Vale, pesetas, aquí os traigo un capítulo así de sorpresa random por todo el apoyo recibido en la nota anterior, la cual voy a eliminar.
Me ha quedado claro que la gran mayoría prefiere los capítulos largos, así que así van a ser. De nuevo, muchísimas gracias por todos los comentarios positivos que estoy recibiendo, os amo con locura beibis. Muchísimas gracias por todo, sois lo mejorcito de wattpad.
Ahora sí, disfrutad del capítulo y besos Albalia para todxs!!!
Madrid de noche siempre le había fascinado. Y ese día, mientras volvía a su casa desde la de María, le pareció más bonito que nunca. Sabía con certeza que se debía al buen humor que cargaba sobre los hombros tras lo ocurrido con Alba esa misma tarde.
Llegó a su portal y subió los pisos necesarios para acceder a su apartamento.
No llamó, giró la llave directamente, encontrando el piso totalmente a oscuras, excepto por la leve penumbra que se divisaba desde la puerta producida por la luz que emanaba de la pantalla de la televisión.
Cerró detrás suyo y caminó el largo pasillo hasta llegar al salón.
Divisó la pequeña cabecita de Alba sobresalir por el respaldo del sofá, pero parecía estar tan ensimismada en lo que estaba viendo que no se percató de la presencia de Natalia.
Decidió asustarla. Se aproximó lentamente, sin hacer ruido, y cuando estuvo a escasos centímetros de la rubia que la traía babeando desde hacía ya un tiempo, la asustó produciendo un ruido seco y tomándola de los hombros.
-¡Me cago en la puta!— exclamó Alba dando un sobresalto monumental. Sentía su corazón latir fuertemente contra su pecho. Se llevó la mano al sitio, comprobando que latía completamente desbocado.
Se giró hacia la pelinegra, que casi se tiraba al suelo de la risa y la miró asesinamente. Si las miradas mataran, Natalia estaría muerta en mil vidas diferentes.
-¡Zorra! Nat, no me des esos sustos, ya sabes que soy una cagada— se quejó mirando fijamente a la chica que seguía retorciéndose de risa. A Natalia le pareció la frase más adorable que había salido de su boca— ¡Oye, ya puedes parar de reírte, eh!
-Lo siento— se disculpó limpiándose una lagrimilla que caía de su ojo—. Es que me ha hecho mucha gracia.
Alba, que pensaba que se estaba disculpando por haberla asustado, volvió a matarla con los ojos.
-Te odio mucho ahora mismo— le escupió sin maldad, sacando la lengua como solía hacer cada vez que se burlaba de ella.
-Pero qué tonta eres— dijo mientras rodeaba el sofá y se acercaba a ella—. Ven aquí— con suavidad abrió sus brazos y encerró a la pequeña rubia entre ellos, que enterró por inercia la cabeza en el pecho de la más alta.
Disfrutaron, sin ser conscientes, de la proximidad de la otra. Sin embargo, cuando se separaron, lo ocurrido en la tarde, que habían olvidado por toda la gracia del momento, les vino a la cabeza como si se tratara de un relámpago. Y todo se volvió incómodo.
Pero la pelinegra estaba decidida a dejarlo todo claro. Así que, luego de sostenerle la mirada a la rubia por largos segundos, preguntó:
-¿Y nuestros padres?— Ángela terminó su turno cuando las sorprendió en la cocina y su padre debería haberlo acabado también hace tiempo, pero notaba la falta de los dos adultos en la casa.
-Han ido a pasear— respondió únicamente Alba, guardándose para sí misma lo que su madre le había dicho antes de salir con su novio por la puerta: "Nos vamos para que puedas aclararlo todo con Natalia cuando vuelva, estaremos aquí sobre las diez"—. Dijeron que volverían alrededor de las diez.

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Musa // Albalia
FanfictionTras una serie de encuentros fortuitos más bien desagradables, la aversión mutua se palpa en el ambiente cada vez que Alba y Natalia, dos chicas que no se conocían de nada, se encuentran en un radio menor a veinte metros. Pero, cuando todo parece vo...