Caminaba por los pasillos de la universidad cerrando los ojos más de lo que debería hacerlo. Moría de sueño, a pesar de que había dormido aunque sea unas seis o cinco horas.
No podía sacarme de la cabeza esa mirada ni esa voz.
-Yo tengo algo que podrá cambiarte esa carita -Habló Fiorella llegando de la nada a mi lado -. Me he cruzado con un bombón. Bueno no me crucé con él lo vi entrar al salón de profesores junto con el director. Es que está buenísimo.
Con suerte entendí lo último. No le estaba prestando atención en nada, absolutamente en nada. Y no era porque no quería prestarte atención era porque simplemente no podía, mis ojos se cerraban cada segundo.
-Será el profesor de historia del arte para tercer y cuarto año, Justo tenemos con él a la tercera hora.
Bostecé, pareciendo una mala educada. Me giré hacia ella.
-Sinceramente no me importa cuán bueno esté. Quiero una cama y dormir una vida. Pero no será así.
Fio hizo una mueca de lástima, ella sabía en qué trabajaba y siempre me apoyó en todo. Aunque mi hermano igual lo sabía, no estaba de acuerdo. Aún así lo entendía.
Cuando sonó el timbre solo caminé por inercia hacia el salón.
Miré hacia el frente para fijarme bien si iba por el camino correcto, ya que estaba desorientada. Volví a bostezar.
-Querida estás hecha un desastre -la voz de Fio sonó extraña. Asentí sin decirle nada y entré al aula.
Me tomé la energizarte que compré antes de entrar a la Universidad. Muchas veces me serviría eso o el café.
Puse atención a la clase, me obligué a hacerlo. Mis calificaciones en ningún año fueron malas, y ese menos debían serlo. Tenía que esforzarme por sacar buenas calificaciones aunque fuera más ojeras que persona. Eran sacrificios pequeños. Todo y cada una de las cosas habrá valido la pena luego.
Luego de presentarnos -como cada año -, tomé demasiados apuntes. Mi amiga me decía que te detuviera un poco que parecía una moto. Solo me reí y seguí escribiendo.
La segunda clase pasó igual, sólo que, a diferencia de la otra, en esa estaba Ricardo, mi ex. Una espina en el culo.
-Que no ha andado mal ¿eh? ¿Verdad? Al menos está más distante que antes y no un pegote -dijo Fio sentándose en la banca.
-Ya, pero es que no pilla que lo hemos dejado al parecer -me quejé mientras abría la botella, pero la tapa no cedía. Intenté nuevamente acabando con mi paciencia que la tiré lejos -. ¡Mierda! ¿Es que todo debe ir horrible?
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Quiero que bailes para mí ©
RomansaPensar que una mirada y un baile, lo cambiaría todo en mí, en él, en nosotros. Estaba mal. Lo que estábamos haciendo estaba mal. Pero desde un principio estábamos conscientes en el lío que nos meteríamos si éramos descubiertos. En el único lugar qu...