PARTE TREINTA

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Soy un hombre vengativo.

Nunca he confiado más allá de mi y de las personas que en verdad me han mostrado lealtad.

Puedo llegar a ser cruel sin medir las consecuencias, o como muchos lo han dicho, ser egoísta sin preocuparme más, que por mi propia felicidad.

***

N y yo pudimos dormir toda la tarde sin interrupción mientras que los demás entrenaban. No nos preocupamos de nada hasta que cayó la noche. Nos escoltaron hasta esa mansión, donde fuimos entregados a dos enormes hombres que nos llevaron a esa habitación. Me mantuve fuerte, esta vez esperaba que no hubiera ninguna treta y que sólo se hiciera lo que nos pidieron.

—¿No tienes miedo?

Hakyeon estuvo callado todo el camino, incluso cuando nos maquillaron y vistieron. Él, que siempre opinaba sobre su aspecto y procuraba recordarle a la estilista cual es el mejor tono para que su piel se viera uniforme, está vez se mantuvo desenfocado, fuera de sí. Sabía que estaba nervioso y pude notarlo en la forma en la que brincó asustado cuando cerraron la puerta de un golpe, encerrando a los dos en ese cuarto.

—No, estoy preparado —le contesté.

Lo miré observar con detenimiento el lugar. Se fijó en el escritorio y en la celda del fondo.

—Tranquilo, todo estará bien —lo hice sentarse y lo tomé de la mano —. Mírame. Hagamos lo que piden y salgamos de aquí.

Su rostro parecía de piedra.

—¿Aquí fue donde te golpearon?

Ambos nos enfocamos en el piso.

—Si, ahí me golpeó y me tocó.

Señaló el desorden del escritorio. Me pareció extraño que no estuviera acomodado. Una idea pasó por mi cabeza y me apresuré hacia la celda. Manchones de sangre estaban en el piso, la cama desordenada y la botella semi vacía recargada en el lavabo, eran la evidencia de esa noche.

Por mi espalda bajó un escalofrío y el recuerdo se hizo presente. Se revolvió mi estómago y todo el valor que tenía, desapareció.

N se acercó por detrás y me abrazó, recargo su barbilla en mi hombro.

—Aquí fue donde casi le arranco el pedazo de pellejo que llama pene —sus manos se apretaron en mi cintura —. Gracias por estar conmigo y hacer esto.

Dio un largo suspiro.

—Se que ya no tengo mucho que decirte, te lo he demostrado —volvió a suspirar —.  Estoy enamorado de ti y no puedo ocultarlo más. He sido paciente y sé que entre tú y yo no habrá nada más que esto, un contrato que nos obliga a estar juntos. Me ves solo como amigo y estoy conforme con eso. No soy tu tipo ideal, ya sé como te gustan, por eso nunca te fijaste en mi...

La puerta se abrió y 4 hombres entraron. Detrás de ellos estaba el maldito puerco siendo empujado en una silla de ruedas. Nuestros ojos chocaron y el temor me embargo. Trate de ocultar a N detrás de mi espalda.

Sonrió al vernos.

—Oh si. Ustedes dos hacen la pareja perfecta. Querido Leo, es un gusto volver a verte ¿Tu no estás feliz de verme?, creo que no. Vaya, es una lástima. Aún asi quería que recibieras esto.

El puerco chasqueo los dedos y uno de los hombres que lo acompañaba, se acercó a mí y me jalo al centro de la habitación. N se quedó estático mirando. El sujeto me agarró por el cuello y reduciendome, me lanzó un puñetazo directo a la boca del estómago. El aire salió por completo de mi cuerpo. Mis rodillas cayeron al suelo y el impacto me dolió, jale con todas mis fuerzas algo de aire, pero solo sentía la presión y el ardor por no poder respirar.

Su risa retumbó en mi cerebro.

—No perdamos más el tiempo, quiero ver mi espectáculo antes de que este pendejo lo vuelva a arruinar todo —escuche el chirrido de la silla siendo movida y pasar a un lado de mi —. Levantenlo y metanlo a la celda.

Un par de brazos me arrastraron hasta la deshecha cama y me tiraron ahí. Mi respiración estaba controlada. N se acercó y me ayudó a levantarme.

—¿Estás bien?

Asentí sin decir nada.

—Muevanse. Quiero que todo lleve un buen ritmo, no se detengan y hagan de cuenta que no estamos aquí. Jajajajajaja.

Su silla fue acomodada adentro con nosotros, justo delante de la cama. Los 4 hombres permanecieron parados en la entrada, custodiando que no hiciéramos ninguna estupidez.

Muchas dudas aparecieron de repente. La tensión me hizo perder la rumbo, ya no sabía ni que hacer. Me sentí atrapado y observado con odio. Presentía que los hombres detrás nuestro entrarían y me matarían, lo harían despacio. Cortarían mis brazos y piernas y arrancarian mis dientes. O solo tal vez, me darían un disparo certero en la cabeza y moriría de inmediato. Merecía el castigo por jugar ante una fuerza política. El manager me advirtió que esté puerco era el general de la fuerzas armadas de la República de Corea. ¿Qué oportunidad tendrían ante los militares? Si salíamos librados solo por tener un poco de sexo frente a él, sería más que un buen trato.

Miré a mi amigo temblar ligeramente. Mantenía erguida su espalda y sus ojos mostraban la fortaleza que a mí me faltaba.

Yo estaba muerto de miedo, tener de frente a este sujeto me hicieron recordar que el peligro era real, que si cometía otro error sería más que...

Hakyeon se colgó de mi cuello y me besó.

Su acción desprevenida me hicieron dejar de pensar, de dejar de tener miedo. Sus labios sabían a melón y la suave, pero hábil lengua, hicieron que mi cabeza flotara lejos de ahí y me concentrara en lo rico que besaba.

Su cuerpo se pegó más, sus manos acariciaron mi nuca jalando un poco del cabello que se encuentra ahí.

Un rayo de luz iluminó la oscuridad, enfocando en el centro a N. Poniendo frente a mí a un pequeño angel que comenzaba a hacerme perder la noción.

De a poco nos recostamos en la cama, mis manos buscaban los botones de su camisa y los desabotone. Las suyas acariciaban mi entrepierna sobre la ropa.

No supe que tanto lo disfrutaba, hasta que el calor se hizo insoportable.

HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora