HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)

PARTE CINCO

El estudio de grabación estaba lleno de gente.

Todos me miraban sorprendidos, mi voz los tenia estupefactos. Mire a cada hombre y mujer detrás del vidrio del pequeño estudio donde me encontraba. El diminuto cuarto con espuma aislante y el enorme micrófono frente a mi eran todo lo que necesitaba para ser feliz.

-Perfecto como siempre. -El altavoz me dejo escuchar la voz del productor.

Asentí ante todos y me quite los audífonos para salir.

Me dieron más felicitaciones y palmadas en la espalda. Mis compañeros estaban sentados detrás del tumulto de gente que les impedía verme y me dirigí a ellos quien también me felicitaron pero no con las mismas ganas que los hombres mayores.

Ken seguía molesto conmigo por lo que no levantó el rostro del celular y Bin solo sonreía.

Después de toda la mañana y tarde de práctica y grabación, nos recordaron la cena con el hijo del sr. Shin. Serían meros formalismos y una presentación ante la persona que nos ayudaría a grabar y editar los vídeo para Vixx Tv. Se eligió un restaurante caro por lo mismo la forma de vestir era esencial. Nos dieron el vestuario de la compañía y cada quien eligió un traje.

N no me había quitado la vista de encima y parecía muy atento a todos. Como siempre se le veía preocupado como si estuviera cargando con los problemas de todos.

Si solo hubiera podido sacarme de la cabeza el sueño tan horrible de la noche anterior, ahora estuviera enojado por la actitud de Ken, pero estaba tan asustado, que no hice gran caso y puedo asegurar que eso era mayor molestia para él.

Antes de ir en camino a la cena, tuvimos 1 hora libre. Yo me encerré en el cuarto de grabación al que había obtenido derecho por parte del manager. No edite ni compuse nada, solo me acosté en el sillón y me dedique a pensar, tenía maltratado el sentido común y eso me molestaba. Me desesperaba tener que sentirme molesto por ser idiota y dejarme guiar por el impulso que siempre me atormenta.

La estupidez con Ken, el casi acostarme con Bin, la mirada inquisidora de N y el remordimiento... ahora era eso uno mas de mis problemas, el miedo iracundo y desesperante del poder de tu mente para recordarte tu pasado y las pendejadas que haz hecho. Se que lo pagaré, lo pagaré con creces, matar a un hombre inocente nunca es algo que se quede así, seré castigado, ya sea en el infierno o aquí mismo, donde la señales de mi penitencia comienzan y será muriendo de amor por un hombre y de deseo por otro.

Auguro un futuro terrible, pero ¿Quien soy yo para interponerme con mi destino?

-¿Leo? -Tocaron 3 veces a mi puerta y pude distinguir de inmediato la voz. -¿Puedo pasar?

Con pesadez me levanté y le abrí. Sus ojos manchados en tristeza y duda me recibieron.

-¿Qué ocurre? -Pregunté al chico de hoyuelos.

Bin entró y cerró la puerta con seguro.

-Desapareciste y quería saber como estabas. Anoche... anoche fue raro. Yo... lo que paso no... ¿Que está pasando?

Se quedó parado junto a la puerta, recargado en la pared donde colgaba un cartel con nuestra imagen. Todos sonreímos pese a que en ese tiempo, no había pasado ni 24 horas de la muerte de Mink...

-Anoche no dormí bien, quería poder descansar un poco antes de conocer a nuestro nuevo integrante de equipo. Déjame solo.

Recargue la cabeza en el respaldo del sillón y cerré los ojos. Espere escucharlo salir, pero mis esperanzas se esfumaron cuando sentí su peso sentarse a mi lado.

-Quiero que todo sea como antes. -Su voz se fue apagando hasta quedar en un susurro.

-¿Volver a antes de debutar, de los inversionistas, de tus mentiras, el homicidio? Elige. -Abrí solo un ojo para mirarlo.

Estaba quieto, se veía genial con el traje negro y camisa azul, no llevaba corbata y su perfume era el mismo que le había regalado Ravi en su cumpleaños.

-¿Puedes dejar de ser cruel y perdonar mis errores? -Sus palabras habían salido pausadas.

Suspiré con lentitud.

-Nos orillaste a cometer el mayor pecado en la vida. Te dejaste guiar por tu egoísmo. No me vengas con...

De la nada estiró su mano hacia mi cara y se acercó con velocidad hacia mis labios. Me beso con fuerza, mordiéndome y dando lengüetazos que no pude evitar corresponder. Nuestros cuerpos se fueron acomodando hasta que lo tuve debajo mio aferrándome a sus caderas y abriendo sus piernas.

Los minutos pasaron desapercibidos, temblaba ante los roces de sus dedos y la forma tan delicada con la que estaba comenzando a encender mis entrañas con los gemidos en susurros que me estaban consumiendo en pasión.

-¿Leo? Se que estas dentro, la luz esta encendida. Quiero que hablemos. -Jaehwan se escuchaba enojado.

Volvió a tocar la puerta y movió la manija en su intento por abrirla, pero seguía con el seguro.

Nos detuvimos en seco.

Me quité de encima de él y me acomodé el saco y metí la camisa dentro del pantalón. Hongbin hizo lo mismo y  se fue a sentar en la silla frente a la computadora.

-¿Leo? -insistió Ken y tocó nuevamente.

Abrí la puerta y lo vi parado frente a mi, no permití que pasara y oculté con mi cuerpo el interior. 

-Sí, ¿Qué ocurre?

Se veía molesto.

-Vi a Hong venir hasta acá. 

Ahí iban sus celos que rara vez mostraba, pero ante mi pasado con el pequeño, era muy duro.

-Hola Ken, aquí estoy. -Bin se levantó de donde estaba y camino hacia nosotros.

Me hice a un lado para que lo viera. La sorpresa y enojo inundaron la cara de Jaehwan. No le contestó, solo lo miró como si fuera a arrojarsele para golpearlo.

-¿Qué ocurre? -Repetí para distraerlo.

Ahora la mirada furiosa fue para mi.

-Esperaré mi turno. N dice que es hora de irnos. -Se dio media vuelta y se alejo con paso rápido por el pasillo.

-Esta muy celoso de mi. - Dijo Bin una vez que volví a cerrar la puerta.

El remordimiento se presentó de inmediato, podría perder la confianza que me tenia mi novio, por que eso era, mi novio. Me aceptó incluso con el corazón roto y respirando solo por pura necesidad mientras que con mucha paciencia me fue alejando de la sombra y prendió en mi una vela para alumbrar mi camino. Hong tenia razón, Ken le tenía mucho rencor por lo que había hecho conmigo y yo mismo me encargué de avivar esa flama. No tenia ningún derecho de comenzar una aventura con otro chico y menos por el que casi moría.

Si no ponía en orden el desastre que estaba creando, después podría ser demasiado tarde.