Sopló aire cansada a la vez que se rascaba la cabeza con la capucha del bolígrafo para, acto seguido, estrellarlo contra el papel y escribir los últimos renglones de su examen.
El último que haría en su vida si todo le salía bien.
Lo cierto es que este no lo había preparado demasiado bien. Entre que se había volcado por completo con el trabajo de fin de grado y que le había dedicado mucho más tiempo a las asignaturas que le parecían más complicadas, había dejado aquella asignatura un tanto apartada.
Pero las palabras que Alba le había dedicado antes de salir de su casa la habían motivado a niveles estratosféricos.
Y por supuesto, ahora que tenía el examen delante toda su motivación se había ido al traste.
Decidió no darle más vueltas y entregar la prueba, que fuera lo que Dios quisiera.
Recogió sus cosas y salió a toda mecha de la clase, con ganas de partir cosas. Se encontraba demasiado tensa y cabreada, frustrada. De esa forma recorrió el camino de vuelta a su casa.
Casa que ahora compartía con Alba.
Las dos solas.
Nada más que Natalia entró por la puerta, la rubia, que se encontraba en el sofá de su hogar, se levantó del mismo y casi corrió en busca de su novia.
-Hola, nena— la saludó al llegar a su lado—. ¿Qué tal ha ido?— preguntó algo más bajo, notando el semblante que traía su chica.
La pelinegra la observó desde su gran altura, bufó y soltó las llaves en el mueble que adornaba el pasillo de entrada. Acto seguido se quitó el gorro negro que cubría su cabeza y lo apretó entre sus dedos.
-Mal— le respondió con desgana, pasando por su lado en dirección al salón.
La chica tatuada se dejó caer en el sofá a todo lo largo y posó un brazo encima de sus ojos, deseando descansar.
Había dormido poco esos días, dedicándole las noches a la endemoniada asignatura. Pensó en lo poco que le había servido esas noches en vela y maldijo para sus adentros.
-Amor, ¿tan mal ha ido?— ni si quiera notó cuando Alba se arrodilló junto al sofá, admirándola con preocupación. Natalia no pudo evitar sentirse mal, había llegado hecha una mierda y ni si quiera le había prestado atención a la persona que más ánimos le había propiciado.
Se destapó la cara y la vio, con los ojos preocupados y el semblante triste. La menor se incorporó para dejarle espacio a su novia en el sillón. La rubia se levantó y se sentó a su lado sin dejar de mirarla en ningún momento.
-Creo que he suspendido, Albi— se frotó los ojos en un intento fallido por alejar el cansancio que los azotaba—. Joder, nunca un examen me ha salido tan mal.
La mayor pensó que estaba exagerando. Ella había sido testigo de la cantidad de estudiar que se había pegado su novia y sabía que había aprobado de sobra. Además, Natalia nunca suspendía y cuando ella le preguntó la lección aquellas veces, eran muy pocas cosas las que la chica no se sabía.
No obstante, no le dijo nada. No quiso agobiarla más de lo que ya la veía.
-¿Cuándo te dan las notas?— le cuestionó tras introducir la mano bajo la camiseta de la pelinegra y acariciar su abdomen plano. Dejó su cabeza apoyada en el hombro de la más alta mientras la otra cerraba los ojos, disfrutando del contacto.
Natalia soltó un gemido de placer cuando su chica comenzó a hacerle cosquillas en la barriga.
-Alrededor del lunes— contestó tras un largo suspiro.
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Musa // Albalia
FanficTras una serie de encuentros fortuitos más bien desagradables, la aversión mutua se palpa en el ambiente cada vez que Alba y Natalia, dos chicas que no se conocían de nada, se encuentran en un radio menor a veinte metros. Pero, cuando todo parece vo...