Capítulo 24

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Ya llevaba dos semanas en Pamplona.

Dos semanas en las que no había dejado de pensar en Alba, a pesar de que se pasaba la mayor parte del tiempo intentando distraerse con algún tipo de actividad.

Bien fuera quedando con Celia y sus otras amigas, viendo alguna serie o leyendo algún libro. En definitiva, haciendo de todo menos componer.

Ya que nada más sentarse frente a su libreta, las frases surgían por sí solas, sí, pero todas dirigidas hacia la misma persona, a quien se esmeraba en poder olvidar.

Y a quien claramente no podía hacerlo.

Se había visto obligada a dejar de seguir a su ex pareja en todas las redes sociales, ya que cada vez que entraba y no podía evitar ver alguna publicación de la chica, los recuerdos y las ganas por preguntarle qué tal estaba la arropaban.

Con una intensidad asfixiante.

Un día, mientras paseaba por las calles de Pamplona junto a Celia, su hermano y el amigo de este, Santi saltó con algo que la pelinegra no se esperaba.

-Natalia, ¿no decías que querías que te presentara a la chica con la que estoy saliendo?

A la aludida le pareció extraño esa ocurrencia de repente, mas no objetó nada. Le sostuvo la mirada de forma prolongada, a la espera de que el muchacho continuase hablando, sin embargo la actitud de su amiga la sacó de contexto.

La veía nerviosa, se movía más de lo normal y evitaba mirarla a los ojos. Natalia, que no era tonta, ya se olía el percal.

Su alto hermano agarró a Celia de la mano y la miró con decisión.

-Pues estoy saliendo con Celia— sentenció con una sonrisa bobalicona en los labios.

La pelinegra, aunque ya se había anticipado a los hechos, abrió los ojos en grande y el cigarrillo que llevaba entre los labios casi se le cae al suelo.

Había vuelto a fumar. Casi tanto o más como antes.

-¿Con Celia?— cuestionó totalmente anonadada.

La verdad es que no le cabía demasiado en la cabeza que esos dos hubieran empezado a salir. La pelirroja siempre lo había detestado, por no mencionar que era dos años mayor que él y que siempre lo había tachado de niñato engreído e inmaduro.

Santi, por su parte, siempre se reía de ella y la molestaba todo el tiempo.

En realidad, a Natalia no le sorprendió por parte de su hermano. Ella ya había notado el interés que despertaba su amiga en él, pero por quien sí que le asombró fue por Celia.

-¿Y desde cuándo?— preguntó luego de que Santi asintiera y la pelirroja bajara la mirada con vergüenza.

Álvaro, el amigo de su hermano, fue quien respondió.

-Pues hace más de dos meses ya, eh.

Ahora sí que a Natalia se le resbaló el cigarro de los labios.

-¿Cómo podéis ser tan cabrones de no decírmelo en todo ese tiempo?— exclamó algo ofendida. Vale, a penas hablaba con Celia mientras estuvo en Madrid, pero con su hermano sí que entabló conversaciones más a menudo.

La pareja se miró avergonzada.

-Lo cierto es que nos daba un poco de miedo tu reacción.

-¿Mi reacción?— mientras se llevaba un nuevo cigarro a la boca y lo encendía— Me habría alegrado mucho, igual que lo hago ahora— sentenció haciendo una pausa en la que absorbió humo—. No puedo creerme que temierais por eso.

Musa // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora