Natalia se mantuvo todo el resto del día ausente, y, tanto su padre como Alba, se lo hicieron ver varias veces. Ángela, por su parte, por su puesto que no objetó nada, pues la mujer sabía perfectamente qué le pasaba a la muchacha de tatuajes.
La pelinegra intentaba hacerse la desentendida, a pesar de que no funcionaba. Sin embargo, Alba y su padre desistieron al comprobar que la joven no iba a contarles nada.
Al llegar la noche, las dos chicas se fueron a dormir directamente. Estaban demasiado cansadas como para quedarse a ver la televisión o algo. Aún así, también se debía a la tentación que era estar solas en una habitación por la noche, compartiendo cama. Así que optaron por irse a descansar, o al menos a intentarlo, pues ninguna pudo pegar ojo en toda la noche.
El calor que desprendía el cuerpo de la otra las mantuvo en vela. Por mucho que lo intentaran, no conseguían concebir el sueño y cabe decir que no era demasiado cómodo dormir en el filo de la cama con la intención de evitar el contacto.
Pero eso tan sólo pasó la primera noche, la segunda se dejaron vencer por el cansancio acumulado de la noche anterior, sumado al del ganado durante el día, y durmieron como dos bebés. Al despertar por la mañana, se encontraron echas un lío de brazos y piernas.
Natalia despertó primero, pero no se movió, se permitió ser egoísta y disfrutar del calor de Alba. Pero, cuando la respiración de la rubia comenzó a acelerarse y supo que estaba despierta, comenzó a moverse perezosamente, simulando que acababa de abrir los ojos tras un largo y reparador sueño.
Ese mismo día, Ángela, que se había propuesto intervenir en la relación de las dos chicas, no dejó de intentar involucrarlas en situaciones que impulsaran los sentimientos de las chicas, pero ambas estaban tan ilusionadas con los detalles que no se percataban de lo que la madre de Alba intentaba hacer.
Sin embargo, su novio, sí que lo hizo.
-¿No crees que es mejor dejarlas a su paso?— le comentó divertido, observando como las dos jóvenes se dirigían al bar más cercano.
Todo había comenzado porque a Alba le había entrado con urgencia ganas de hacer pis. Había bebido mucha agua, y ahora le pasaba factura. La rubia era de las que no le gustaba entrar a baños públicos sola.
En la universidad siempre entraba con alguna compañera, cuando salía iba con alguna amiga, si estaba con su madre le pedía que la acompañase...
Así que la muchacha, como era costumbre, le pidió a su progenitora que la acompañase al servicio, pero ella, con la excusa de que quería pasar un rato a solas con su novio, comprometió a Natalia para que fuera ella quien escoltara a Alba.
-Si las dejo a su paso no lo harán nunca, cariño— la mujer sonreía con diversión en dirección a las dos jóvenes que ya se habían metido en el restaurante. Se agarró al brazo del hombre sin dejar de mirar en la misma dirección.
Y no sólo eso, su plan nació bastante antes de que planearan el viaje. Una habitación para cada una no les habría costado más de treinta euros, de ahí que las dos chicas se encontrasen compartiendo cuarto.
El padre de Natalia observó a su novia con un gesto gracioso.
-Llevas razón, pero no sé si esto acabará como queremos...— dijo un poco para sí mismo, cosa por la que se ganó un golpe no muy fuerte de su pareja— ¿Y ahora qué he hecho?— dijo el hombre exagerando un poco.
-No seas tonto, por supuesto que va a acabar bien— apoyó la cabeza en el brazo del hombre y se impulsó para darle un beso.
Al volver las dos chicas, la mayor pensó que hubiera sido mejor entrar sola o esperar para ir al baño más adelante. Lo había pasado realmente mal, con la pelinegra a dos pasos de ella en el pequeño servicio del restaurante.

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Musa // Albalia
FanfictionTras una serie de encuentros fortuitos más bien desagradables, la aversión mutua se palpa en el ambiente cada vez que Alba y Natalia, dos chicas que no se conocían de nada, se encuentran en un radio menor a veinte metros. Pero, cuando todo parece vo...