Capítulo 20

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         La alarma sonó, no tenía ganas de ir a la universidad, me sentía demasiado agotada

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La alarma sonó, no tenía ganas de ir a la universidad, me sentía demasiado agotada. La apagué de inmediato y me levanté, no sabía por qué exactamente pero lo hice. La escena que vi frente a mí me pareció demasiado tierna y grata de admirar. Mi hermano le servía té a Fio mientras ella preparaba el pan con mantequilla y jamón.

Sonreí, sentándome frente a ellos.

—Buenos días tortolitos —me reí.

—Es raro estar así. No pensé que te lo tomarías así de bien. Hasta haces bromas —dijo mi hermano.

—Pues me molesta el que no me dijeran —admití.

—Es que...últimamente no has estado...muy presente —dijo Fiorella.

Fruncí el ceño y la miré confundida.

— ¿Presente? ¿Qué quieres decir?

Ambos se miraron como si fuera la única que ignoraba algo.

—Has estado trabajando mucho que no hemos tenido tiempo de hablar contigo —sonaba sincero.

Me relajé. Así que era eso.

Más tarde ambos se fueron, dejándome sola en un mar de dudas. ¿Desde cuando estaban juntos y por qué nació todo eso? No me sentía incómoda ni nada por el estilo. Me sentía intensamente feliz por ellos. Pero se me hacía rarísimo aún así.

Dormí algunas horas más, pero mi mente estaba tan inquieta que tuve que levantarme nuevamente. Decidí ordenar y a pensar terminé me acosté a leer algún libro de la universidad. No entendí muy bien por qué había faltado, estaba cansada sí, pero pensé que inconscientemente estaba evitado a Aidan o algo más.

Dejé el libro a un lado, procesando todo lo que había cambiado en tan solo días. Mi vida se había vuelto más emocionante y rara desde que había entrado a bailar en el club.

El timbre sonó, miré en dirección a la puerta extrañada. Fio estaba en la universidad y mi hermano en su trabajo. Me levanté para abrir la puerta y me sorprendí al ver a Aidan cargando con bolsas de supermercado y pastelerías. Estaba tan presentable con un pantalón oscuro y una blusa gris oscura, mientras que yo solo estaba con una blusa que me llegaba al muslo, más mis ragas negras.

— ¿Qué haces aquí? —pregunté sorprendida.

—No fuiste a la universidad y pensé en traerte algo. Sí fue erróneo de mi parte puedo irme, no hay problema —parecía triste. Le dediqué una sonrisa cariñosa.

—No. solo que... podrían darse cuenta en la universidad...—me hice a un lado para que pasara.

—No hay problema con eso. Han encontrado un reemplazo.

Cerré la puerta tras él.

—Lindo departamento —comentó, mirando a todos de lados de pie en medio del departamento.

—Es lo que nos alcanza a mí y a mi hermano —solté, pero luego me di cuenta de mi error. Eso a Aidan no debía importarle, seguro —. Lo siento...no sé por qué te he dicho eso...

Se acercó a mí, mirándome a los ojos.

—No te disculpes por decirme cosas, Ava. eso me hace conocerte más —me dedicó una sonrisa amistosa. Se acercó tanto a mi rostro que pensé que me besaría, pero no fue así —. ¿Dónde dejo las bolsas?

—Dame —le quité las bolsas, pasando por su lado para dejarlas en la mesa de la cocina —. ¿Puedo saber qué es?

Lo vi caminar hacia a mí, ganándose a mi espalda, rozando su cuerpo con el mío de manera de sutil, y provocativa...

—No sabía lo que te gustaba así que he traído de todo un poco —recorrió mi cuello con su nariz mientras que sus manos se ganaban en mis caderas.

— ¿Y los pasteles? —quise distraer mi atención de su contacto.

—De postre.

Vi en el interior de la bolsa, habían pasteles de merengue, de manjar, de crema entre otros.

Aidan pasó las yemas de sus dedos por mis piernas.

—Se ven deliciosos —murmuré, abriendo la boca. Mi respiración comenzaba a dificultarse.

Subió sus manos por mis caderas hasta llegar a mi cintura por dentro de la blusa, dejando ver mis bragas.

—Lo son —murmuró con voz ronca, acercando su boca a mi oreja.

— ¿Qué quieres comer primero?

Mordió el lóbulo de mi oreja haciendo que jadeara.

—Quiero comerte a ti.

Solté un gemido, a la vez que me aferraba a la mesa.

Me dio la vuelta sujetándome por las caderas, se lanzó a mi boca antes de que pudiera decir o hacer algo más. Me tomó por la cintura haciendo que enrollara mis piernas en su cintura.

— ¿Cuál es tu habitación? —quiso saber, despegándose solo unos segundos de mis labios para volver a besarme.

Tuve que separarme un poco de él para responderle.

—La primera.

Volví a besarlo mientras me llevaba a la habitación, cerró la puerta con su pierna y me dejó caer con suavidad en la cama, con él encima de mí. Comenzó a besar mi cuello, sentía la suavidad de sus labios en mi piel caliente y erizada por sus caricias. Mi boca estaba entreabierta soltando pequeños suspiros de satisfacción. Llevantando un poco mi blusa Aidan se deshizo de mis bragas para ganarse entre mis piernas. Sus manos se aferraron a mis caderas, pasando su lengua por todo mi sexo, el cual palpitaba ansioso. Mis manos agarraron la sábana con desesperación mientras Aidan hacía maravillas con su lengua.

En ese momento de tal extasis me di cuenta de que no solo quería sexo con él, ya no se trataba de un juego de seducción. Había algo más. Quería algo más.

—Aidan... —murmuré, cerrando los ojos y arqueando mi espalda, dejándome llevar por él. Cediéndole todo el control a él. No me haría daño. O eso quería creer porque estaba echa un mar de dudas e inseguridades.

•••
Al parecer Ava se va dando cuenta.
🙆🏻‍♀️

Quiero que bailes para mí © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora