PARTE TREINTA Y SEIS

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—Estás perdido, confundido. Haz caminado y crecido a lado de él, por eso confías ciegamente. Pero ese muchacho ha demostrado que la máscara que ha creado, está haciendo que pierdas la razón cuando estás a su lado. No te queda más que acercarte y descubrir sus intenciones. Yo no puedo contra él, me tiene atado. Estoy loco por su culpa y me martirizaria el hacerle daño o que se aleje de mí. Soy un peón, un mero proveedor de los recursos para su plan. Un plan que desconocía, me hizo pensar que me amaba, pero no lo dejaré. No va a deshacerse de mí tan fácil. Lo perseguire hasta que se de la vuelta y regrese a mis brazos... ¿Qué estoy diciendo? Él no sabe que lo he descubierto. Ni tu ni yo revelaremos lo que hablamos aquí ¿Me entiendes? Lo amo y lo protegeré, es más, negaré cada intento tuyo por separarnos...

—¡Maldición Shin, ya cállate!

El rosado de sus mejillas y el aturdimiento en sus movimientos me hicieron saber que la cocaína que inhaló hace unos minutos, estaba afectandolo.

Ya había permanecido en esa casa más tiempo del necesario. Debía irme o terminaría ahogado en el humo de los cigarros que fumaba uno detrás de otro.

—Hey, Taek Woon —Shin me llamó en cuanto vio que recogí mi chamarra y caminaba hacia la puerta —. Si vas a confrontarlo, será mejor que estés preparado. Jaehwan esconde una gran inteligencia. Podrá hacerte creer lo que desee, si tú se lo permites. No bajes la guardia, ese hermoso cuerpo guarda dentro a un demonio.

Asentí para mis adentros, porque tenía razón.

—Otra cosa —añadió —. No olvides que todo el dolor que siente es por tu culpa. Tú lo convertiste en ese demonio.

Reaccioné.

—No digas estupideces —me acerqué y lo miré desde arriba, sus ojos a penas si podían estar abiertos —. Él sabía que seguía amando a Hong Bin, yo no le mentí nunca. También lo amé y lo protegi. Él fue quien huyó en cuanto pudo, corrió hacia ti y se autodestruyo en señal de rebeldía. Yo no tuve nada que ver con eso, ya es un adulto y sabe que sus acciones tienen consecuencias. No quiero llenarme la cabeza con una culpa que no me corresponde.

—Todo su dolor te corresponde.

—No puedes culparme si no sabes lo que pasó entre nosotros. Fuimos una de...

—Jajajajajaja maldita seas —interrumpió —. Eres un mentiroso. Jaehwan me dijo lo infeliz que fuiste, que nunca reconociste que lo usaste para borrar a Bin de tu cabeza y que en cuanto tuviste oportunidad lo sacaste de tu vida. Jajajajajaja le creo más a él que a ti.

Su rostro, que siempre era frío, se mostraba sonriente y amable. Pude percibir una sensación agradable de su parte. Me sentí confiado y tranquilo.

—Yo nunca le mentí, tú en cambio lo has chantajeado desde el principio. No puedo confiar en lo que dice alguien que a aprovechado su posición, para sacar ventaja de un par de pobres almas. Tú tampoco eres un santo para venir a decirme si hice bien o mal.

—¿De qué hablas? Yo tengo una reputación intachable, pregunta a quien quieras, trabajo duro para conseguir el dinero que tengo. Y lo admito, he sido un poco bandido en asuntos del corazón, Jaehwan no es el único chico del que he perdido algo más que el corazón.

Bufé al aire. Su incomprensión era notoria. Sabía que mentía.

—Nadie habla de eso, tú y tu poca ética para trabajar están en tela de juicio. No puedo imaginar que tan enfermo puedes estar para grabar a tu propio novio y obligar a otros a hacer lo mismo, para complacer a un puñado de putos masturbadores precoces.

Sus carcajadas salieron de forma intempestuosa. Volví a llenar mi vaso y me dediqué en darle un trago largo.

—¡Eres tan divertido y ocurrente! ¿De dónde sacas tan buenas historias? Deberías ser escritor de algún drama, porque tú imaginación vuela tan alto como una parvada de patos emigrando.

Siguió riéndose e inhalando cocaína.

—No, tú mientes —contesté —. Ellos me han dicho que eres tú el malnacido que los obligó a hacer los vídeos. Puedo apostar que también fuiste tú el que chantajeo a nuestro CEO para que yo tuviera que verme mezclado con la enfermedad mental que posees.

—Hey, Leo. Puedo ser un maldito ególatra y narcisista, llegar a ser nihilista y drogadicto. Pero nunca un mentiroso. Si te digo que yo no los obligué a grabar nada, deberás creerme. Mi honor está en eso, en mi palabra.

Lo vi terminar su bebida y servirse otro poco que tomó de un trago. Sus ojos no dejaron de verme directamente. Sentí la incomodidad perforandome y obligando a que le creyera.

Me sentí ebrio en ese momento.

—¿Me estás diciendo que Ken y HongBin se pusieron de acuerdo y me hicieron creer que eras tú el que los obligaba a grabarse? ¿Qué sentido tiene eso? No puedo creerlo, es imposible. Los conozco y no son capaces de eso. No.

Un collage de recuerdos inundaron mi mente de su sonrisa, de sus palabras pronunciando mi nombre y el calor que emanaba su cuerpo siempre que necesite apoyarme en alguien. Ambos aparecieron en mis pensamientos, cada uno con sus detalles y personalidades.

—Jaehwan tiene acceso a mi equipo de filmación y le he enseñado a editar y a grabar. Me puedo culpabilizar por proveerle el contacto con las drogas, eso fue inevitable. Simplemente veme a mí, no puedo dejar de consumir. De eso sí échame la culpa, de volverlo adicto, pero fue inevitable, es más, le prohibí a todos mis dealers que le vendieran. Algunas de las que tiene me las roba o no sé de dónde las consigue —lo amarillento de su rostro me asustó un poco, pero la coherencia de sus palabras me tranquilizaba.

La revelación era clara.

—Entonces es él, el que ha montado todo —hablé en voz alta.

Shin asintió con la cabeza ladeada. Ambos suspiramos.

"¿Qué haré?". Pensé.

—Yo lo amo —la voz se me quebró —. Lo amo más que a Bin.

Lo amo...

Mi corazón se apretó en mi garganta haciendo que me faltara el aire.

—Ok, ok —Shin se incorporó para sentarse en el sillón y servirse un poco más de alcohol —. Entonces lucha por él, porque yo lo haré. Te lo arrancaré y lo haré mío por la eternidad.

Negué.

—Él no es un premio que se deba ganar. Sí ha usado a todos a su alrededor para llevar a cabo un plan que desconozco...

—Se está vengando de ti, ¿O es que no te das cuenta? —sus interrupciones estaba hartandome, aunque esta vez había dicho algo que jamás pensé.

La garganta me ardió con mayor dolor. Pensar en ese tipo de traición era doloroso.

—No tengo porqué estar hablando contigo sobre esto.

Esta vez no me detuve y salí de ese lugar, dejando a Shin hablando solo. No dejé de caminar hasta que llegué a la carretera.

HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora