Capítulo 10

59.1K 4.4K 975
                                    

"No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


"No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay".


Mis ojos estaban como platos, mi boca estaba entreabierta y ni hablar de cómo estaba mi jodido corazón. Podía decir que quería salir del pecho. Estaba listo para correr un maratón. Y a decir verdad, yo no estaba tan lejos de querer correr más rápido que Flash.

Tragué saliva. No había escapatoria, él sabía quién era yo. Ya lo tenía claro. Todas las sospechas se hicieron claras. Se confirmaron. ¿Cómo lo había averiguado en tan poco tiempo? Aún no me cabía en la cabeza nada de lo que estaba pasando. Todo se había ido al carajo.

Él estaba parado, controlando su respiración mientras se metía las manos en los bolsillos. ¿Cómo mierda podía estar así de seguro?

—Por favor quítate el antifaz y esa peluca —pidió, en tono calmado —. Necesito verte, por favor.

La puerta era golpeada con violencia, querían derribarla. Era seguridad, y la voz de Ámbar se hacía presencia del otro lado de la puerta. Estaba preocupada. ¿Y cómo no lo iba a estar? Sí parevi un secuestro de un hombre obsesionado.

—Espera —mi voz sonó baja, tímida. Pasé por su lado sin desviar la mirada. Pues estaba aterrada. Me sentía una niña demasiado pequeña. Mis mejillas ardían y mis dedos se movían de los nervios.

Abrí la puerta mirando directamente a Ámbar.

— ¿Estás bien? —quiso saber, preocupada.

—Sí —mordí mi labio —. ¿Podrían dejarnos a solas?

Ámbar hizo una mueca de duda. Pero asintió.

—Está todo bien, pueden retirarse —le dijo a los guardias —. Nos vemos luego. Si necesitas algo me avisas.

Asentí dedicándola una sonrisa. Cerré la puerta con seguro, girándome hacia él.

—Ava...

Cerró los ojos, su voz era de súplica. Me mordí el labio, retirándome la peluca y al mismo tiempo el
Antifaz. Saqué lo que retenía mi cabello, haciendo que éste cayera por mis hombros.

—Eres hermosa, no te escondas.

Sus palabras me descompusieron. Pero la actitud que había tomado algunos instantes atrás, me habían cabreado.

— ¿Crees que esa es la manera de llevarme contigo? ¿Qué te pasa? ¿Estás loco o qué? —no sabía de dónde salió mi valentía. Pero me importó muy poco que supiera mi identidad en ese momento.

Quiero que bailes para mí © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora