A Alba y Natalia le vinieron bastante bien las vacaciones que iban a afrontar. Ambas se encontraban demasiado estresadas con la aproximación de los exámenes, y, aunque las dos se hallaban muy preparadas, no podían evitar sentir el peso de la ansiedad en sus hombros.
Entonces, esa pequeña escapada les iba a venir realmente bien para liberar tensión.
Tuvieron que salir muy temprano para tomar el Ave hacia Sevilla bastante pronto. Por ende, la noche anterior, las dos se abstuvieron a salir con toda la pandilla, aún habiendo sido Navidad.
Las dos muchachas, compartieron auriculares durante las tres horas que duró el viaje en tren. Ninguna se dirigió a la otra en ningún momento, pues se encontraban más sumidas en sus pensamientos que nunca, preparándose para lo que se avecinaba.
Tanto Alba como Natalia tenían los nervios a flor de piel. No dejaban de darle vueltas al hecho de que, por las cinco noches consecutivas, iban a tener que compartir cama. Sus padres no veían la necesidad de tener que reservar una habitación para cada una, así que optaron por rentar una sola para las dos.
Pero claro, los adultos eran completamente ajenos a la tensión sexual que las rodeaba últimamente.
Desde el casi beso de hace un par de semanas, la rigidez se podía cortar con un cuchillo cada vez que las dos mujeres compartían una habitación con menos de veinte metros cuadrados.
Cuando por fin llegaron y abandonaron el tren, lo primero que hicieron fue recorrer la gran ciudad en busca del hotel en el que se pensaban hospedar. No les costó demasiado llegar, pues el lugar era bastante cercano a la estación, pero sí hay que mencionar que se perdieron un par de veces.
Una vez en sus respectivas habitaciones, todos comenzaron a sacar del equipaje la ropa que podía arrugarse.
Alba y Natalia ni si quiera se miraron. Simplemente entraron e hicieron lo propio. Aún así, la situación se había tornado demasiado incómoda para las dos, por lo que la mayor intentó sacar conversación.
-¿Cómo llevas la carrera?— luego de hablar se maldijo, justo hacía cuatro días que le había preguntado por la universidad. Pero Natalia no pareció darle importancia, pues la verdad es que agradecía el intento por ignorar la obvia tensión.
-Creo que bien, tengo unas cuantas dudas que María tiene que resolverme, pero por lo demás bien— sentenció mientras colocaba una chaqueta en la percha—. ¿Y a ti?
Alba tardó en responder. La verdad era que no sabía demasiado bien como estaba afrontando su penúltimo año de universidad, la carrera se había vuelto complicada, pero se tranquilizaba pensando en que al final siempre acababa aprobando todo.
-Igual, pero yo no tengo dudas— le hizo ver—. Sólo tengo algunas asignaturas muy pesadas.
La pelinegra asintió, sin saber qué más decir. El silencio las rodeó de nuevo luego de aquello.
-Joder Nat, no podemos seguir así— declaró la rubia que ahora llevaba el pelo más claro, se había teñido hace unos días—. Se me hace muy incómodo.
Natalia no quiso mirarla, por eso se entretenía con la ropa para tardar más y no quedarse sin nada que la pudiera mantener alejada del roce con Alba.
-Ya lo sé— respondió todavía sin cruzar miradas—, pero no podemos hacer nada, sólo dejarlo pasar.
Escuchó a la pequeña suspirar a sus espaldas. La chica tatuada tragó saliva, cada vez se le hacía más difícil controlarse, y lo que pudo pasar el otro día todavía la perseguía. No podía volver a perder el control de esa forma.

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Musa // Albalia
FanficTras una serie de encuentros fortuitos más bien desagradables, la aversión mutua se palpa en el ambiente cada vez que Alba y Natalia, dos chicas que no se conocían de nada, se encuentran en un radio menor a veinte metros. Pero, cuando todo parece vo...