Para cuando tan sólo faltaba un día para que Natalia y Alba partieran hacia Pamplona, las chicas ya tenían las maletas hechas. Algo raro en Alba, pues era un desastre para esas cosas y siempre acababa dejándolo todo para el final.
Ese día, María, Marta, Julia y Sabela habían ido a la casa de las dos chicas a disfrutar de un día de películas en el salón de ambas jóvenes.
Para variar, las muchachas se encontraron la casa para ellas solas ese viernes, así que decidieron llamar a sus amigas y disfrutar de un maratón de pelis románticas.
En mitad de una de las películas, a Natalia la sacudió el mono de algún cigarrillo, y salió a la terraza dispuesta a fumar.
Hacía tiempo que no fumaba. Se sorprendió a sí misma cuando comprobó que a la caja de cigarros que compró hace un par de semanas, tan sólo le faltaban dos pitillos. ¿Desde cuando había dejado de necesitar el relajante humo?
«Desde que estás con Alba», prácticamente habló su subconsciente. Sonrió para sí misma, sabiendo que era verdad.
Se apoyó en aquel muro en el que ya hacía bastante que no se dejaba caer y fumó observando la ciudad bajo sus pies.
De pronto sintió unos delgados brazos abrazarla por la cintura y un beso en su espalda. Estiró sus labios formando una sonrisa bobalicona, no le hacía falta girarse para saber que se trataba de su novia.
-Hace bastante que no te veo fumar— murmuró contra la espalda de la pelinegra.
La más alta se giró, sin perder su sonrisa, después de apagar el cigarro contra el muro del balcón y arrojarlo calle abajo. Le tomó el rostro entre las manos, acariciando sus mejillas con los pulgares, para decirle con cariño:
-Hasta yo me he sorprendido— le dijo antes de besar sus labios cortamente y con dulzura—. Pero qué pequeñita eres— la abrazó por el cuello pegándola a su pecho, rebosante de ternura. Alba le rodeó la cintura devolviéndole el abrazo, haciendo ruiditos de cariño que a su novia le causaron tanta gracia como dulzura.
Dentro, sus amigas se acercaron a la ventana para admirarlas con cara de pánico.
-Tías, dais mucha grima, parad ya que seguimos aquí— como no, fue la Mari quien habló.
Marta y Sabela se rieron entre dientes, compartiendo una mirada divertida.
-Estáis encoñadas— apoyó Julia también, riendo con gracia.
Las dos aludidas compartieron una mirada antes de romper en carcajadas y, la mayor de las dos, agachar la cabeza levemente sonrojada y avergonzada.
Continuaron con la sesión de pelis al volver adentro, Natalia en una punta del salón y Alba en otra, con la finalidad de no mostrarse cariñosas delante de sus amigas, pues si estaban cerca eso se convertiría en algo completamente imposible.
Sin embargo, obviamente ninguna de las dos pudo concentrarse demasiado en la película, ya que tan sólo tenían ojos para la otra. Añoraban tocarse, hacerse cosquillas y admirarse de cerca.
-Joder, qué tarde es— comentó Sabela levantándose del sofá apresurada y comenzando a recoger sus cosas—, he quedado con mi novio y voy a llegar tarde.
-Sí, yo también debería irme— Marta imitó a su amiga—, Damion me debe estar esperando.
Entonces, Julia y María también decidieron marcharse, pues ya era bastante tarde y, en realidad, les daba apuro llevarse tanto tiempo en casa de las chicas. Estaban ahí desde antes de almorzar y ya eran más de las siete de la tarde.
Así que, cuando las chicas se quedaron solas en el apartamento, la más alta se levantó y se sentó junto a la rubia en el sofá, terminando de ver la película que junto a sus amigas habían dejado a medias.

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Musa // Albalia
FanfictionTras una serie de encuentros fortuitos más bien desagradables, la aversión mutua se palpa en el ambiente cada vez que Alba y Natalia, dos chicas que no se conocían de nada, se encuentran en un radio menor a veinte metros. Pero, cuando todo parece vo...