PARTE TRECE

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En la pantalla apareció un muchacho frente a lo que parecía la cámara de una computadora. El chico traía un cubrebocas y gorra. Se veía poco más que sus ojos y parte de sus mejillas.
El vídeo comenzaba con él sentándose con cuidado en una silla lo suficientemente alejada para que se pudiera observar por completo. Vestía unos shorts sueltos y una playera blanca holgada. Se le veía intentando poner música a través de una pequeña bocina y al lograrlo, se levantaba de la silla y al ritmo de una balada en inglés, comenzó a desnudarse. Después de un minuto bailando hasta quedarse desnudo, regresaba a la silla para sentarse, pero está vez con las piernas encogidas y abiertas. Sus manos masajeaban su pene hasta provocarse una erección y al mismo tiempo tomaba de una mesita el enorme vibrador, con el que jugó antes de metérselo por el ano.

La baja resolución del vídeo y la diminuta pantalla de mi celular impedían que visualizara características que conocía de los cuerpos de mis compañeros de grupo, a los que había visto muchas veces sin ropa. Traté de ver si el cuerpo era el de Hongbin, pero no, no era él. Me sentí aliviado. La piel del chico era sumamente blanca por lo que N tampoco era al igual que Ravi, quién era con el color de piel más oscura después del líder.

Pensé en Hyuk y Ken, pero no, la máscara y la gorra hacían ver qué podría ser cualquiera de ellos dos. Incluso si lo pensaba, hasta podría ser yo.

El vídeo siguió avanzando, entonces el chico comenzó a jadear.

Evité que los 3 niños a mi alrededor vieran el asombro que me había embargado.

Sabía quién era.

Esos gemidos los conocía a la perfección. Muchas veces los escuché en mi oído o siendo callados por mis labios. No los podría olvidar y menos confundir.

Ken se había vuelto el protagonista.

Reconocí la curvatura a la derecha de su miembro y la forma en la que pellizcaba sus pezones cuando se encontraba a punto de eyacular.

El vídeo terminó ahí, cuando Ken se sacaba el pene de goma del ano y se levantaba para detener la grabación.

Con tranquilidad salí de la página pornográfica y guardé mi celular. Los chicos estaban con la cabeza agachada, ligeramente sonrojados y no supe si era por lo que acababamos de ver o solo era el temor a mi reacción.

—No es ninguno de nosotros 6. Si lo piensan, se parece a más de la mitad de los chicos en el medio —mi voz se escuchó calmada a pesar de que dentro de mi garganta se ahogaba un grito —. Creí que sería más interesante, pero solo es otro tipo masturbándose frente a una cámara.

Los jóvenes seguían evitando mi mirada.

—Si, fue tonto imaginar que era alguno de ustedes —el líder salia a defender a sus compañeros.

—Bastante tonto —repetí —. Me largo, solo fue una perdida de tiempo —me giré sobre los talones y caminé sin prisa hacia la puerta —. Cuando encuentren uno que en verdad valga la pena, avísenme y lo vemos.

Salí dando un portazo y esperando no desmayarme hasta llegar a la salida.

Tomé un taxi de regreso al departamento y me encerré en el cuarto de Hongbin. Esperé hasta la noche mientras mi cabeza decidía que hacer. Tenía la ferviente decisión de preguntarle a Ken qué putas estaba pensando al grabarse así. Teníamos suerte de que las fans no tuvieran muchos registros de su cuerpo y de las marcas que tiene de nacimiento, así como los lunares que hay en sus piernas y los muslos.

Era demente averiguar hasta qué punto de degradación había llegado. Exponer su cuerpo y la privacidad de su piel a gente extraña que no sabía la suerte que tenía de admirar su belleza de esa manera. Estaba molesto porque Ken estaba siendo llevado a cometer esas idioteces.

Mi cabeza giraba en torno al vídeo. La molestia y el asco estaban presentes, pero más el hecho de saber que mi amado era ahora parte de esa repulsiva cadena. Era un eslabón más en esta porquería de red. No estaba dispuesto a permitirle que siguiera haciéndolo, no lo haría. Yo debía protegerlo, debía averiguar sus razones y debía aclarar las cosas con él.

Llegada la madrugada, Hongbin apareció por fin. Se le notaba alegre y vivaz, mientras que yo me sentía una enorme masa de asquerosa baba.

—¿Sabes que amo verte en mi cama? —comenzó a decir mientras se quitaba la ropa —. Es como un regalo que se me otorga para cerrar el día.

Se subió encima de mi sin ninguna prenda. Su pene colgaba, recargándose en mi playera. Lo tome por la cintura y lo acosté en la cama. Me quedé recostado a su lado, acariciando su rostro y besando su hombro.

—Hoy fue un día de mierda, pero tienes razón. Podemos cerrar la noche dejándome beber de tus labios.

Soltó una risita nerviosa, pero linda.

—Entonces no hablemos más. Desnúdate y házme tuyo.

***

A la mañana siguiente, encerrados en mi estudio, le enseñé el vídeo de Ken. No me creyó hasta que le mostré una parte donde sus gemidos delataban su hermosa voz y le señale varias partes de su cuerpo que él también conocía.

—Esto... esto es asqueroso. ¿Porqué está haciendo esto? ¿Cómo es que no tiene más cuidado?

Hongbin estaba muy sorprendido.

—No tengo idea. Aquellos adolescentes me dijeron que se los habían pasado. Me da pánico saber quién más lo ha visto y si hay alguien que ya haya descubierto quién es.

—¿Ya hablaste con él? —sus ojos pestañearon varias veces, como si la pregunta le incomodara.

—Lo pensé, pero no sé qué decirle. Sabes que después de que rompimos no hemos hablado más que lo indispensable y que no se me acerca a menos que haya alguna cámara grabándonos.

—Dile a N.

Recargué mi cabeza en su pecho y lo abracé por la cintura.

—¡Imposible! Se pondrá histérico.

Nos reímos en silencio unos segundos.  Comenzó a acariciar mi cabello.

—Entonces no hagas nada y deja que pase todo. Ken ya no es tu problema y si lo hace ha de ser por una buena razón. Lo conocemos y sabemos que es imposible que alguien lo este obligando. No te metas en sus asuntos.

Cerré los ojos y aspire con fuerza el perfume que sobresalía de su playera.

—Lo que tú digas, eso haré.

HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora