17. Tears in heaven

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Would you know my name
If I saw you in heaven?
Would it be the same
If I saw you in heaven?
I must be strong and carry on
'Cause I know I don't belong here in heaven  

17 de Agosto de 2019

Luis se despertó en su cama de Ourense.

Por última vez.

En dos semanas y a marchas forzadas, habían ultimado los detalles del plan. Quienes sabían, que él se había limitado a contemplar con una mezcla de fascinación y horror como planeaban su muerte.

Observó a su madre sentada a la mesa de la cocina leyendo el periódico y ahogó por enésima vez el impulso de hacerla partícipe del secreto.

Tenía la sensación de ir acumulando capas y capas de culpa. Al dolor que ya había causado se unía el que sabía que iba a causar.

Por su culpa Mencía estaba muerta.

Por su culpa mañana su madre creería que él también lo estaba.

Y el resto del mundo.

Se contaban con los dedos de una mano las personas que estaban al tanto del plan.

Él mismo no sabía todos los detalles y casi lo prefería así.

No debía hacer nada que se considerase sospechoso. No debía despedirse, ni actuar de forma extraña.

Más extraña que últimamente en cualquier caso.

Mañana el mundo amanecería convencido de que Luis Cepeda Fernández había muerto en un accidente de coche.

No tenían idea de que Luis Cepeda había muerto en una playa de Cambados un mes antes.

Se vistió y se despidió de Encarna. Reprimió a duras penas la necesidad de abrazarla más rato.

Elvira y Gordon, no habían sabido que contestar cuando les preguntó si algún día sus padres podrían saber la verdad.

Depende.

Era una palabra que había escuchado demasiadas veces en los últimos quince días.

No actuarían contra los Mariño hasta que hubieran pasado unos días del accidente. Dejarían que los medios de comunicación mostrasen hasta la náusea las imágenes de los hierros del aparato. Que las fotos de su funeral inundasen las portadas. Que el dolor de sus amigos y admiradores invadiese las redes sociales como un cáncer.

Y entonces, solo entonces, cuando Alberto Mariño se hubiera felicitado por su buena suerte al deshacerse por puro azar de una molestia. Cuando no tuviese la menor duda de que Luis Cepeda estaba muerto, empezarían las redadas que desmantelarían el imperio por el que había estado dispuesto a matar a su propia sangre.

Esa era la parte de la inspectora Calviá.

Le juró que su familia y amigos estarían protegidos sin ellos saberlo. Le prometió que no dejaría títere con cabeza dentro de aquella organización y que no cometerían ningún error. Ni el más mínimo fallo de procedimiento al que los abogados pudieran agarrarse tendría lugar.

Le envió un mensaje a Armand indicándole que se encontraba mejor y estaba preparado para retomar sus conciertos.

Armand se preguntaría qué había pasado en realidad, claro, pero no le dedicaría demasiado tiempo a su papel en el asunto. Escondería en un rincón de su memoria la visita de Luis pidiéndole que se pusiera en contacto con la policía, donde arrinconaba los momentos más escabrosos de su vida profesional para poder seguir adelante.

Sin tierra ni sueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora