Capítulo 19

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-Hoy no hemos ganado tanto— comentó Alba cuando depositó la guitarra en el sofá, en donde Milka estaba acurrucada y salió corriendo—. Pero bueno, lo hacemos más por pasatiempo que otra cosa.

Natalia, que volvía de dejar su guitarra en su cuarto, se acercó a Alba para tomarla de la cintura y depositar un casto beso en sus labios.

-Es normal, hay días buenos y malos— le dijo cuando la soltó. Se aproximó a su gata, que las miraba ahora desde el marco de la puerta, y la cogió en brazos apretándola contra sí misma—. No entiendo por qué no le pusimos Alba, si se parece a ti.

La rubia salió a carcajadas.

-Es igual a mí— comentó con sarcasmo y diversión.

-Sí porque mira, tiene los ojos del mismo color que tú, es blanquita, como tú y encima es adorable, como tú— no despegaba los ojos del felino, que comenzaba a retorcerse en los brazos de Natalia, por lo que terminó soltándola.

Alba rodó los ojos sin perder la sonrisa.

-Oye, ¿cuándo vas a visitar a tu madre?— le preguntó captando la completa atención de la pelinegra a medida que iba sentándose en el sofá. La observó, a espera de su respuesta, que no llegaba. La veía moverse nerviosa— ¿Qué te pasa?

Natalia caminó hasta sentarse a su lado en el sofá, en donde le tomó las manos deteniéndose expresamente en admirarlas y acariciarlas con delicadeza.

-Bueno, es que... Quería proponerte algo— detuvo el cosquilleo en las manos de su chica y alzó los ojos hasta conectarlos con los esmeralda de Alba, quien la escuchaba atentamente—. Hablé con mi madre para pasar todo el verano con ella, antes sólo acababa visitándola en fechas especiales y pensé en ir a verla más veces.

Se detuvo para coger aire.

-Acabé decidiendo que pasaría todos los veranos con ella de ahora en adelante, pero claro, no contaba con que iba a pasar esto— movió una mano entre ellas, señalándose, haciendo referencia a su relación—. No quiero tener que llevarme un verano entero sin verte, pero tampoco puedo decirle ahora a mi madre que no. Así que había pensado que... podías venirte conmigo si quieres, y así conoces a mi madre y a mi hermano, seguro que te van a caer bien.

Soltó todo de golpe, nerviosa por la contestación de Alba. Ya llevaban cuatro meses saliendo juntas y, a pesar de que su chica ya conocía a su padre, obviamente, no era lo mismo que conocer a su madre.

Esperó pacientemente por una respuesta.

Pero lo cierto es que la rubia se había bloqueado, no se esperaba semejante proposición. Como tardaba en responder, Natalia pensó que estaban yendo demasiado rápido e intentó quitarle hierro al asunto.

-Mira, no te preocupes, se me ha ido la pinza, entiendo que pienses que estoy yendo muy rápido. Mejor olvídalo y...

Alba frunció el ceño y la interrumpió.

-Me encantaría acompañarte— le sonrió con la luz propia que transmitía su rostro.

A Natalia se le formó una sonrisa tonta en la boca. No esperaba que fuera a aceptar.

-¿De verdad?— le dijo sacando su acento más potente. La ilusión que la había invadido le había llevado a olvidarse de disimularlo.

Alba asintió con una sonrisa antes de besar con ferocidad a su novia, que le correspondió como sólo ella sabía.

Habían acabado los exámenes ya. A ninguna le había quedado ninguna asignatura pendiente, por lo que podrían disfrutar el verano con una tranquilidad merecida.

Musa // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora