pone de rodillas enfrentándola, adorándola a ella  y al  momento en  ella en un solo gesto. 

En el fondo de su cerebro hay algo a lo que tiene que prestarle atención pero no es capaz de centrarse en nada que no sean los dedos de Aitana recorriendo con mimo su clavícula.

Pero hay algo importante, algo que se le escapa, algo que no puede dejar de lado.

En algún momento tendrán que parar para tomar aire que no sea prestado y entonces quizás pueda pensar.

Aunque es poco probable que sea capaz de concentrarse en nada teniéndola cerca.

Ese, por otra parte, gran parte del problema.

__________________________________

Cuando se enteró tomando una caña con Klaus de que Aitana ya no estaba con Martin, no supo muy bien como sentirse al respecto.

Una parte primitiva de él que ni tan siquiera reconocía respiró aliviada.

Odio con todas sus fuerzas esa parte.

Sin tierra ni sueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora