PARTE CUATRO

274 38 10
                                    

Su boca me recibió con ganas perdidas entre lengüetazos y mordidas furtivas.

Sus manos rodearon mi cuello y me atrajeron hacia él. Su pecho subía y bajaba acelerado, traté con muchas ganas evitar tocarlo pero estaba tan metido en saborear su boca que, nuevamente, me perdí.

Le acaricié la cara, besé su mandíbula y mordí su cuello. Le subí la playera para tocarlo, no me detuve hasta el resorte de su pantalón de dormir, no traía ropa interior. Seguí bajando más allá de su abdomen y roce con la punta de los dedos su miembro que comenzaba a crecer.

—Taekwoon ah... —susurró en mi oído.

Una bola de fuego bajó a mi estómago.

Le arranqué la playera, bajé su pantalón. Me quité la sudadera y el short. Me metí entre sus piernas y alcé las suyas, nuestros miembros se rozaban haciendo más erótico el momento. Regresé a sus labios y le hundí la lengua para jugar con la suya.

Ligeros gemido comenzaron a salir de su garganta. Sus manos estaban apoyadas en mi pecho mientras que sus delgadas caderas se meneaban en un vaivén que tocaba nuestras entrepiernas.

Me alejé para verlo, tenía los labios hinchados y la mirada cristalina.

Sonrió.

La bola de fuego ardió con intensidad.

Chupe dos de mis dedos y los bajé con rapidez, su entrada era suave y tan pequeña como la recordaba. Introduje el primero sin dejar de ver sus gestos, apretó los labios y con el sonido gutural de su garganta me permitió saber que podía meter el segundo. Lo hice despacio metiendo y sacando a la par que se humedecia, sabía que podría comenzar.

Me agaché de nuevo y lo besé con suavidad. Me masturbe un poco, preparándome. Puse la punta de mi pene en su trasero.

—Tengo condones en el baño.

Me detuve en seco y lo mire.

—¿Hablas en serio? —pregunté.

Asintió con la cabeza mordiendose el labio.

—Andas con.. Ken.

—¿De que hablas? —me alejé un poco para verlo mejor.

Bin se levantó y se sentó con las piernas recogidas. Su rostro se transformó en uno melancólico.

—Te acuestas con Ken y estoy seguro que no usas protección. Tu bien sabes que él tiene un montón de... amigos —dejó de verme y escondió un poco el rostro en sus rodillas.

Comencé a razonar mejor lo que pasaba, lo vi desnudo frente a mi y de la nada el dolor permanente de su engaño me recordaron el odio que le tenía y las estupideces que hice a su nombre, arruinando nuestras vidas.

—Lo siento —contestó, mostrándome la tristeza acumulada en esos bellos ojos.

Tomé mi ropa y me vestí. Hong permaneció desnudo y con las piernas abrazadas a su pecho.

—No debió terminar así —su voz gruesa mostraba arrepentimiento.

—Ya no hay nada que hacer. Pasó lo que tenía que pasar y ahora no hay de otra más que aprender a vivir con eso. Si nos aferramos al pasado y a las cosas que pudimos hacer bien, correremos en círculos, perdiendo el tiempo en sólo pensar en todo lo que se pudo evitar —me acosté sobre el colchón y miré hacia el techo —. La vida seguirá su curso estés bien contigo mismo o no. Nadie se detendrá a tenerte lastima.

—¿A que veniste?

—A pedirte que me respondas unas preguntas.

—No, vete ahora. Ya es tarde.

—Mañana no podré hacerlo. No podré.

—Es tu problema, no el mio.

—Tu eres mi problema, todo tu eres quien me tiene así.

Escuché que suspiraba.

—¿Por qué me besaste? ¿Por qué me tocaste? ¿Por qué querías acostarte conmigo si tanto odio me tienes? —sus preguntas me tomaron desprevenido.

No podía decirle que tenía muy en claro que ya no lo amaba. Sería enredar más las cosas, además el debía suponerlo, lo he estado tratando mal todo este tiempo.

—Te besé porque eres guapo, te toque porque estás bueno y me quería volver a acostar contigo por que tenía ganas.

—¿A poco Ken no es buen amante? 

Me reí ante su tonta ironía.

—¿Estás celoso? —le pregunté y volví a reirme.

El rió conmigo.

—Estoy harto de todo, sólo es eso. Estoy cansado y tengo odio acumulado en mi corazón.

—Si, te entiendo —suspiré y volví a mirarlo.

Ocultaba todo su rostro entre las rodillas. Estiré una mano porque noté el temblor de sus hombros al contener el llanto.

—Estoy harto Leo, estoy cansado y me siento débil. Era muy feliz y creía que mi vida sería así de increíble, pero de repente, todo se acabo, se apagó la luz y me dejó en la oscuridad —levantó la cara y me miró.

Me levanté y lo abracé por los hombros, él se recargo en mi pecho.

—Si, todo salio mal. La cagaste.

—Ya deja de decir eso, lo sé.

Me pegué más a él y aspiré el olor de su cabello.
Nos quedamos en silencio varios minutos escuchando el ruido sordo del río.

—Es tarde, regresa a tu habitación.

Alzó la cara para que nos viéramos. Sus ojos brillaban por las lágrimas y la nariz estaba roja. Agaché la cabeza y lo besé, esta vez lento y pausado.

Comenzó a sollozar.

—Por favor vete —pidió.

Dejé de abrazarlo y me bajé de la cama. Caminé hasta la puerta y salí sin siquiera voltear a verlo. Al salir sentí una extraña mezcla de miedo y tristeza.

Llegué a mi habitación y entré sin hacer ruido. Los suaves ronquidos de Ken me anunciaban que estaba completamente dormido, lo que me tranquilizó. Me metí a la cama con cuidado y me relajé.

Comencé a pensar.

No tuve el valor otra vez. No podía estar a menos de 1 metro de distancia de Bin sin querer tocarlo. Estoy seguro de ya no amarlo, lo sé. Puedo sentirlo, pero hay algo en él que me nubla el juicio. Amo a mi pequeño Ken y no se realmente si pueda deshacerme de la magia que provoca la sonrisa de HongBin.

¿O es acaso que aún sigo amándolo?

Imposible... ¿Se puede amar a dos personas?

Tal vez no de la misma manera ni con la misma intensidad pero parece que si, amo a ambos.

HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora