XXIII

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Melly baila sin sus tacones con un joven muy apuesto. Sus ojos brillan mientras se ven entre ellos. Ese arroz ya se coció, sólo espero que él chico no le rompa el corazón, mi Amelia se merece lo mejor.

Volteo mirando a Ari aún serio. Suspiro cansado y tomo su mano para sacarlo al jardín.

Afuera la luz que predomina es la que nos regala la luna. Ay pequeños faroles pero su luz es casi inexistente.

-Deja de estar así, no dejes que Nicolas nos afecte.

-Trato de hacerlo pero no puedo.

-¿Por qué lo piensas tanto?

-¿Escuchaste lo que dijo? ¿No piensas correr lejos de mi?

-¿Por qué debería? Yo ya no creo en su palabra, y no tiene nada de malo que hayas gustado de mi desde antes. Aunque admito que sí me impresiona.

-¿No te importa? -su cara se muestra vulnerable.

Niego antes de acercarme para besar su nariz.

-Ari, te conozco y sé que siempre me has apoyado en todo lo que me hace feliz. Ahora quiero que me escuches. Antes pude estar ciego, pude pensar que Nicolas me daba todo porque me conformaba con el cariño que el me daba. Pero desde que comenzaste a demostrar tu cariño, comprendí lo que es el verdadero querer, me sentí pleno. Aristóteles Córcega Castañeda, tú me haces feliz.

No dudo un sólo segundo en unir nuestros labios. El único sonido que llena el lugar es el sonido del agua de la fuente y nuestras respiraciones.

𝐭𝐡𝐚𝐧𝐤 𝐮, 𝐧𝐞𝐱𝐭 ➶ 𝓐𝓻𝓲𝓼𝓽𝓮𝓶𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora