Capítulo 10

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Pero mirad que bebe más guapo❤ 


Con cada día que pasaba, la tensión sexual entre las dos chicas se acentuaba más. Todo parecía ir en contra de ellas porque, a cada día que pasaba, se veían envueltas en situaciones a cada cual más complicada que solo parecían conseguir ponerlas más nerviosas.

Como el lunes, cuando la madre de Alba básicamente les propuso que empezaran a salir juntas porque según ella "las veía casadas y con niños". Y todo por el hecho de que ambas chicas, durante la cena, propusieron adoptar un gatito entre las dos.

Gatito que finalmente adoptaron.

Justo ahora estaban en casa de María, las dos junto a Marta, viendo una película. Latas de cerveza por doquier, bol de palomitas en mano y mucha energía concentrada.

María y Marta ya estaban al tanto de la situación de las dos chicas. Primero Natalia se lo había contado a María, pero finalmente decidió hablarlo también con Marta, pues igualmente era su amiga.

-Tías, qué pelmazo de día— habló la Mari con voz cansada—. Estoy más aburrida que una peseta en época de euros—se lamentó acurrucándose contra el cuello de Alba, que no apartaba los ojos de la película de animación que habían decidido ver. A ella le encantaba ese género.

Marta intervino, más aburrida que una ostra también.

-Pues sí, deberíamos hacer algo interesante con nuestras vidas.

Natalia y Alba se miraron. Ellas dos estaban bien con la situación, pero si sus amigas pensaban quedarse dormidas, preferían hacer algo con la misma. No les apetecía salir a ninguna, excepto a María, quien siempre estaba dispuesta a apuntarse a cualquier bombardeo.

-¿Cómo te va con Damion?— le preguntó Natalia a Marta, recordando que habían empezado a salir más en serio y hacía tiempo que no le preguntaba nada.

-Bien, es muy mono— reconoció su amiga—. El otro día me trajo un ramo de rosas sin venir a cuento, y yo estaba pensando, ¿puedo comérmelo ya?

La pelinegra sonrió, contenta por ver a su amiga tan feliz.

-Pues yo el otro día conocí a un tío— intervino María abriendo otra lata de cerveza—. No recuerdo su nombre, pero tengo su número— de pronto saltó del asiento con más energía que nunca, como solía ser ella—. ¡Joder, está buenísimo! Pero me da vergüenza preguntarle su nombre.

Sus amigas la observaron con gracia, recordaban bien a ese chico.

-¿Pedro? ¿Pol? Empezaba por P pero no consigo recordar el nombre exacto...— la Mari se quedó pensando un momento, hasta que Alba la interrumpió.

-Era Pablo, María, Pablo.

A la madrileña se le iluminó el rostro.

-¡Eso!— exclamó riéndose y cogiendo el móvil rápidamente para cambiar el nombre del contacto del chico a quien tenía agregado como "tío bueno"— Pablo, creo que voy a enamorarme de ti— musitó con gracia al ver la foto de perfil del muchacho.

Sus amigas se rieron de la actitud de María, siempre la catalogaban como un personaje.

-¡Joder! Pues ahora que lo recuerdo— comenzó la rubia de pelo corto al ver el gato de la Mari llegar entre maullidos—, el otro día mi madre nos dijo que Nat y yo deberíamos salir juntas— miró a Natalia con ojos graciosos, pero sin poder evitar sonrojarse— ¡Y todo porque estábamos pensando en adoptar un gato!

Natalia observó a Alba, intentando disimular sus verdaderas emociones, las cuales se hallaban a flor de piel.

-No fue así exactamente— intervino la aludida—. Tu madre sabe que ambas somos bisexuales, y si estamos todo el día dándonos abrazos y tal, es normal que pueda llegar a imaginarse cosas. Aunque no lo veo normal, en la vida podríamos llegar a ser nada.

Musa // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora