PARTE TREINTA Y CINCO

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Me relajé cuando la cabaña que imaginaba estaría en medio de la nada, pertenecía a un conjunto de departamentos que estaban ubicados en las entrañas del bosque. No podría negar que el lujo era excesivo. En el trayecto me dediqué a ignorarlo, enviando mi ubicación a N a pesar de que me respondió muy enojado que era un idiota en hacer mí voluntad sin consultarlo. A él también lo ignoré y me concentré para evitar ponerme más nervioso.

Shin no dijo nada tampoco. Manejó rápido y sin contratiempos.

La casa era bonita, poseía esa rústica apariencia que lo hacía acogedor. Me pidió que me sentara en la sala. No pude evitar mirarlo caminar de un lado a otro, entrando y saliendo de los cuartos.

Me sentía en peligro.

A los minutos de estar ahí, regresó a la sala junto a una mujer que seguramente era del servicio, cargando una charola con vasos, una hielera y la botella llena de algún licor. La mujer nos sirvió a ambos y me ofreció la bebida. Un sorbo fue suficiente para descubrir el seco sabor del vodka.

—Bien, ya estamos aquí. ¿En qué puedo ayudarte? —dijo mientras despedía a la señora con un movimiento de cabeza.

Su forma de sentarse y lo áspero de su voz, me hicieron sentir aquel desagradable odio. Pero estaba aquí para hablar frente al hombre que estaba ocasionando que nuestra vida se estuviera llendo al carajo.

—Sabes porque pedí está reunion. Esto que estás haciendo no está bien, no lo está ni lo estará. No sé qué pretendes. Estás jugando con algo peligroso. Ni Ken ni Bin son lo suficientemente maduros para manejarlo. Quiero que te alejes de ambos.

Mis palabras sonaron autoritarias, pero carentes de sentido. La sonrisa boba de mi interlocutor se hizo presente. Parecía que veía la televisión en un canal de comedia.

—No puedes venir hasta acá para pedirlo. Yo no estoy haciendo nada que ellos dos no quieran. ¿O es que acaso crees que los obligo? Te falta mucho por crecer muchacho.

La blancura de esos dientes estaba comenzando a molestarme.

—Ya no soy ningún muchacho, y tú tampoco eres ningún adulto responsable. Parece que no te das cuenta de lo que estás haciendo. No vengo a pelear, ni a salir de aquí sin obtener lo que deseo, quiero que los dejes en paz y hablo en serio —bebí sin prisa y dejé que el ardor en la garganta me relajara.

Shin permaneció impávido.

Sus ojos me inspeccionaban.

Se recargó en el respaldo y cruzó las piernas. El vaso permaneció en su mano con el hielo derritiéndose. Volví a beber del mío, las manos comenzaron a temblarme sin razón.

—¿Escuchaste lo que dije? —pregunté.

Asintió con ánimo.

—Sí, lo hice. Te escuché bien, pero dime algo que no entiendo —guardo silencio y miró a nuestro alrededor como buscando a alguien —. ¿Quién te crees tú para decidir por ellos? Soy un empresario, no un proxeneta. Además me vale madres.

Esta vez me reí yo.

—Ellos son mis amantes y antes de eso son mis amigos. Los protejo del degenerado que eres tú.

Terminé mi bebida en un trago. Serví más.

—Tal vez estamos hablando de personas diferentes, pero tus ex amantes no están interesados en alejarse de mi. Sé que piensas que soy un degenerado, aunque cabe mencionar que la persona que más daño les hace eres tú. Me hablas muy altivo, como si fueras mejor que yo. Olvidas que poseo el poder suficiente para borrarte de la memoria del público o aún mejor, hacer que te desprecien. Regar un rumor o dos y crear pruebas falsas es mi especialidad —sin vacilar sacó su teléfono y me tomo un par de fotos que trate de evitar, pero fue tan repentino, que no tuve tiempo.

—¿Qué demonios haces? ¿Para que me tomas fotografías? —alzé la mano a la altura de lo rostro esperando cubrirme.

Shin me ignoró y lo vi teclear con velocidad por el aparato.

—Es parte del seguro que almaceno por si te vuelves loco y tratas de hacer alguna tontería, sé que eres especialista en cagarla.

—No sabes nada de mí —respondí de inmediato.

Sus ojos eran muy expresivos. Me trajeron cierta incomodidad y más verlos observar mi rostro con decepción.

—No tienes ni idea ¿Verdad? Sigues planeando y jugando al mismo tiempo. Te tomas todo a la ligera sin mirar el desastre que vas dejando. Me odias porque amenazo tu estatus de macho ante Jaehwan y HongBin. A mi lado, sólo eres un insignificante y tonto idol. Jamás serías capaz de controlar todo aquello que yo he construido, basado en mi esfuerzo e inteligencia. Eres un don nadie tratando de darte a conocer. Pierdes tu tiempo en querer pelear contra mí y resistirte ante mi poder. Crees que los dos chicos de los que estás ciegamente enamorado están siendo hechizados por mí. No te das cuenta que ambos te odian y desean alejarse de ti, porque haces mucho daño sin percatarte. Tú quieres poseer a esos dos maravillosos hombres que te amaron a pesar de que sabían que tú, eres un cáncer. Ahora están muertos por tu culpa, yo solo he levantado los cadáveres y he comenzado a traerlos a la vida. Por eso no te voy a permitir que comiences otra vez a...

Perdí la paciencia.

—Y si tanto quieres ayudarlos ¿Porqué los obligas a hacer vídeos pornográficos para chantajear a la gente? No puedo creerte sabiendo que eres capaz de semejantes vulgaridades, eres el menos indicado para decidir quién es un cáncer y quién no. Porque tú podrías ser peor aún, no puedo ni imaginar lo patética que tiene que ser tu vida rodeada de "poder", si utilizas a dos chicos contra su voluntad para ser grabados y puestos en peligro. Repartiendoles drogas como si fueran caramelos y logrando poner en riesgo su imagen y salud ...

De nueva cuenta, esa mirada sorprendida me hizo sentir que decía tonterías.

—Yo no he hecho lo que dices. ¿De dónde sacaste eso? ¿Quién te ha mentido? No lo permitiré, no dejaré que manchen mi nombre, menos tú. Quien sea que te lo haya dicho está en un error. Porque aquí el único que ha destruido a esos dos chicos eres tú. Porque sé que te haz ensañado en aplastar sus sueños con tu ridículo y falso discurso de amor.

No me di cuenta que la cabeza me dolía, ni que apretaba con tanta fuerza el vaso, que mi mano estaba entumida.

No nos quitamos la vista de encima, nos mirábamos como tratando de leer los pensamientos del otro. Su rostro se desfiguró, ya no veía la autoridad en esos ojos marrones ni la dureza de los labios. Su aspecto era el de alguien confundido, alguien a quien se le había revelado algo que seguía procesando. Yo no tenía idea de que estuviera analizando. Puse orden en las palabras dichas y traté de darle sentido.

De repente, la revelación nos llegó a ambos.

HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora