V

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Diego, Ari y yo nos encontrábamos en la sala de mi departamento disfrutando de la chimenea, el frío del otoño ya se hacía presente, en estos tiempos era lo que más disfrutaba.

Diego nos contaba de algún chico que conoció en una fiesta pero yo no podía concentrarme por las miradas que me mandaba Ari.

Desde que nos besamos la tensión entre nosotros ha aumentado, pero no una tensión negativa si no una realmente penosa, ya no sé cómo verlo a los ojos sin recordar los suspiros que soltaba entre besos.

-... y entonces me pegó el ébola

-Mira que bien -Ari habla sin dejar de mirarme.

-¿¡Al menos me están escuchando par de bobos!?

-Perdón Diego, ¿Qué decías?

-Muy bien basta ¿qué se traen los dos?

-No sé de qué hablas -Ari se estira sobre el sillón.

-Admito que la idiotez la espero de ti Aristóteles, así que Temo, ¿qué pasa?

-N-nada Diego -mi voz sale aguda y lo odio.

-Agh son exasperantes los dos, todo por eso hoy me quedo con tu cama Cuauhtémoc. Adiós. -se levanta y se va con la cabeza en alto.

Lo sigo con la mirada sintiéndome algo culpable por no contarle nada pero una respiración cerca mío me hace voltear, me encuentro con Ari pegado a mi rostro.

-Bien, hablaba mucho -no me deja reaccionar cuando toma mi rostro en sus manos y me besa, este beso es más intenso que los otros que hemos tenido.

-Diego podría salir en cualquier momento -digo cada que deja mi boca libre.

-Sabes que está enojado y no se le pasará hasta mañana.

Tiene un gran punto a favor. Dejándome llevar comienzo a mover mis labios tratando de seguir el ritmo que Ari marca.

Así es como pasamos toda la noche frente a la chimenea repartiendo besos dulces, amorosos y sobre todo, inocentes.

𝐭𝐡𝐚𝐧𝐤 𝐮, 𝐧𝐞𝐱𝐭 ➶ 𝓐𝓻𝓲𝓼𝓽𝓮𝓶𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora