Llevaba un mes completo trabajando en el club de bailarina. Un mes de mis vacaciones de verano, las cuales se acabarían al otro día. Por un lado quería entrar ya, mientras más rápido pasara el año mejor para mí sería. Solo quería graduarme y ya.
Me arreglé como siempre. La señora klau –como me dejaba llamarla luego de trabajar para ella tanto tiempo–, me había felicitado por mi gran personaje de misterio. No miraba, no hablaba con nadie, nadie había visto mi rostro ni nadie sabía mi nombre, solo Ámbar me había visto, y la señora Klau sabía esas dos cosas de mí. Para los demás yo me llamaba Bianca, la pelirroja ardiente, un misterio. Que no quería que se resolviera. Claramente el cabello rojo era una peluca para ocultar aún más mi identidad.
— ¡Bianca es tu turno! —me gritó Ámbar, la encargada de avisarnos cuando nos tocaba salir. Me miré al espejo soltando un suspiro, comprobando que no se viera nada de mi rostro. Salí de mi camerino tranquila, ya casi, casi me acostumbraba. Pero no podía dejar de estar nerviosa con cada salida.
—Has que se regocijen —Ámbar me guiñó un ojo. Ella era muy simpática y casi una de las pocas con quien intercambiaba palabras. Era rubia, delgada, alta, más que yo. En fin, era muy linda. Me pregunté si alguna vez bailó...
Subí al escenario y las luces azules se volvieron más tenues, cuando comenzaron a parpadear, comenzó la música.
Follé y bebí toda la noche,
me comporté bien.
No tenía ninguna necesidad de pelear.
Esta noche, esta noche.Follé y bebí toda la noche,
me comporté bien.
No tenía ninguna necesidad de pelear.
Esta noche, esta noche.Sentía todas las miradas en mí, los gritos y las palabras tórridas eran parte del trabajo. Una debía tragarse todo eso, aguantarlo, tragárselo para recordar los motivos de estar allí.
Arrójame bien lejos,
juega a estos pequeños jueguecitos.
Comportándote bien,
hoy, hoy.
Arrójame bien lejos,
juega a estos pequeños jueguecitos.
Comportándote bien,
hoy, hoy.A pesar de que sentía muchas miradas en mí, sentí algo distinto esa vez... sentía que una mirada me quemaba, me penetraba. Y por primera vez del tiempo que llevaba trabajando ahí, levanté la vista hasta esa mirada que ardía.
Me pillé con unos ojos azules, oscuros y profundos. La canción había terminado y yo me quedé de rodillas en el suelo mirando nada más que esos ojos...
Había entrado en una especie de trance, comenzaba a sentirme perdida. Tragué saliva saliendo de aquel agujero sensual... me paré lentamente sin despegar la mirada de él. Cuando volvieron a apagar las luces lo miré por unos segundos más, hasta que me perdí tras las telas que separaban el escenario con los camerinos. Respiré profundamente. Jamás me había sucedido algo semejante, jamás sentí algo que me tentara... Solo fue su mirada ardiente la que me convencía a quemarme.
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Quiero que bailes para mí ©
RomancePensar que una mirada y un baile, lo cambiaría todo en mí, en él, en nosotros. Estaba mal. Lo que estábamos haciendo estaba mal. Pero desde un principio estábamos conscientes en el lío que nos meteríamos si éramos descubiertos. En el único lugar qu...