Extra 2

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Para Aidan ya era costumbre estar metido entre mi blusa y mi estómago repartiendo besos mientras le hablaba a nuestro bebé. Me hacía mucha gracia y ternura a la vez verlo así, Tan paternal, tan...mío. Me hacía sentir querida, amada. Seguía sin creerme del todo que sería madre, que contaba con Aidan porque me amaba.

—Si es niña no tendrá novio hasta los veinte y si es niño... bueno, solo espero que sea un galán como su padre y que enamore a la correcta, como yo —me miró con una sonrisa hermosa, gateó hasta a mí para depositar un beso sobre mis labios con ternura mientras me acariciaba el vientre, que ya estaba un poco crecido. Apenas habían pasado dos meses. Dos meses en los que yo no le daba una respuesta a Aidan de vivir con él. Quería hacerlo, pero a veces todo mi cuerpo me pedía mi tiempo a solas. Aunque las noches ya comenzaban a ser más frías —. ¿Te irás a tu departamento también esta noche? —me preguntó serio mirándome a los ojos. Era viernes y no tenía intenciones de irme, aún. Guardé silencio en el cual solo me dediqué a mirarlo a los ojos. Le acaricié la incipiente barba con mis dedos pensando en una respuesta. En una respuesta definitiva, claro. Sabía que a Aidan le preocupaba sobremanera mi estado, me llamaba a las cuatro de la mañana preguntando cómo me sentía. Para ahorrarme el que me despertara a esas horas mejor me quedaba a vivir en su casa. Aunque, lo sentía demasiado pronto, tenía esa inquietud.

—No me iré —levanté un poco mi cabeza para besarle la barbilla y volví a recostarme para mirarlo. Su mandíbula estaba apretada y me pregunté qué le ocurría. Se tiró a mi lado mirando hacia el techo, perdido —. ¿Pasa algo?

—No me has dado una respuesta definitiva, Ava —no me miró en cuanto me respondió.

—Creo que acabo de dártela —hice una mueca para aguantarme la risa. Me miró con sorpresa y no evité soltar una carcajada.

— ¿Entonces...?

—Sí, me quedaré a vivir contigo. A ver si con eso me dejas dormir —puse los ojos en blanco pero me hacía mucha gracia.

Me abrazó y depositó un beso en mi mejilla.

—Soy el hombre más feliz del mundo, Ava —se separó de mí e hizo que lo mirara —. Te amo.

—Yo también —Le sonreí acariciando su barbilla. Su rostro se volvió algo serio entonces me preocupé. Cada vez que hacía eso era proque estaba inquieto o ansioso por decirme algo.

—Hay algo que debo decirte —tragó saliva —. ¿Recuerdas que te llamaron para hacer un privado en un tipo cápsula? —frruncí el ceño, asintiendo —. Era yo aquel tipo —movió un mechón de cabello de mi cara mientras yo esperaba a que continuara —. Cuando vi aquel beso te sentí tan lejana y caí en cuenta de que estaba perdidamente enamorado de ti. Quería mantenerme lejos de ti porque estaba molesto, herido. Pero a la misma vez necesitaba verte bailar pero que tú no me vieras. Así que esos probados fueron una gran idea, agradezco a quien los haya creado.

Tragué saliva sonriendo. De todas maneras en lo profundo de mi ser sabía que era él, algo me lo decía, algo me lo gritaba. En esos momentos se me vino a la cabeza la pregunta que me estaba rondando hacía ya tiempo.

—Aidan... —me miró expectante —. ¿De dónde sacas tu dinero si no trabajas? No es que me importa tu dinero, yo no estoy contigo por tu dinero pero es que gastas y no te import...

—Sé que no estás conmigo por el dinero, Ava. Si rechazas todo lo que te doy —su cara era de disgusto pero también de dolor. ¿De verdad era tan importante para él el que rechazara las cosas que me daba?

—No estoy acostumbrada...pero estoy tratando de cambiar eso, por ti —hice una mueca —. Pero tampoco te excedas o te mando a volar —amenazé y él soltó una carcajada.

—Mis padres cuando murieron nos dejaron una gran fortuna dividida en tres. Pero como somos tan unidos hicimos la misma fuente de ingresos y ese dinero lo invertimos en una galería de arte —me sorprendí bastante con lo que me acaba de decir —. Tengo cursos en administración, mi hermano estudió algo de negocios y mi hermana es nuestra secretaria. Vendemos arte, por eso también hice cursos de historia del arte. Pero no hice ninguna carrera universitaria sino puras capacitaciones —se encongió de hombros —. Nos va muy bien, el dinero va y viene.

Asentí sorprendida. Vender arte... era como mi sueño hecho realidad. Parecía que Aidan estaba destinado a mí, sentía eso.

—Gracias por contarme —besé su mano y el acercó su cara a la mía para besarme en los labios.

—Debí contártelo, lo siento —se disculpó dándome otro beso. Lo atraje más hacia a mí para profundizar ese acto que nos llevaría a otro lado. Lo deseaba demasiado, a cada instante. Se ganó encima de mí separándome las piernas para ganarse entre ellas —. Cuando este bebé crezca tendrás que estar arriba.

Soltó una risita burlona y la imagen de mí con una panza grande mientras lo montaba no me hizo mucha gracia.

—Entonces se acabó el sexo —lo empujé y cayó a mi lado con una cara de perplejidad.

—No me puedes hacer eso...

Me levanté de la cama decidida en bajar al comedor, ignorándolo.

— ¡Ava!

Baje mordiéndome los labios para no soltar una risotada. Era feliz, con ese hombre era feliz.

•••
¡Hola!
Me organicé mejor después de pensarlo taaaanto Y la historia siguiente en terminarse será "Secreta adicción".

Adrien Ainsworth es un hombre que se ha esforzado mucho para lograr sus objetivos, pero está acostumbrado a obtener todo lo que quiere. No le importan los compromisos y es un hombre promiscuo, pero todo cambia cuando se cruza en el camino de Cassandra, con quien quiere jugar. El juego consiste en solo sexo y nada de sentimientos, él lo sabe bien y Cassandra también. Pero entre más encuentros furtivos tienen, en Adrien despierta una curiosidad inmensa por saber de aquella mujer de carácter fuerte y abrumador, que está lejos de romper las reglas del juego.

 Pero entre más encuentros furtivos tienen, en Adrien despierta una curiosidad inmensa por saber de aquella mujer de carácter fuerte y abrumador, que está lejos de romper las reglas del juego

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Quiero que bailes para mí © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora