Capítulo 3

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      - ¿Señorita Vernacci? -me tensé, girándome hacia él

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- ¿Señorita Vernacci? -me tensé, girándome hacia él.

A penas había sonado el timbre salí como alma que lleva el diablo sin esperar a Fiorella.

Pero lastimosamente, me había alcanzado.

Fruncí el ceño en modo de pregunta.

-Fue la única que no entregó el trabajo.

Mierda. Me había pillado.

Pensé que no se daría cuenta, solo era una más.

-Yo...lo siento -miré hacia el piso.

- ¿Es todo lo que tiene que decir? - dio unos cuantos pasos hacia a mí.

Fruncí el ceño nuevamente. ¿Era una pregunta con algún trasfondo...?

-De verdad lo siento -repetí -. No dormí y me siento desorientada y no capacitada para hacer un trabajo el día de hoy.

Se llevó la mano izquierda a su bolsillo, mientras que en la otra sostenía su maletín.

-Entiendo -entrecerró los ojos -. Le doy hasta la siguiente clase -. Asentí -. Pero como es a la única que le daré plazo... quiero que lo haga de otra cosa -tenía puesto todo mi interés en él, echa un mar de nervios -. Quiero que escriba sobre el dolor, la melancolía, y lo triste que ve en las cosas.

Suspiré. Así que era eso...

Asentí nuevamente.

-Gracias, profesor.

Asintió.

-Linda tarde. Señorita Vernacci.

Se despidió de mí, dio media vuelta y se fue. Lo seguí con la mirada hasta perderlo del todo. Me daría un ataque en cualquier momento por culpa de ese hombre.

Recibí un mensaje de mi hermano, Jared.

Jared: No podré ir por ti a la hora, el turno se ha alargado más de lo debido. Lo siento.
Nos vemos para la cena.

Solté un bufido. Estaba decidida e irme a la biblioteca un rato para hacer el trabajo, cuando Fiorella apareció delante de mí.

-No me digas, ibas a esconderte en tu ratonera porque tu hermano vendrá a buscarte más tarde o simplemente no vendrá -. Dijo con sarcasmo, poniendo los ojos en blanco.

En parte tenía razón, como no me gustaba estar tan sola en el departamento que compartía con él, me iba a la biblioteca a hacer trabajos o leer algo.

-Venga, te llevo -se ofreció.

Negué con la cabeza.

-Prefiero quedarme aquí a hacer el primer trabajo del año -bufé, cruzándose de brazos -. No quiero estar sola en el departamento haciendo el trabajo. Prefiero la biblioteca.

-Está bien -. Se acercó a mí, depositando un beso en mi mejilla -. Nos vemos mañana.

Asentí, con media sonrisa.

Caminé hacia la biblioteca con un puchero.

Al entrar me sorprendí que también hubiera gente haciendo trabajos, leyendo, o estando en sus computadoras así también como hablando de cualquier tema.

Lo que más amaba de esa biblioteca eran las mesas escondidas entre medios de los grandes estantes, por lo general siempre me iba al último, donde casi nadie iba.

Sentí una mirada puesta en mí, y reconocí inmediatamente a quién pertenecía esa intensidad.

Miré en su dirección encontrándome con sus ojos. Estaba de pie hablando con el encargado de la biblioteca (don Rufflo. Su nombre sí que era raro) No debía dejarme intimidar, sino, pensaría que me estaba comportando de una manera sospechosa. Lo que me alarmó fue lo que vi en su mirada; curiosidad. ¿Seguiría preguntándose si era yo...? ¿Se lo habría preguntado siquiera?

Lo miré hasta me perdí por los estantes, y les agradecí infinitamente por ser tan grandes.

Caminé hacia el fondo, luego giré hasta la derecha, y como era de esperarse estaba completamente vacío. Me senté, relajándome por fin.

Saqué mi libreta y un bolígrafo, tratando de pensar en cómo comenzaría.

Pero a los pocos minutos me vi interrumpida, por Fio. Se sentó frente a mí con cara de pocos amigos.

-Mi madre me acaba de llamar -Habló con amargura mezclado con decepción. Usaba ese tono cuando se trababa de su padre. O más bien, todo lo que tuviera relación con su familia disfuncional. Se puso un mechón de cabello en su oreja, mirando hacia la mesa -. Mi padre salió más temprano del trabajo, y anda cabreado por todo lo que ha pasado últimamente en su empresa. Se la desquita con mamá y conmigo. A penas me ve ruge. Mamá me ha dicho que no vaya hasta la cena, para ese entonces estará encerrado en su despacho resolviendo problemas y viendo papeles con humor de los mil demonios.

Suspiré, mirándola con compresión. Me sentí decaída, tenía una familia tan disfuncional, pero era mejor que no tener familia. Aún así, las dos personas que me rodeaban lo eran todo para mí.

-Podrías quedarte en mi departamento mientras, mi hermano llegará más tarde y hoy no trabajo -le ofrecí -. La señora Klau me dio los Lunes, los martes completamente libres y los miércoles semana de por medio. Entiende que tengo que estudiar, pero también entiende que necesito el dinero.

-Me gustaría irme a tu casa, es pequeña pero es acogedora y agradable. La mía puede ser inmensa pero no es... una casa en sí -volvió a decir con amargura -. Y qué bueno que te haya dado días libres.

-Aún así, es mi decisión Trabajarlos si quiero.

-Eres muy esforzada, Ava.

Vi cansancio en su mirada. Lo que me hizo hacer una mueca.

Media hora más tarde estábamos en mi departamento. Agradecía no toparme con él. Ni que fuera tan importante...

-Ya sabes dónde están las cosas -le dije a Fio, entrando a mi habitación para buscar ropa y poder darme una ducha -. Me iré a duchar.


El agua se sentía tan bien cayendo en mi piel, el calor y placer que me brindaba el agua era inefable. Pero era un placer inocente, relajante. Entonces unos ojos me invadieron, trayendo con ese recuerdo otro tipo de sensaciones. ¿Como un hombre podía afectarme tanto? ¿Qué tenia él que me provocaba sentirme así? A parte de guapo, claro.

Lo deseé ahí, más provocarlo, para torturarlo. Que me viera ducharme y tocarme sin que él pudiera. Como aquella noche. En sus ojos era palpable el deseo, y en mis movimientos también.

Me descubrí tocándome en su nombre.

¿Qué demonios...?

Apagué el agua, tomé la toalla y salí rápidamente del baño

No podía creer lo que estaba haciendo, ¡me estaba tocando en nombre de mi profesor! Y a quién le había bailado eróticamente en una habitación a oscuras.

Me volvió el calor. Maldita sea.

Definitivamente iba a perder la cabeza por culpa de ese hombre.



Hoy es mi licenciatura. Yei!
💕
Les dejo un capítulo.
Recuerden: los viernes tendrán uno. También haré maratón.

Quiero que bailes para mí © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora