PARTE DIEZ

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Ensayé con furia, no hablé con nadie, me concentré en mi.

Estuve decidido a dejar de pensar en todo y orientarme en lo que debería enfocarme, mi carrera.

La parte trágica de todo ocurrió cuando Ken se volvió loco e hizo a un lado las decisiones que tomábamos como equipo y se asignó como el salvador del grupo, decidió hablar con el CEO y pedir ser exclusivo para Shin. Él y el manager hicieron un trato con el inversionista a lo que esté aceptó. Entonces no hubo más discusión, Hakyeon se sintió decepcionado de Ken que no nos dijo nada y menos tomó en cuenta nuestras decisiones.

"-Sere más fuerte que Hongbin, no cometeré errores. Confíen en mi."

Yo morí de celos, enojado y patético me callé y esperé. No sé puede simplemente ignorar que tu novio esté dispuesto a prostituirse, no era siquiera algo que debía pensarse. El me tenía a mi pero ignoro por completo mi opinión y se dejó llevar por el impulso estúpido de su irracionalidad.

Pero seguía sin poder creerlo, de hecho, nadie podía creerlo.

Caí en cuenta de lo mucho que me importaba Ken cuando llegó un regalo a nuestra puerta después de firmado el acuerdo con Shin. El mensajero, que no era otro más que el chófer del millonario le entregó a mí novio una caja roja, del tamaño exacto para guardar un anillo. Se lo probó frente a todos y lo enseñó cómo un triunfo.

Por la noche y con la cabeza más fría me aferré a la idea de confrontarlo. Mi sangre estaba caliente y tenía la ferviente determinación de hacerlo entrar en razón, estaba siendo inmaduro.

Lo encontré sentado en el sillón que teníamos para leer, junto a la ventana. Veía su celular con el rostro serio. Entré en silencio y cerré la puerta con seguro. Desde la vez que me acosté con Bin, habían pasado dos semana y Ken estaba poniendo una distancia amplia, lo notaba pero no quise decir nada.

-Pareces tranquilo a pesar de no saber en lo que te has metido.

Hablé al mismo tiempo que me senté en la orilla de la cama de frente a él.

Alzó la mirada y sonrió.

-Se en que me estoy metiendo, no tienes que preocuparte. No quieras expiar tus pecados conmigo.

Dirigió la mirada al celular y me ignoro.

-No estoy tratando de expiar nada. Me preocupa que no midas la magnitud de lo que pasará. Crees que será fácil pero no, estás vendiendo tu dignidad. -Estire la mano para poder alcanzar la suya, pero me lo impidió.

Apagó su teléfono y lo metió en la bolsa delantera de su pantalón.

-Perdí la dignidad en el momento que comencé a amarte.

Sus ojos centelleaban y la sonrisa en sus labios desapareció.

-No entiendo. -Respondí.

Pero si lo entendía y temía por lo que pudiera contestarme.

-Si lo sabes. -La voz se le escuchó quebrada. -Si lo sabes, así que no vengas con tus aires de santo y buen novio.

Las manos comenzaron a sudarme. Me quedé callado observando cómo su rostro se desfiguró a la vez que pequeñas lágrimas enmarcaban sus bonitos ojos.

-Eres un desgraciado. -Me dijo.

Por mi pecho bajó un pedazo de hielo que fue desgarrando mi garganta hasta el estómago.

La respiración se me cortó.

-No entiendo que dices.

Estaba comenzando a sentirme incómodo. Sabía a donde pararía esto, pero seguiría fingiendo no saber nada y eso hizo molestar a Ken porque se levantó como impulsado por un resorte y se aventó sobre mi, me acostó en la cama y se montó sobre mis caderas. Al principio creí que me abrazaría, pero no. Sus manos comenzaron a tirar golpes fuertes sobre mi rostro pero con la palma abierta.  Sus manos chocaban con velocidad en mi cara que comenzó a sentirse caliente y adolorida. Me cubrí lo mejor que pude, sabía que lo merecía y sabía perfectamente que él estaba enterado.

-Detente. -Grité en cuanto pude tomar sus muñecas e inmovilizarlo. -Detente.

-Eres un maldito. No trates de fingir. ¿Me creíste tan imbécil, tan ingenuo? ¿Siquiera tuviste en cuenta cuanto daño me ocasionaría? -Hizo una pausa para suspirar con tristeza. -¡¡Te odio Taek Woon!!

Encogió todo su torso sobre mi y escondió su rostro en mi pecho para llorar. Le solté las manos para abrazarlo. Sus sollozos se escuchaban apagados como si tratara de reprimirse y obligarse a no llorar.

-Lo siento. -Susurré.

-No digas esa pendejada porque no lo sientes. Eres un hijo de puta. -Respondió al mismo tiempo que se levantó y caminó a la puerta. Se detuvo y sin voltear, agregó. -Terminamos.

Salió de la habitación y después, del departamento.

***

No volvió esa noche.

Estuve todo lo que resto del día acostado sobre nuestra cama abrazado a su almohada y sintiendo el enorme peso del remordimiento. Me maldije mil veces. Lo tenía merecido.

El viento congelado entraba haciendo bailar la cortina. La luz blanca de la luna se abría paso por la ventana para no dejarme a oscuras.

Intenté dormir, la cama me absorbía y no dejaba que me levantara. Su olor me transportaba a su sonrisa. Al sonido de su voz susurrando a mi oído canciones de amor y a la inquietud de su espíritu para hacerme sentir amado, para sacarme de la miseria en la que estaba metido por el hombre que ahora nos separaba.

Durante el tiempo que estuve tratando de comprender porque había hecho sufrir a mi amado Ken, marqué varias veces su número, sin obtener respuesta y dejé docenas de mensajes pidiéndole me dejara explicarle y describiendo lo mucho que lo amaba.

Antes de dar la media noche, N entró con un vaso con leche y el semblante preocupado.

-Antes tenía total control sobre ustedes, todos confiaban en mi y me consideraban para darles consejos. -No prendió la luz, solo se sentó a mi lado. -Ahora todos son unos desconocidos para mí.

Me quedé callado y quieto.

-Somos lo mayores Leo, debemos ser más responsables. Llevamos la batuta sobre las decisiones importantes, por eso debemos ser sabios y razonables.

No quería escucharlo, deseaba estar solo y se lo dije, pero me contestó con un gruñido.

-No, debes tomar una decisión, no puedes seguir jugando y tomar todo a la ligera. Estás causando mucho daño y no solo a dos de mis amigos, sino a ti mismo.

Imágenes del pasado atacaron mi memoria. Recordé cada uno de los momentos que marcaron mi vida, las voces, los sentimientos, el dolor, la ira, la alegría, el amor, la tristeza, el sexo, la soledad, la decepción, el miedo, el egoísmo... todo aquello llegó de golpe a mi cabeza como un choque decidido a hacerme reaccionar.

Pero soy un hombre estúpido.

HERENCIA (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora