A Natalia le sabía muy mal haber tenido que cortarle el rollo a sus amigos, pero sabía mejor que Alba tenía que descansar y con ellos allí no iba a poder estar tranquila.
En cuanto se despidió de todos, que se veían bastantes preocupados por la pequeña, Natalia volvió al cuarto de Alba, con un vaso de agua con sal, pues sabía de sobra que la rubia debía de tener muchísima sed y ese era el mejor remedio para su situación.
Lo primero que le impactó al entrar fue el olor. Un hedor fatídico, y nunca mejor dicho, le golpeó las fosas nasales al momento de abrir la puerta. Luego, se percató del líquido verdoso manchando los peluches, parte de la colcha de la cama y toda la cara y el cuello de Alba.
Natalia chasqueó la lengua con fastidio antes de acercarse a Alba y depositar el vaso en la mesita de noche. La tomó por las axilas, sin poder evitar mancharse de bilis, y la enderezó.
-Vamos a la ducha— la comenzó a dirigir hacia el baño, agradeciendo que la chica no oponía resistencia. Una vez allí la sentó sobre la tapa del inodoro y la mandó a que se quitara la ropa, y se lavara un poco.
La pelinegra era consciente de que le estaba pidiendo demasiado en el estado que la otra se encontraba, pero quería evitar a toda costa tener que verla desnuda.
Otra vez.
Aún recordaba como era su cuerpo sin ropa. Cada curva, cada detalle y... Dios, tenía que dejar de pensar en eso, mas no era el momento ni el lugar.
Esperó pacientemente unos diez minutos para volver a entrar. Se encontró lo que esperaba: Alba en el mismo lugar, la misma posición y, para variar, un poco de vómito nuevo recorría su pequeña mandíbula.
-Si es que estas cosas sólo me pasan a mí— se acercó a la rubia y la condujo a la ducha. Allí le despojó de su ropa y, evitando observar más de lo normal el cuerpo de la chica, abrió el grifo del agua fría. Alba pegó un respingo en su sitio, al sentir el contacto con el agua congelada.
Natalia se vio expuesta al mismo agua que Alba cuando esta la agarró por los brazos, en un intento por huir del tacto glacial.
-Me cago en la puta, qué fría está— se quejó la pelinegra en el primer momento que el agua hizo contacto con su piel—. Alba, suéltame, sólo voy a enjabonarte.
Natalia tocó las manecillas del grifo y graduó el agua para que saliera algo más templada. Le dio igual verse chorreando, ahora lo que más le preocupaba era la pequeña, y no terminaba de entender por qué.
Alba se dejó hacer. A Natalia comenzó a preocuparle que no hablara, pero sabía perfectamente que todo era efecto de la droga.
Le enjuagó el cuerpo con suavidad, lo mismo hizo con su corta melena. La secó con cuidado y la enfundó en su pijama habitual. Se vio obligada a tener que recostar a la pequeña en su cama, pues la suya estaba repleta de vómito.
Cuando se dio la vuelta para dejarla descansar, luego de obligarla a tomar el agua con sal, la dulce voz de Alba habló.
-Nat— susurró con lo que a la pelinegra le pareció la voz más tierna que había escuchado jamás. No sabía bien si era por la forma en que la había llamado o por la armonía relajante en su voz, pero su corazón comenzó a latir como loco—, no me dejes sola.
Natalia, todavía de espaldas a Alba, cerró los ojos. Seguía sin reconocer que estaba perdida, pero sabía muy en el fondo que la rubia comenzaba a abrirse paso en un lugar de su corazón llamado "debilidad".
Sin decir nada, se giró y se introdujo en la cama, sintiendo el calor que emanaba el cuerpo de la muchacha. Más ganas sintió de abrazarla, sin embargo se abstuvo de hacerlo, sólo empeoraría el desmadre que se arremolinaba en su pecho.
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Musa // Albalia
FanficTras una serie de encuentros fortuitos más bien desagradables, la aversión mutua se palpa en el ambiente cada vez que Alba y Natalia, dos chicas que no se conocían de nada, se encuentran en un radio menor a veinte metros. Pero, cuando todo parece vo...