Capítulo 3

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El posterior sentimiento de culpa que abarcaba todo su pecho no tenía precio. Por su culpa habían acabado despidiendo a la tal Alba de la cafetería. Se dejó ser impulsiva y se enfadó muchísimo, pagando su anterior rabia con la muchacha.

Seguramente Alba debía odiarla en ese momento.

Al acordarse de ella sonrió, tenía un nombre bonito. Pero seguía cayéndole mal, aún así no dejaba de admitir que se había equivocado y pensaba encontrarse con ella para arreglarlo. Se habían encontrado ya tres veces el mismo día, seguramente lo volverían a hacer en los próximos días, pues al parecer el destino quería eso.

Aunque ella no creía en esas mierdas.

Los días transcurrieron con normalidad y Natalia no pudo evitar acordarse de Alba, pues su sentimiento de culpa sólo había conseguido agrandarse. Marta no había dicho nada tras lo ocurrido, pero Natalia sabía que no lo había hecho porque su amiga pensaba que no había actuado bien.

Y no la culpaba, si hasta ella lo admitía.

En las próximas semanas no volvió a ver a Alba. Por suerte, se solía mantener ocupada estudiando o componiendo canciones sin ningún sentido. Últimamente no tenía inspiración ninguna y eso conseguía frustrarla bastante. Llegó a pensar que se trataba del karma por lo que le hizo a la muchacha.

No fue hasta dos viernes después que volvió a ver a Alba.

Ese viernes, Natalia había quedado con Marta, María, Miki y Helena para ir a un pub nuevo en aquel barrio. El grupo hizo una cola bastante larga para poder entrar al recinto, pero mereció la pena en la opinión de los muchachos.

-Tía, vamos a pedir algo a la barra, me muero por una birra— le pidió María, la que podía considerar su mejor amiga. Asintió a lo que la rubia le decía y ambas se acercaron al mostrador a pedir lo anteriormente mencionado.

Fue entonces cuando la vio, a lo lejos, aguantando un vaso de tubo largo entre sus diminutos dedos. Las luces de Neón sólo conseguían hacer que se viera más hermosa. Natalia no pudo evitar pensar que era un desperdicio que alguien con ese aspecto de ángel pudiera ser tan odiosa.

Decidió acercarse, pero recordó a María, por lo que prefirió no perderla de vista para ir más tarde y disculparse.

Sin embargo, María la distrajo preguntándole qué cerveza quería y eso fue suficiente para perder de vista a la rubia. Se maldijo a sí misma, por ser tan despistada.

De pronto, las ganas de hacer pis le pudieron y se disculpó con María para poder ir al servicio. De camino al sitio, entre el gentío, chocó contra otra persona y acabo chorreando hasta las orejas. Su cerebro todavía no había terminado de procesar lo que acababa de pasar, cuando se descubrió admirando los mismos ojos verdes que había estado buscando durante semanas.

Alba estaba ahí, frente a ella, con un cubata en la mano ya vacío, pues el líquido había sido vertido en su atuendo.

Abrió la boca para decirle que no pasaba nada, pero Alba se adelantó y lo que salió de sus labios dejó a Natalia algo trastornada. Sin embargo, no le sorprendía su actitud.

-A ver si miras por donde vas, los cubatas no son baratos.

Ni si quiera se dignó a observarla más tiempo. Pasó por su lado, clavándole el vaso en el pecho de un golpe no muy fuerte, pero que evidenciaba el cabreo de la pequeña.

Natalia la observaba dudosa mientras se alejaba, aguantando el vaso que anteriormente había sostenido la otra entre las manos. Bajó la mirada a su ropa, sintiéndose mojada y pegajosa. El enfado comenzó a crecer en su interior. Se había pasado todas esas semanas acordándose de ella y así se lo pagaba, que le dieran por culo.

Musa // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora