PARTE QUINCE

109 18 1
                                    

El pánico se hizo presente en mis movimientos. Subí a tropezones hasta la habitación previamente reservada y puse todos los cerrojos esperando evitar que mi autocontrol escapara.

—¿Porqué le contaste? ¿Porqué lo sabe? ¿Qué hiciste?

Me senté en la cama y oculté mi rostro entre mis manos. La cabeza me daba vueltas mientras escuchaba a Ken entrar al baño y abrir el grifo del agua. Podía presentir que la sombra negra estaba a mi lado dispuesta a tragarme. No lo podía soportar, no estaba preparado. Escuchaba el agua seguir corriendo, entonces me levanté y toque a la puerta.

—Por favor sal, necesitas contestarme. ¿Me escuchas?

Me dispuse a abrir la puerta cuando salió. Sus ojos encendidos en un rojo intenso y la palidez de sus labios me alarmaron. Era como ver a un fantasma.

—No hables, no quiero escucharte. No necesito que tú también me des órdenes.

Me tomó de los hombros y me empujó hacia la cama, donde caí con fuerza a la vez que se subía encima de mi. Me besó desesperado mientras sus manos desabotonaban mi camisa y bajaban mis pantalones.

Perdí el control de la situación y también lo despoje de su ropa. Nos quedamos desnudos y hambrientos por comernos. Le abrí las piernas y me permití disfrutar de su carne hasta saciarme. Me vacíe dentro de él mientras la lista de preguntas seguía pasando por mi cabeza. Rasguñe su piel ahí donde su corazón habitaba y desgarre su interior en un intento fallido por perdonarme. Su respuesta fue besarme como si de verdad me amara y gritar mi nombre cuando el calor se hizo insoportable. Sacamos el aire de nuestros pulmones, entonces me recriminé por ser un demonio, por ser despreciable y por no poner alto a mi egoísmo. En esos momentos, mientras Jaehwan se corría en la sábanas, pensé en Hongbin y el dolor que le causaría enterarse que había vuelto a acostarme con Ken.

Me acosté a su lado, asustado de mi. Me abrazó como protegiéndome y beso mi frente dándome a saber que todo estaría bien. Mi pecho seguía ardiendo, el olor de su cuerpo era tan fino, que parecía que nuestro sudor era agua.

—¿Porque estás tan cambiado? —mi voz estaba algo ronca.

Escuché su corazón acelerarse.

—El que lo hayas elegido a él me mató.

Tragué saliva y la garganta me ardió.

—Perdóname —fue todo lo que pude decir.

Dejó de abrazarme y salió de la cama. Se agachó por su chamarra y revisó los bolsillo. Lo ví sacar el mismo frasco de pastillas y llevarse un par a la boca.

—¿Qué es eso que tomas?

—Calmantes.

Lo miré observar el bote de sus manos.

—¿Me odias?

La chamarra escapó de sus dedos y calló a la alfombra, haciendo un ruido seco.

—No.

Se metió al baño, encerrandose y abriendo la llave del grifo.

Mi estómago dolió y no sabía la razón. El verlo de esa manera estaba haciendo que mi cuerpo reaccionara. Este no era él mismo chico del que me enamore, aquel que iluminaba la habitación donde estuviera y que brillaba tan intenso, que era imposible no amarlo. Se presentaba este hombre oscuro y con los ojos cegados de dolor. Tenía miedo de saber que yo era la razón de su tristeza, que yo lo orille a tomar calmantes y a hacerlo tan voluble, que un par de palabras lo hicieran enojar.

Cuando pasaron 10 minutos y el agua seguia corriendo, toque a la puerta.

—Por favor sal, necesito que hables conmigo. Necesito saber qué te está ocurriendo —no hubo ningún ruido —. Este no eres tú, dime qué pasa. Tenemos que solucionar esto que hay entre los dos, pero no puedo hacerlo si te encierras —seguí sin obtener respuesta —. ¿Porque me trajiste aquí? ¿Solo para que cogiéramos? Esta bien, entonces seamos amantes, así como lo propusiste. Vine aquí para hablar y enmendar mi error. Sé que fui un hijo de puta que no te merecía, pero suficiente me has castigado al saber que confías tanto en Shin que le contaste nuestro más grande secreto. ¿Me estás escuchando? Sal, no arreglaremos nada de esta manera ¿Jaehwan? —escuché que cerraba el grifo del lavabo, esperé pero no hubo ninguna respuesta ni tentativa de que fuera a salir —. Odio saber que soy el responsable de este cambio en ti, lo entiendo y lo lamento. Por favor perdóname.

Estaba recargado en la puerta, con el corazón latiendo desesperado y un montón de sentimientos acumulado en mi pecho. En ese momento supe que estaba más que arrepentido, me sentía culpable.

La puerta se abrió, dejándome ver al hombre que me saco de la miseria cuando más me estaba ahogando.

—Por favor perdóname. Fui un completo idiota.

Su rostro estaba húmedo por la lágrimas y su cuerpo temblaba. Su fragilidad me recordaron a Hongbin, en este momento se parecían tanto que los conecté.

—Se que estás arrepentido, yo también lo estoy. Deja de hablar y vuelve a llenarme de caricias —se aferró a mi cuello e inicio el beso, aquel que, sin darme cuenta, me estaba llevando a su locura.

Esa noche, me hizo olvidar todo y me llevó hasta las puertas del infierno, abandonadome ahí.

***

Eran casi las 5 de la mañana, cuando regresé en taxi al departamento. Ken se había quedado dormido y no estuve dispuesto a interrumpir su descanso solo para que me regresará. Le dejé una nota agradeciéndole y me salí del cuarto de hotel sin mayor escándalo.

Todos ya estaban levantados a excepción de Bin. Los ojos de mis compañeros fueron fríos al mirarme entrar por la puerta y atravesar la estancia oliendo a sudor y a sexo.

Pero nadie dijo nada. Ya nadie lo hacía.

Arrastrando los pies me metí a bañar y salí con prisa para despertar a mi pequeño Bin quien para mi sorpresa, estaba terminando de ponerse colonia cuando entré.

—Buenos días —saludó.

—¿Cómo amaneciste? ¿Estás más descansado?

Me sonrió a través del enorme espejo de su habitación y asintió.

—Estoy mejor.

A las 6 de la mañana, y con todo el sufrir de mi cuerpo, salimos en dirección a la compañía. Estábamos nominados a unos premios que se presentarían en un par de días. Teníamos que preparar la estúpida presentación que daríamos esa noche. Mi alma reclamaba descanso con cada paso que daba y Hongbin se dio cuenta, porque su notorio desconcierto a mi enorme cansancio, lo hacían imaginarse cualquier cosa, hasta que sus sospechas fueron fundamentadas por mi idiota reacción al ver a Shin y Ken entrar agarrados de la mano al estudio.

Me veía a mi mismo entrando de nueva cuenta a este torbellino de mentiras. Recordé verme mentirle a Bin sobre la verdadera relación que tuve con Mink o a Ken sobre mis sentimientos hacia Hongbin. Sabía en lo que podía terminar todo, porque a mí alrededor, la gente que se atreve a amarme, termina perdiendo la razón.

HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora