Capítulo 16

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No había recibido ningún mensaje de Aidan

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No había recibido ningún mensaje de Aidan. Ni una llamada. Nada.

Habían pasado ya días desde la última vez que lo vi, cuando me dejó fuera del edificio. Recuerdo Aquella tarde, se lanzó a mis labios como si se estuviera despidiendo de mí. Pero me había dejado claro que me deseaba a cada instante. A lo que le respondí que yo también.

Ninguno había tenido suficiente.

Solo nos deseábamos en el ámbito sexual, no sabía por qué me sentía tan impotente al no recibir ninguna noticia de él.

— ¿Crees que debería ir con este vestido o el lila? —Me preguntó Fio parada frente el espejo. Por otro lado, me encontraba yo boca arriba, con las manos descansando en mi abdomen.

—El lila —respondí, distraída.

— ¿Con qué irás tú?

Lo pensé un momento antes de responderle.

—Con un vestido negro, una chaqueta de mezclilla y una pañoleta roja.

—Siempre tan sencilla. Creo que deberías ponerte el vestido plateado, ese que deja lo más importante a la imaginación.

Fruncí el ceño, sentándome en la cama.

—Es una fiesta de un piso, ese vestido lo estoy dejando para ir a la de un Club. Para alguna celebración, o algo.

— ¿Estás consciente que Lucian está detrás de ti? —preguntó desinteresadamente, pero yo sabía hacia dónde quería llegar con esa pregunta.

—No me interesa nadie —mentí, haciéndome la indiferente. Pero la verdad era que me gustaba muchísimo el idiota de Aidan.

Fio me miró a través del espejo con el ceño fruncido. Sabía que significaba esa mirada.

—No has estado con nadie más desde que terminaste con ese idiota —me recordó —. ¿No estarás extrañándolo, verdad?

La miré incrédula.

—¿De verdad piensas eso?

—No, vale. Solo me parece raro. Eres muy guapa y sigues soltera.

Cogí con un madurito extremadamente guapo y que lo hace de maravilla.

Me hice la desentendida.

Luego de arreglarme estábamos debate a la puerta de Lucian. La verdad era que no tenía ánimos de una fiesta, pero quería sacar a Aidan de mi cabeza al menos un tiempo. Se había metido bajo mi piel, en todo mi jodido sinstema y no sabía cómo sacarlo ya. Pensé que una cogida y sería todo. Pero no, eso me hacía desearlo aún más de lo que ya lo hacía.

La puerta se abrió dejando ver a Lucian con una sonrisa radiante, al cual me contagió. Quisiera ser tan alegre y relajada como él.

—Sí vinieron —dijo, mirándome a los ojos con un brillo peculiar. Lo que me hizo sentir algo incómoda.

Quiero que bailes para mí © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora