Natalia, que desde la conversación con Miki se había propuesto dejar claro su situación con Alba, terminó por no hacer nada.
Pero no porque le vencieran las dudas.
Sino porque los exámenes se avecinaron y no tuvo cabeza para otra cosa. Se centró tanto en sus resultados académicos, los cuales fueron excelentes, que dejó de lado el tema de Alba. En casa pasaba la mayor parte del tiempo encerrada estudiando y, cuando salía para despejarse, era la rubia quien se encontraba estudiando.
Así que estuvieron muchos días sin coincidir en un rato libre.
Hasta que, la semana libre post-exámenes y anterior a que empezasen las clases de nuevo, ninguna de las dos chicas tenía nada más productivo que hacer.
-¿Qué tal los exámenes?— le preguntó Natalia al sentarse en el sofá, en donde la pequeña se encontraba viendo un capítulo de Stranger Things. Finalmente, Natalia se adelantó y cada una iba a su paso.
No obstante, la pelinegra, en secreto, la había pausado para volver a retomarla con ella.
-Bien, he aprobado todas con buena nota, excepto en una que he sacado un siete— le respondió sin apartar los ojos de la televisión. Natalia sonrió y se aproximó a besarle la mejilla—. ¿Y a ti?
-Igual, y no te quejes que un siete no es mala nota— le regañó con tono bromista para darle un pequeño golpe en la cabecita rubia.
Alba se rascó el lugar golpeado, fingiendo dolor e indignación.
-Eres muy bruta, Nat.
Natalia le hizo una mueca, a lo que Alba no pudo evitar romper en risas. A la chica tatuada, quien había visto la película recientemente con la rubia, se le asemejó a la risa del tiburón de Nemo, y no dudó en hacérselo saber, provocando que la pequeña se riera aún más si era posible.
-Vamos a merendar— le dijo la pelinegra dándole un leve apretón en el muslo.
Alba pausó el capítulo y siguió a Natalia hasta la cocina, en donde ambas se prepararon la merienda a su gusto. La mayor, al ser vegetariana, optó por unas tostadas con aguacate, un yogurt y leche sin lactosa. Por otra parte, la menor se preparó un tazón de cereales rellenos y un trozo de pan con jamón serrano.
Volvieron al salón y allí degustaron la merienda a la vez que terminaban de ver el capítulo de la serie.
-Voy al baño— anunció Alba, sintiendo que su vejiga no aguantaba más. Al volver, notó su plato un poco más vacío. La morena intentaba disimular una sonrisa delatadora que a duras penas lograba contener.
Alba alzó las cejas, mirándola con reproche.
-No me cabe en la cabeza como puedes comer tanto y estar tan delgada sin hacer ejercicio— declaró la rubia volviendo a su sitio, admirando el plato vacío de la pelinegra y el suyo ahora medio vacío.
Natalia le sonrió con inocencia, obviamente fingida.
-Los genes Lacunza, cariño— le dijo con burla alzando las cejas, sus labios, perfectamente pintados de rojo, adornados con una sonrisa que a la pequeña se le antojó preciosa. La rubia se mordió el labio inferior con nerviosismo, ¿cómo podía ser tan bonita y a la vez encontrarse tan fuera de su alcance?
Decidió levantarse, con la excusa de ir a dejar los platos que ya se había terminado, o de lo contrario acabaría por volverse loca y hacer algo de lo que podría arrepentirse.
Natalia, la imitó segundos después, cargando con el resto de la vajilla sucia. En la cocina, Alba ya estaba cargando sus platos en el lavavajillas. La pelinegra hizo lo propio y, al girarse dispuesta a molestar a la rubia, se distrajo con un pequeño pegote de aguacate que había en sus labios.

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Musa // Albalia
FanfictionTras una serie de encuentros fortuitos más bien desagradables, la aversión mutua se palpa en el ambiente cada vez que Alba y Natalia, dos chicas que no se conocían de nada, se encuentran en un radio menor a veinte metros. Pero, cuando todo parece vo...