PARTE VEINTIDOS

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Soy buen bebedor, puedo presumirlo.

Encerrado en el único lugar donde podía conseguir paz, me atrinque media botella de ron sin pensar.

Sus palabras taladraron mi cerebro y ahora no podía dejar de seguir pensando en lo que Hong Bin reveló

La madrugada se adelantó y mi embriaguez a penas comenzaba. Escuché el audio de los gemidos que Hakyeon envío por mensaje. No se podía manipular la voz de ambos, él tenía razón, eran ellos.

Me recosté en el piso frío del baño y subí el volumen de la música. La balada fue llenando el pequeño espacio mientras me obligaba a no llorar. Tenía ahora un propósito y era liberar a Bin y a Ken de Shin. Ese hombre estaba obligando a ambos a grabar vídeos pornográficos para venderlos y así guardar el secreto de la muerte de Mink.

Era de esperarse, pero jamás me dediqué a analizarlo.

Cómo bien había dicho Hong Bin, era un idiota.

Me quedé dormido.

***

—Agarra sus pies y ayúdame a levantarlo.

—¿Cómo puede pesar tanto si es tan delgado?

Abrí con dificultad los ojos y me ví flotando en el aire.

—Apesta horrible a alcohol.

—Mira, la botella está vacía.

—Tápalo, estuvo toda la noche en piso, no queremos que se enferme.

—Siempre ha sido muy débil de espíritu. Él cree que es todo un hombre, pero sigue siendo un niño.

La comodidad de mi cama y sensación de la cobija abrigandome, hicieron que volviera a dormirme.

***

La vibración incesante de mi teléfono, me despertaron. Ví con dificultad la llamada entrante en la pantalla en medio de la oscuridad. El manager insistía hasta que conteste.

—¿Sí? —la boca me sabía a vómito.

—¡Por fin! Tienes a toda la maldita compañía buscándote. ¿Dónde estás? Tienes mucho trabajo como para que te dignes a faltar. Necesitamos que vengas en este momento.

—No puedo, no lo haré. Iré mañana.

—No estás en ninguna posición para decidir lo que harás. Trae tu maldito trasero aquí si no quieres que yo mismo lo haga —colgó el teléfono antes de que pudiera contestarle.

Me paré con dificultad, seguía mareado. Tenía ascos y mi estómago estaba a punto de arrojar lo último de alcohol. Me precipité sobre la taza del baño y vomité violentamente.

Pedí un taxi y me quedé dormido en el trayecto. Mientras caminaba hacia la oficina del CEO, los trabajadores y el personal no pudieron evitar verme con asco y lástima. Sabía a lo que olía y sabía cómo estaba mi aspecto. No me importaba, nada importaba. Había asuntos más importantes en los cuales preocuparme antes de siquiera pensar en mi.

—Eres tan idiota que deberíamos despedirte, pero para tu buena fortuna vales lo suficiente para que volvamos a pasar por alto tus pendejadas. El CEO esta furioso, prepárate.

Entré arrastrando los pasos y sin permiso me senté frente a él. Levantó la vista de su celular y se quitó los lentes para verme.

—El pequeño Leo.

Sonrió de forma ladina.

—Se que no he venido, he estado enfermo.

—Si, el alcohol que despide tu cuerpo hace más creíble tu enfermedad.

No supe que decirle, había sido idiota de mi parte imaginar que no sabría lo que pasaba.

—Me disculpo por mí falta de compromiso.

El CEO comenzó a reírse.

—¡Ay! Eres tan divertido. Siempre has sido un Idol excepcional, nunca tuvimos problemas contigo hasta que tú amor enfermizo por Bin casi hace que destruyas esta empresa. Deberías estar agradecido, las fans te aman, el público te ama, por eso no te hemos dado una patada en culo y corrido de aquí, porque tus errores han sido tan graves que no mereces perdón.

La cabeza me dolía tan fuerte que me estaba costando trabajo tener abiertos los ojos.

—Por favor, dígame porque estoy aquí.

Volvió a ponerse los anteojos y me mostró la pantalla de su celular. Pude ver un vídeo pausado, tomado desde arriba, donde Ravi estaba sobre Bin abriendo y sosteniendo sus piernas mientras claramente se veía que lo penetraba.

Regresaron las nauseas.

—No están pidiendo dinero, quieren algo más —le quitó la pausa al vídeo dejando que siguiera corriendo.

Los gemidos de Bin se escuchaban casi como gritos mientras que los gruñidos de Ravi hacían que mi corazón se detuviera. Me hizo ver cómo se cogían de una forma violenta a mi chico, como si Ravi estuviera fuera de sí.

Quité la vista en cuanto el pendejo aquel se corría dentro.

"—Bésame, bésame."  Le exigía Hong Bin.

"—Me vuelves loco." Contestaba el maldito rapero.

—Es suficiente. Quitelo por favor.

—¿Porqué? Si es divertido —contestó el CEO de forma burlona.

Me molesté.

—¿Que es lo que le están pidiendo? —pregunté.

"—¿Te gustó? ¿Quieres más? Podría follarte toda la noche si me lo pides."

"—Haz conmigo lo que quieras, haz lo que quieras. Vuelve a besarme."

Esta vez sí pausó el vídeo. No podía creerlo, me quería hacer creer que no eran ellos. Estaba asqueado.

—No sé si te diste cuenta, pero ambos están ebrios o drogados, no lo sé. Deberías verlo completo para que veas esos detalles —le quitó la pausa y los gemidos de Hong volvieron a sonar.

—¿Qué es lo que le están pidiendo? —repetí, la paciencia estaba terminando.

—Si esto llega a salir a la luz pública ustedes estarán acabados, no solo ellos dos, sino todos nosotros. Nuestra credibilidad y buen trabajo se vendrán abajo solo porque dos de nuestros idols son homosexuales y los grabaron teniendo sexo en un estado de embriaguez bastante notable. Seríamos perseguidos y acosados por los medios y las fans locas. ¿Te imaginas eso? Todo nuestro esfuerzo se esfumaría solo por algo así.

—Comprendo todo, estoy conciente de que un escándalo así nos afectaría y nos marcaría para siempre. Por favor dígame ¿Que es lo que le están pidiendo? —una idea cruzó por mi cabeza. ¿Porque el CEO había querido hablar solo conmigo?

Se levantó de la enorme silla y se acercó a mí, sentándose en la orilla de su bonito escritorio.

—Seré directo. Quieren que vayas a una fiesta privada y hagas un espectáculo exclusivo para unos cuantos hombres. Eso es todo. Ya me enviaron la dirección y el código para que te permitan entrar. No te vas a negar. En cuanto salgas irás con el manager y seguirás todas sus órdenes. Ahora lárgate y date una buena ducha, la necesitarás.


HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora