PARTE VEINTE

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Ninguno de los dos llegó al ensayo. El manager estuvo todo el día marcando a mi celular. Ignore cada intento de los demás miembros y del CEO en comunicarse conmigo.

Caminé desde el hotel hasta el departamento. Necesitaba pensar.
Recorrí las calles sin ánimos y con la cabeza sumida en un sin fin de pensamientos que me llevaban al odio. Esto no debería ser así, no debería continuar rogando por atención ni por amor. Estaba comenzando a hartarme de las estupideces de todos, lastimandome.

Llegué y el lugar estaba vacío. Aún faltaban unas horas para que los chicos regresaran. Hakyeon continuó marcando sin que yo tuviera la educación de responderle. Apagué el celular y me encerré en el cuarto de Bin. La cabeza seguía taladrandome y espasmos de dolor aparecieron en todo mi cuerpo. Parecía que Jaehwan había inyectado veneno con su mordida.

Me quedé dormido a los minutos de recostarme en la cama. El fuerte olor de la piel de Hong Bin combinado con su perfume favorito, daban como resultado una fragancia bastante adictiva.

***

Los ligeros ronquidos, que parecían más suspiros fuertes, fueron los que me despertaron. Bin dormía a mi lado, con los brazos cruzados y casi boca abajo. Su piel brillaba y el púrpura de sus párpados le daba el aspecto inocente que tanto adoraba en él. Me gustaba de la manera más pura. Amaba todo aquello que viniera de él, ya fuera lo malo pero sobre todo lo bueno. No poseía defectos más allá de ser flojo y bastante manipulable. El chico que yo conocí, a sufrido muchos cambios que ahora lo hacen un ser bastante nervioso y paranoico. Se ha mantenido estable desde que regresamos, ha ido comenzando a confiar más en mi. Ya no hemos peleado ni mucho menos hemos tenido problemas ni malos entendidos. Se ha vuelto cariñoso y regresó a concentrarse en su carrera. Lo veo estudiar más y preocuparse por mejorar. He intentado ayudarlo en todo lo posible, siendo así nuestro lazo mas significativo. Amo cada forma que su cuerpo y alma posee. Es tan simple hacerlo sonreír que me provoca la necesidad de hacerlo a cada instante. Aunque ahora esté en medio de una pelea interna estúpida, puedo decir que si pudiera escoger a alguien como compañero eterno, sería él.

Sus ojos se abrieron en cuanto me moví para acariciar su rostro. Tenía la mirada cansada, pero sin perder ese brillo. Protegería a toda costa su pureza.

—Hola —lo saludé y al mismo tiempo me acerqué para besarle la frente.

—Hola.

Y ahí estaba esa sonrisa, iluminando el lugar y haciéndote saber que todo estaría bien.

—¿Tiene mucho que llegaste? ¿Qué hora es?

—El manager nos trajo hace como 2 horas. Te ví aquí escondido mientras todos estábamos preocupados. No quise molestar y me recosté a tu lado. Creí que aguantaría el sueño, pero terminé durmiendo contigo.

Acurrucó la cabeza en mis muslos. Comencé a despeinar su cabello.

—Tengo hambre.

Se sentó a mi lado y me abrazó, escondiendo la cara en mi cuello.

—Vayamos a bañarnos y salgamos por algo. El manager estaba tan enojado que olvidó alimentarnos.

Me paró jalandome hasta el baño. Nos desvestimos entre risas y pellizcos. No notó el enorme cardenal que invadía mi hombro, ni la marca profunda y roja de la mordida de Ken, hasta que entramos a la regadera. El dolor punzante y la poca movilidad de mi brazo lo alarmaron.

—¿Qué te paso? ¿Con qué te golpeaste?

Evité que mirara con detenimiento y lograra visualizar la perfecta forma de la dentadura de Ken.

—Por favor, no hagas preguntas —contesté.

Cerró los ojos y suspiró.

Él se encargó de lavarme el cabello y pasar el jabón en toda mi piel. Tuvo cuidado con la mordida y señaló un par de rasguños en mis caderas. No hizo preguntas, ni comento nada, pero pude notar la pequeña tristeza en sus ojos.

Me ayudó a curar y poner una gasa en la herida. Beso mi cuello y espalda. Acarició mi rostro y masajeo mis brazos y piernas. Me cepillo el cabello y me prestó una sudadera con un pantalón deportivo para salir. Nos escabullimos hasta la salida y tomados de la mano atravesamos el enorme estacionamiento para no salir por la puerta principal y encontrarnos a N.

Llegamos hasta el restaurante de comida rápida y pedimos lo más sencillo del menú. Nos escondimos de las miradas curiosas y comimos en silencio, observandonos y sonriendo cada vez que mordiamos la hamburguesa que pedimos. Estando a su lado, podía estar seguro de que su amor era real, que no había mayor lealtad en sus ojos que la miraba. Me sentía a gusto y amado. En estos momentos le pedí a mi estúpido corazón que solo bombeara sangre para Hong Bin, que mi testaruda y débil mente se enfocará a hacer feliz a este hombre. Porque a pesar de lo que hemos pasado, siempre obtuve el cariño y respeto de Bin. Errores cometemos todos y el mío fue creer que Ken me amaba, siempre fue egoísta y manipulador. Ahora, estando metido en asuntos ilegales, no quería verme inmiscuido. Me haría a un lado para evitar todo el daño que se avecinaba, porque el homicidio de Mink sería revelado, estaba seguro. Por eso quedaba disfrutar la vida y la libertad lo más que pudiera.

Yo desde el principio me enamoré de Hong Bin. Me aferré a él y luché a mi manera por tenerlo. Me gané su corazón con paciencia y ahora puedo disfrutar de él sin que nadie me lo arrebate. Porque es un buen hombre y sé que aprendió de sus errores. Ahora está viviendo decentemente y enfocado en si mismo, yo seré parte de su futuro y juro que lo protegeré.

Regresamos en la noche, después de haber paseado y gastado nuestro dinero en cosas sin importancia. Nos encontramos a Hakyeon en la sala como esperándonos. Nos miró a ambos tomados de la mano y sonriendo de felicidad.

—Necesito hablar contigo, a solas —me señaló la terraza que daba a la avenida y me indico que lo siguiera.

Besé a Bin en los labios y se alejó riendo hasta su cuarto.

Hakyeon estaba recargado en el barandal desde donde se podía visualizar la ciudad y sus caóticas calles.

—¿Ahora que ocurre? —pregunte sin ganas y parandome a su lado.

Se volteó para encararme. Su mirada fue dura y había enojo acumulado en sus labios.

No estaba preparado para lo que me diría.

—Ha salido un nuevo vídeo. Por ahora solo nos mandaron el audio, pero descubrimos de inmediato quienes son —lo ví tragar salida —. Nos están chantajeando. Le pidieron al CEO dinero para no publicarlo en internet.

De inmediato pensé en mis noches con Ken e imaginé que los del vídeo éramos nosotros. Podía asegurar que ésta sería una venganza de su parte. Aún así le pregunté.

—¿Quienes son los del vídeo?

Bajó los ojos y se revolvió el flequillo que le tapaba la frente.

—Son Bin y... Wonsik.

HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora